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- ¿Pasa algo?

Hoseok pestañeó, dejando de mirar fijamente la escultura de él mismo en el rincón de la sala para girarse a ver a la persona que caminaba detrás de él proveniente de la cocina. Taehyung aún estaba trabajando arduamente en la escultura y aunque Hoseok trataba de hacer un esfuerzo y dejarse tocar para que le resultara más fácil, era realmente imposible teniendo al escultor a sólo centímetros de su cara. O incluso teniendo su cuerpo tan cerca parecía como un imán atrayéndole sin poder concentrarse del todo; Hoseok parecía que ya no tenía ni un control sobre sí mismo desde que Taehyung dijo << >> días atrás cuando le preguntó si quería que le tocase. Incluso ya había apartado todas las vergüenzas al hacerlo; no existían. Se sentía inclusive familiar el que lo hiciera; le encantaba la manera en la que Taehyung le miraba cuando le tocaba, siempre suplicando más, queriendo acercarse más.

- ¿Qué? -balbuceando algo perdido, negó-. No, ¿Por qué?

Taehyung se llevó otra cucharada de gelatina de naranja a la boca. Hoseok estaba sentado en la misma silla de siempre, con los brazos cruzados, pero totalmente vestido y abrigado en su sudadera negra con letras blancas y pantalones de polar. El escultor paso por su lado y se detuvo frente a él, luciendo un poco más alto al estar él sentado; sus manos aún tenían restos de barro húmedo y tenía puesta una camiseta de manga larga negra, remangada y unos pantalones cortos. Hoseok secretamente amaba cuando Taehyung se ponía ropa ancha; era demasiado provocador y adorable, incluso más que la ropa ajustada. Y le daban más ganas de quitársela. Aunque en realidad si Hoseok pudiese haría que Taehyung estuviera desnudo cada vez que fuera a su casa; nada le detenía, en realidad, Taehyung era un sinvergüenza. Lo malo es que hacía frío y podría resfriarse.

- No lo sé -musito algo dudoso, señalando su rostro con la cuchara. Traía el cabello suelto detrás de las orejas, lo que le hacía ver más provocador-... hay algo en tus ojos, además aunque trates de ponerte todo inexpresivo también haces ese gesto con tus labios, te lo he dicho; es casi como un tic -sonriente, confesó sin pensar-; Me gusta. No que estés triste, claro. Me gusta tu sonrisa -sonrojándose, ladeó la cabeza-. ¿Quieres hablar de eso?

Hoseok sonrió con picardía.

- No sabía que eras tan bueno leyendo las expresiones de las personas.

- Yo también puedo, no sólo tú -se defendió abultando su labio inferior brillante por la gelatina-. Habla o no voy a darte gelatina.

Enarcando una ceja, Hoseok palmeó su trasero con un gesto cariñoso y juguetón, haciendo que Taehyung diera un respingo y riera como un niño travieso.

- Yo compré esa gelatina, sin vergüenza.

Como respuesta, Taehyung alejó la gelatina de su pecho, por encima de su hombro, para que así Hoseok ni siquiera pudiese mirarla.

- Para mí, la compraste para mí -corrigió orgulloso; ojos brillantes como dos faroles-. Ahora habla.

- En realidad no estoy triste, sólo estoy pensativo -dijo con simpleza, encogiéndose de hombros-; Eso es todo, dame un poco -añadió, abriendo la boca para que Taehyung le diera una cucharada. Antes jamás lo habría hecho; pero ahora que incluso le daba palmadas cariñosas en su mullido trasero, eso parecía ser un acto sin importancia; menos aún cuando a los dos le gustaba y no se sentía incómodo para nada.

Taehyung resopló impaciente.

- No puedes simplemente dar una respuesta tan corta a alguien que va a darte una cucharada de la más deliciosa gelatina del mundo. No es equitativo.

Rodando los ojos, Hoseok asintió con una sonrisa torcida. Se inclinó lo suficiente para atrapar las caderas de Taehyung y acercarlo a él, posicionándolo entremedio de sus muslos, subió la camiseta del escultor por la espalda para tocar su piel; suave y caliente contra sus manos mientras este se sonrojaba y volvía a comer otra cucharada de gelatina tratando de no verse tan aturdido. Taehyung trataba de mantener el control sobre sí mismo, Hoseok lo notaba, se reprimía para no tocarle y aunque sabía que estaba siendo algo cruel, hacía que lo quisiera aún más.

Tócame. HOPEV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora