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Hoseok miraba el pequeño parque forestal detrás de las casas y entre los edificios tras la ventana abierta, dejando que un aire frío se colara y picara sus mejillas. 

Tenía la nariz roja y las lágrimas atascadas en los contornos de sus ojos hinchados. Estaba sentado en el suelo, con la cabeza apoyada en el contorno del ventanal, su dedo anular tocando el contorno de los azulejos mientras se concentraba en regular su respiración, sintiendo como el aire que inhalaba hacía que sus fosas nasales ardieran por el frío y como el vaho de sus exhalaciones se esfumaba frente a él. Tenía el cuerpo entumecido, pero no quería moverse.

Cerró los ojos y pensó que sería bueno si pudiera echar raíces como las plantas trepadoras que caían encima de su balcón por los maceteros del piso de arriba y que su tiempo se detuviera. Trataba de enfocarse en lo que estaba a su alrededor, en vez de la opresión en su pecho que le instaba a volver a tener una crisis que le había costado calmar.

Pero lo había logrado. No había tenido una crisis, y aunque dolía -el típico nudo en la garganta, manos sudorosas, presión dolorosa en el pecho y en sus sienes y un vacío que no sabía donde localizar- se había calmado lo suficiente para pensar con claridad sobre lo que había pasado. 

Todo lo que estaba pasando ahora era su culpa. 

Era una de las consecuencias de las que había tratado arduamente de no pensar. Había creado una burbuja alrededor de ellos y ahora se había reventado, tan fácil y tan doloroso. Se sentía tan estúpido e ingenuo por creer que podría haber durado una eternidad o más bien, por creer que no le importaba, cuando sabía que no tenía sentido alguno aferrarse a algo que con sólo un toque ya no existiría. 

Sin embargo, había aprendido algo de eso. Algo sobre sí mismo y lo que sentía. Ahora lo comprendía con claridad, su mente dándose cuenta de tantas cosas entre la espesura de sus propios límites y egoísmo, pero aún así necesitaba un poco más de tiempo. Para que cesara el temor, para no seguir aferrándose a lo que no tuvo antes y que ahora, en ese preciso instante, no estaba del todo perdido. 

Necesitaba un poco más de tiempo. Estaba siendo un cobarde y un egoísta, pero lo necesitaba.

Pasó así un tiempo más, en la penumbra del departamento alumbrado sólo por el ventanal, el frío colándose como un invitado de honor. Namjoon entró al departamento minutos después de que su nariz empezara a gotear otra vez, sólo parándose para buscar pañuelos y volver a la misma posición de antes, la incomodidad sintiéndose de repente acogedora y el silencio perpetuo dentro de él volviéndose conciliador. Le gustaba el silencio, pero más le gustaba compartirlo con Taehyung.

Él sabía como llenar todos los vacíos.

Hizo una mueca y sintió sus ojos arder otra vez cuando Namjoon prendió la luz.

- ¡Hoba! -le llamó alargando su nombre, quitándose los zapatos, entrando y caminando hacia la sala para poner su bolso con instrumentos en el sillón-, ¿Estás durmien-¡Ah! -exaltado, Hoseok lo miró inexpresivamente desde su posición para luego suspirar y volver a mirar hacia el ventanal. Namjoon traía una sudadera negra que decía STAFF, por lo que supuso que había salido más tarde de su nuevo trabajo-, ¡Qué mierda haces ahí sentado en la oscuridad, hombre! Maldición, que frío hace -farfulló, temblando y mirando alrededor- ¿Se averió el aire acondicionado o...?, ¡Idiota, cierra la ventana, te vas a resfriar! 

Hoseok volvió a suspirar, sorbiendo su nariz, incapaz de moverse otra vez. Namjoon estaba siendo más ruidoso que de costumbre, y solamente era así cuando bebía. Apenas lo vio moverse por el departamento y cerrar el ventanal, pasando un brazo por encima de él y estirando la cortina. Pensó que iba acribillarle con preguntas, pero sólo vio como apoyaba la espalda en la pared y resbalaba hasta caer sentado en el suelo. De repente, el rostro de Namjoon le dejo vislumbrar lo cansado que estaba.

Tócame. HOPEV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora