1. Desde el comienzo

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Estaba en mi habitación escuchando música y leyendo mi libro favorito. Cada vez que lo abro encuentro la foto de mi madre, mi hermano y yo, antes de que todo pasara. Soy Anya Williams y esta es mi historia.

Flashback

Cuando era pequeña visitábamos siempre en vacaciones la playa de Maine. Aún recuerdo el sonido de las olas chocando contra los arrecifes, el agua fría en mis pies, la arena suave entre mis dedos y el cálido sol que caía sobre nosotros.

Nicolás, Anya, la cena esta lista. Vengan a comer —exclamaba mi madre mientras mi hermano y yo jugueteábamos. Mi madre siempre llevaba sus enormes gafas de sol y un sombrero que cubría su rostro, nos sentábamos juntos para comer sándwiches de mantequilla de maní y jalea de moras con jugo de naranja, nos divertíamos y nos reíamos de todo. Mi padre llegó corriendo con su cámara fotográfica.

—¿Preparados? Voy a poner el temporizador para poder salir todos oprimió el botón, posamos para la foto. Mi mamá me rodea con sus brazos y mi padre le pasa la mano sobre el hombro a Nicolás Sonrían—. Vi el brillo del flash y todo cambio por completo...

Sentí cómo una lágrima caía sobre mi mejilla. Cuando tenía diez años recién cumplidos, mi madre murió regresando a casa; un conductor ebrio terminó con su vida. Mi padre nunca pudo superarlo, se convirtió en un ebrio depresivo, así que mis tíos, hermanos de mi madre, nos tuvieron que recibir en su casa porque mi padre renunció a su trabajo, no había nadie que nos mantuviera y nos cuidara a mi hermano y a mí. Dos años después, mi tía se enteró de que estaba embarazada de Lucy. Pero desgraciadamente murió trayéndola al mundo, así que nos tocó cuidarla a mi hermano y a mi mientras mi tío Marcus asimilaba la muerte de mi tía.

La lluvia que golpeaba mi ventana me sacó de mis pensamientos, me puse de pie y me dirigí al baño. Me miré en el espejo; llevaba una camiseta de tiras negro y mi pantalón pijama. Era la viva imagen de mi madre: de piel pálida, de ojos azules, de cabellos castaños claro con mechones rubios. ¿Quién es Anya actualmente? Tengo 17 años. En el día soy una estudiante de secundaria que trabaja en un bar como camarera cantante, pero en la noche me convierto en Roxy, una rebelde sin causa, que fuma y bebe, que ha estado en la cárcel dos veces consecutivas por robo de auto. Soy una chica de peleas ilegales, me gusta la velocidad así que también soy corredora clandestina y gracias a ello me gano la vida.

Estaba muy cansada, ya mañana sería mi primer día en mi nueva escuela. Mi ropa ya estaba preparada para la jornada del día siguiente, así que me metí a la cama y al instante me quedé dormida.

Horas después...

Escuché que tocaban la puerta de mi habitación y me paré de mi cama, aún somnolienta. Era Lucy, llorando y sollozando. Al abrir la puerta, la pequeña corrió rápidamente y me abrazó las piernas.

—¿Qué pasa, pequeña Lucy? —pregunté. Ella se soltó para mirarme. Tenía el cabello negro azabache y ojos azules. Su pijama consistía unos pantalones de color azul con estrellitas amarillas y una blusa blanca estampada con otra estrella azul. Estaba abrazando fuerte al pulpo púrpura con su sombrero de copa azul que mi tío Marcus le regaló en su cumpleaños número tres. Es idéntica a su madre, tan bella y tan inocente.

—El tío monstruo está gritando otra vez —dijo entre sollozos. Un sonido de botellas de cristal sonaron a lo lejos y unos gritos:

»Mónica, ¿por qué me dejaste? ¡Te necesito ahora, MALDITA SEA!

Lucy se sobresaltó por el ruido y comenzó a llorar —ven, pequeña —Tomé a la niña en mis brazos para calmarla y vi que la puerta de la habitación de Nicolás estaba abierta. Miró alarmado hacia la puerta de mi cuarto y luego caminó hacia nosotras, con aire preocupado.

—¿Están bien? —preguntó, acariciando el cabello de Lucy dulcemente.

—No puedo creer que otra vez haga esto —respondí susurrando para no perturbar a Lucy— pero fuera de eso estamos bien.

—Vayan a descansar —-dijo Nicolás besándome la coronilla y acariciando por última vez a Lucy—Mañana será un día largo.

—Buenas noches, Cuchufleta —me despedí con así le decía mamá de pequeño.

—Buenas noches, princesa —dicho esto se fue a su cuarto y yo entro a la habitación, acuesto a Lucy en la cama y me recuesto a su lado para que me mire.

—Hermanita?

—¿Si?

—Cántame una canción —.No le contesté, simplemente comencé a cantar:

Cupido me ha flechado

La riqueza me da igual

Solo ha de consolarme

Mi marino audaz jovial.

Doncellas vengan todas

Quien quieras que seas

Que el amor de un audaz marino

Surca el embravecido mar

Cupido me ha flechado

La riqueza me da igual

Solo ha de consolarme

Mi marino audaz jovial.

Lucy se quedó dormida con una sonrisa en el rostro. Esa era la canción de cuna que me cantaba mi madre cuando yo tenía pesadillas; ahora que ella no estaba las pesadillas me persiguen. Sentí que una lágrima recorría mi mejilla. Extrañaba mucho a mi mamá, sus abrazos, sus sonrisas y su consuelo, no había nada más que pudiera pedir. No estaba lista para perderla, pero se la llevaron antes de tiempo. Consumida por los recuerdos me dejé llevar por los brazos de Morfeo.


Mi Vida Muy Normal A las OtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora