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Taehyung sabía que estaba haciendo lo correcto.

Siendo completamente sincero, cada vez que lamía sus labios, no podía evitar acordarse de la boca suave de Hoseok. Tan cálida y quemando su piel como si se tratase del mismo sol. 

Intentaba con todas sus fuerzas no volverse completamente loco a su alrededor.

Se había convencido que era mucho mejor no tocar el tema del beso, si es que podía llamarlo beso, ¿Por qué lo haría? Conocía a Hoseok lo suficiente como para estar seguro que saldría huyendo apenas mencionara el tema o tal vez haría como que no se acordaba y en el peor de los casos, dejaría de ir a verle. Tal idea le erizaba los vellos de los brazos por el horror.

Recuerda que después de besarle, entrando al departamento tratando de no caerse de cara al piso por lo mareado que estaba, le tomó casi cinco minutos, tiempo en el que estuvo tirado en el sillón de espaldas, darse cuenta de lo que había hecho. Y cuando lo asimiló, se hizo bolita deseando que se lo tragase la tierra y luego lo escupiera, teniendo una mezcla de emociones que casi le hacen vomitar. Se repetía así mismo que debía tranquilizarse y, después de dormir todo el día, decidió que era momento de hacer algo.

¿Y qué era ese algo? Absolutamente nada.

Si Hoseok hacía como si nada había sucedido, entonces él haría lo mismo. Si Hoseok decidía decirle algo con respecto a eso, entonces evitaría el tema todo lo que pudiera. Taehyung tenía muy claro que aunque se había ganado cierta estima del profesor, por todas sus insistencias y por la noche en la que salieron, eso no cambiaría gran cosa de su relación. Hoseok no estaría con él de la forma en la que él quería y eso ningún chantaje lo podría cambiar jamás.

Así que se conformaba con lo que tenía en ese instante.

De soslayo, veía a Hoseok leyendo una carpeta de varias hojas con el torso desnudo, lentes en la punta de su nariz, sentado en el taburete que siempre ponía para él en medio de la sala.

Ese había sido varias veces su escenario favorito.

Tratando de no distraerse -lo que era realmente una tarea titánica del cual no podría acostumbrarse jamás teniendo a Hoseok medio desnudo- siguió tallando sus pulgares en el barro para darle la forma del cuello. Lo único que faltaba de la escultura eran las manos, los pies y la cabeza por completo.  Estaba teniendo algunas dificultades con eso, ya que Hoseok no dejaba tocarse el rostro ni con guantes, e inesperadamente Taehyung se sentía demasiado tímido para pedírselo de nuevo.

Y sólo habían pasado cuatro días desde lo del beso.

- ¿Qué lees? -preguntó Taehyung, aunque el silencio no le incomodaba, le molestaba un poco no tener la atención de Hoseok encima de él. Era como una necesidad querer que el profesor le mirase, aunque sea fulminándolo con la mirada.

- Un ensayo de un alumno. Es una tarea que les di para esta semana -respondió Hoseok, aún sumido en la lectura, sin alzar la vista. Taehyung sonrió inconsciente, disfrutando de la arruga que se formaba en su frente cada vez que estaba concentrado o la forma en la que movía el bolígrafo en sus dedos. Le gustaba que Hoseok hablase de su trabajo o que simplemente le contara sus cosas, ya que la mayoría de veces, era él quien hablaba-. Este ensayo está muy bien hecho, me gusta la historia que eligió Jeon.

Taehyung alzo ambas cejas, preguntándose si sería el mismo Jeon que él conocía, pero lo dejó pasar y, mientras seguía añadiendo más barro a la escultura, mojándose las manos y marcando las lineas de los hombros con el vaciador, siguió preguntando.

- ¿Cómo se llama la historia?

- Los que se van de Omelas de Ursula Kroeber Le Guin.

Tócame. HOPEV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora