9.Quédate conmigo

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Tobías

Al terminar de tocar, dio un largo y lento suspiro, sentí su tristeza al ver que se estaba
preparando para decirme algo que la incomodaba, y no me gustaba hacerla sentir así.

—No tienes que hacerlo si no quieres —le digo.

—Sí. Quiero hacerlo —contestó.

Anya

—No tienes que hacerlo si no quieres —dijo con voz suave.

—Sí. Quiero hacerlo —le contesté con voz dolida y comencé—. Su verdadero nombre era Lucas Woodwin y era mi mejor amigo desde que tenía memoria. Cuando mi madre murió, él me apoyó para no caer en la depresión y me ayudó mucho a superarlo. Él era un par de años mayor que yo, así que él me llevaba a las carreras, a los combates y demás —cerré los ojos, me dolía mucho el pecho y me lastimaba con los recuerdos de esa hermosa sonrisa que tenía cuando me miraba. Y ahora que no estaba para consolarme, tenía que vivir con el dolor y la pérdida. Empecé a sentir lágrimas en mis mejillas, así que agaché la cabeza y continúe—. Él me enseñó todo lo que sé, me preparó para todo menos para lo que venía. Era mi cumpleaños número quince. Era la noche de combate de dobles, así que me llamó para que combatiéramos juntos. Esa noche combatíamos contra Slanderman, esos tipos usaban cuchillos, su especialidad. Desde ese momento todo cambió.

Flashback

—¿Lista, Roxy? Estos tipos son duros y peligrosos, pero no nos ganarán me dijo poniendo su frente contra la mía Recuerda: siempre juntos, nada nos detendrá posó su mano sobre la mía—. Vamos a patear culos.

«Damas y caballeros, ahora viene el combate más espectacular que estaban esperando. Esta noche compiten nuestros mejores peleadores, los Y Brother's vs. Slanderman

Peleadores, ¿listos? preguntó el árbitro, levantamos nuestras defensas—. Recuerden, no nos hacemos responsables de lo que pase en la arena nos advirtió y nosotros asentimos—. Que comience el combate gritó y se retiró de la arena.
Comenzó la pelea y ellos sacaron sus armas especiales; nosotros sólo teníamos nuestras técnicas de combate. Lucky se enfrentaba al Vladímir, uno de los más grandes de la pareja, y yo por otro lado estaba frente a Flash, el más hábil del dúo. Juntos eran el peor problema imaginable. Ambos estaban vestidos con una camiseta esqueleto blanca y unos vaqueros desgastados. Ellos lanzan el primer golpe, Lucky lo esquiva, pero a mí me causa sólo un rasguño en todo mi abdomen. Para Lucky no era problema vencer a esa semejante mole porque encontró sus puntos ciegos y comenzó a pegarle con toda la fuerza que tenía. En cambio, a mí me tenía contra la viga, golpeando rápido para dejarme sin aire; el muy maldito me había partido el brazo izquierdo. Pero la adrenalina me ayudó a defenderme, golpearlo, derribarlo y alejarlo de mí. Lo vi tambalearse y era el momento de darle un uppercut, el sello de la casa. Flash cayó al suelo y finalizó el combate, el animador le entregó la paga a Lucky mientras el público vitoreaba. Gracias a Dios esto había terminado, dije en mis adentros, recuperando el aliento.

—¿Estás bien? me preguntó preocupado. Su cara estaba echa un desastre, tenía la ceja y el labio roto y estaba cubierto de sudor.

Sí, el muy maldito me rompió el brazo, pero estoy bien. Hemos pasado peores, ¿lo olvidas? digo mostrándole una sonrisa tranquilizadora. Y sentí una sonrisa en sus labios sangrantes.

Ven, hay que curarte me tomó de la mano derecha y nos dirigimos a la enfermería portátil que había dentro del establecimiento de las peleas. Al llegar, el olor a antibiótico invadió mis fosas nasales. Había varias camillas de hospital alrededor, eran de color blanco, pero lastimosamente el establecimiento simplemente era una bodega. Saludamos a Woodstock, el enfermero que atendía el improvisado dispensario. Era muy guapo, de ojos castaños y de cabello color miel, además era un chico amable y atento.

Mi Vida Muy Normal A las OtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora