Anya
No puedo creer lo que acabo de hacer. ¡Besé al imbécil pedante de Tobías Larson! Admito que fue un beso apasionado y me gustó, pero... ¿en qué diablos estaba pensando? Fui una completa estúpida, nunca lo volveré hacer en la vida. Antes muerta que volverlo a besar.
Llegué a casa, abrí la puerta en silencio para que no se dieran cuenta de mi llegada; me quité los zapatos para no hacer ruido. De repente escuché que alguien encendía la luz de la cocina, me tropecé del susto y mi cadera se estrelló contra un mueble, ahogando un grito de dolor. Vi que alguien se acercaba a mí, me tomó del brazo y me levantó. Cuando noté que era mi hermano Nicolás, supe que estaba en problemas.
—¿Qué hacías afuera a estas horas? —preguntó, apretándome el brazo muy fuerte.
—Tú no eres mi padre para decirme lo que hago o lo que no hago con mi vida fuera de casa.
—No soy nuestro padre, pero soy tu hermano y le prometí a mamá que cuidaría de ti y de Lucy, así que por última vez te pregunto: ¿qué hacías afuera a estas horas? —pregunto de nuevo, aumentando la presión de mi brazo.
—Fui a una de las peleas de Mike y participé en una de ellas, ¿contento? —De la nada comencé a sentir lágrimas caer de mis mejillas y bajé la cabeza —por favor...por favor ¿puedes soltarme? Me lastimas.
—Lo lamento, no fue mi intención lastimarte —finalmente me soltó y me abrazó con fuerza —. Estaba preocupado por ti, no sabes cuántas cosas cruzaron por mi mente. Pero ya ahora estás en casa, es lo que importa —me abrazó un rato más y tomó mis manos —. Ven, vamos a curarte —me llevó de la mano a su habitación, abrió la puerta y me sentó en su cama. Su habitación era muy peculiar: tenía una repisa de color negro llena de fotos de nosotros antes de que mamá muriera, y otra repisa llena de sus trofeos de la secundaria. Los muros tenían posters de sus bandas favoritas —Guns 'n Roses, The Killers, entre otras—. Vi una foto peculiar en su mesita de noche, me acerqué para verla y la tomé entre mis manos. Era una foto muy hermosa, tomada antes de que todo pasara, cuando no existían los problemas.
Nicolás
La verdad me preocupa mucho que Anya se haya ido a esas malditas peleas de Mike, pero lo que me enojaba más era saber que no me lo haya contado. Sé que a ella le duele mucho como a mí la perdida de nuestra mamá, y sé que ella no quiere que nadie se preocupe por ella, pero cuando la vi llorar pensé en todas esas lágrimas que había retenido durante tanto tiempo. Cuando vi su cara, su pómulo estaba hinchando, su ojo izquierdo morado y su labio roto. Ella estaba en su momento de debilidad, así que la llevé a mi habitación para curarla, la senté y fui a buscar el botiquín. Al regresar, Anya estaba sentada en la cama con una fotografía de ella y mi mamá que yo tomé, cuando estábamos en el patio trasero. Recuerdo esa hermosa sonrisa que tenía y su mirada brillante, despierta. Ahora todo era diferente, todo de ella había perdido el fulgor. No quería interrumpirla, pero tenía que curar esas heridas de su rostro y de sus manos.
—Anya —la llame y ella se volteó para verme; sus ojos estaban brillosos —ven, siéntate. Debo curar tus heridas antes de que se infecten —se acercó a mí, se sentó a mi lado y comencé a curar sus lesiones. Mientras hacía la labor tenía que preguntarle qué hacía en esas peleas—. ¿Por qué estabas en las peleas de Mike? Sabes que ese lugar no es para ti—pregunté, aguardando su respuesta. Hubo un silencio y ella me miró a los ojos como si estuviera buscando las palabras correctas para decírmelo.
—Y....yo, sólo se ha vuelto en una forma de sacar mi ira y mi dolor. Además el dinero lo necesitamos para poder comprar la comida para Lucy y para nosotros, para que no nos falte nada... —lo dijo con un tono de tristeza y dolor. Cuando terminé de ponerle las vendas en sus delicadas manos, ella empezó a llorar de la nada y dijo mientras yo la abrazaba:
—¿Por qué? ¿Por qué tuvo que irse cuando más lo necesitábamos? -empezó a sollozar, mientras golpeaba mi pecho suavemente con su puño—. Quiero nuestra familia de vuelta, Nicolás.
Cuando cesó su llanto, sobé su espalda y empecé a cantar para arrullarla:
En lo más profundo del prado, allí, bajo el sauce,
Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recuéstate en ellas y cierra los ojos sin miedo,
el sol ya salió y se encuentra en el cielo.
Este sol te protege y te da calor.
Las margaritas te cuidan y te dan amor,
Tus sueños son dulces y se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.
En lo más profundo del prado, bien oculta,
Hay una capa de hojas, un rayo de luna.
Olvida tus penas y calma tu alma,
Pues por la mañana todo estará en calma.
Este sol te protege y te da calor,
Las margaritas te cuidan y te dan amor.
Tus sueños son dulces y se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.
Al terminar de cantar, su respiración se acompasó y se durmió, la cargué entre mis brazos y la llevé a su habitación.
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Mi Vida Muy Normal A las Otras
Ficção AdolescenteAnya William tiene una vida llena de secretos, tristeza, dolor y muerte a su paso; es una chica que trata de luchar por mantener a su familia después del fallecimiento de su madre. Tobías Larson es un típico niño mimado, caprichoso, mujeriego, alcoh...