Anya
Me encontraba en un prado verde, lleno de flores de colores, el cielo estaba azul y sin una sola nube. Había paz y tranquilidad.
—Anya —miré al frente. Era Lucky que estaba corriendo hacia mí, se abalanzó sobre mí y me tomó de voladas. Me reí ante su acto, cómo lo extrañaba—. Estás muy guapa y madura.
—Tú no estás nada mal, compañero—dije señalando sus ropas blancas; las mías eran grises—. Por cierto, ¿dónde estamos? Estoy muerta, ¿no es así?
—No exactamente.
—¿Qué quieres decir?
—Estamos en el purgatorio. Es tu decisión de quedarte o volver.
—¿Mi decisión?
—Ven, voy a llevarte a donde tu madre para que te dé consejo —dicho esto me subió a su espalda, como en los viejos tiempos—. ¿Cómo están Eloise y el pequeño Dylan? —preguntó mientras caminaba.
—Eloísa sigue amándote con locura, y el pequeño Dylan está creciendo muy rápido. Se parece mucho a ti, tiene tus ojos. Estoy orgullosa de ti, Lucky.
—Gracias, Any. ¿Puedes decirle algo si regresas?
—Claro.
—Dile que la sigo amando aunque esté lejos. Y a nuestro pequeño Dylan dile que si quiere verme, que sueñe conmigo.
—Se lo diré, no te preocupes.
—Qué bueno, porque ya llegamos —me bajó de su espalda, estábamos al lado de un lago cristalino. A la orilla del lago veo a una mujer y noto que es mi mamá.
—Mamá —grité y corrí a su encuentro.
—Mi bebé —me abrazó fuerte, lloré en su hombro como nunca. Eran lágrimas de felicidad —ya estás enorme, y muy bella.
—Lo heredé de ti, mamá —dije limpiando mis lágrimas.
—Es verdad —sonrió—. ¿Cómo está tu padre?
—Ebrio. No puede olvidarte, mamá. Tiene miedo de dejarte ir —dije susurrando—. ¿Cómo está la tía Merry?
—Feliz, aunque un poco triste porque no pudo ver a su bebé entre sus brazos —dijo nostálgica—. Quiere que le digas a Lucy que está muy hermosa.
—Se lo diré. Aquí me tienes, mamá. ¿Qué necesitas decirme?
—Mira el estanque —lo miré. Me vi a mí misma acostada en una cama de hospital. Tobías estaba observándome, al lado de mi cama. Mi hermano y Katherin estaban dormidos en el sofá—. Tienes que volver, cariño. Aún no es tu hora.
—¿Y cuándo será? —pregunté.
—Heredaste mi belleza, pero de tu padre heredaste la impaciencia y el mal carácter. Mira, cariño, todo llegará a su debido tiempo. Tienes mucho por lo que vivir —mi madre tenía razón. Además no quería dejar a Tobías, Dylan, Raymond, Lucy, al sobreprotector de mi hermano y a Eloísa—. ¿Ya tu decisión está tomada?
—Sí, voy a regresar.
—Una última cosa antes de que te vayas. Dale tiempo a tu padre, se recuperará y seguirá adelante —le di un cálido abrazo de despedida.
ESTÁS LEYENDO
Mi Vida Muy Normal A las Otras
Подростковая литератураAnya William tiene una vida llena de secretos, tristeza, dolor y muerte a su paso; es una chica que trata de luchar por mantener a su familia después del fallecimiento de su madre. Tobías Larson es un típico niño mimado, caprichoso, mujeriego, alcoh...