Nicolás
Una punzada de dolor atravesaba mi cabeza. Miré a mi alrededor y noté que estaba en una cama de hospital, ya recordaba por qué estaba allí. Estaba saliendo con Katherin cuando una camioneta se atravesó en nuestro camino. Unos hombres enmascarados la tomaron y me dieron una paliza que me dejó inconsciente. Poco a poco, noté que alguien estaba tomando mi mano; era Katherin, quien dormía a mi lado. Ella estaba bien y estaba conmigo. Se revolvió y me miró con esos ojos cafés que me matan.—Nicolás —susurró con lágrimas y se subió a la cama, me abrazó fuerte —Gracias a Dios.
—Estás aquí. ¿Te hicieron daño? —pregunté, abrazándola con las pocas fuerzas que tenía.
—No, estoy bien —contestó sollozando en mi pecho—. Gracias a tu hermana y la chica de cabello azul, si no fuera por ellas no estaría aquí contigo.
—¿Ella está bien? —pregunté preocupado. Katherin me miró y negó con la cabeza—. ¿Qué ocurrió?
—Cuando me secuestraron, llamaron a mi casa a pedir una suma de dinero por mi rescate, pero era una trampa. También secuestraron a mi hermano y nos metieron en una avioneta, no vi mucho porque tenía vendados los ojos. Oí que el hombre que nos secuestró nos usó como carnada para atraer a tu hermana, y ella fue para sacarnos de ahí. Ellos pelearon. Nick... —me miro con los ojos tristes—. Él retó a tu hermana para que pelaran a muerte, escuché muchos golpes, gritos y un disparo. Cuando la chica de azul nos desató, había dos hombres en el suelo y tu hermana estaba sangrando. Nick, ella nos obligó a saltar. Cuando llegamos a tierra, ella ya estaba lanzándose del avión. La vimos cómo caía. Cuando llegó a tierra y se quitó el paracaídas, Tobías gritó su nombre y salió corriendo hacia ella. Él llegó antes que nosotros y la sostuvo en sus brazos. Debiste haberlo visto, mi hermano estaba destrozado —suspiró y me miró—. Después me llevaron a casa, y ahora estoy aquí contigo, para llevarte a donde tu hermana. Ya le pedí permiso al doctor para que te dieran de alta y me dio unas cuantas pastillas por si tenías dolor de cabeza —dicho esto, ella se puso de pie—. Traje ropa limpia para que te cambies —lentamente me pongo de pie, tomé las cosas y me dirigí al baño para poder ir a ver a mi hermana.
Tobías
No pude dormir bien anoche por las malditas pesadillas, que consistían en sangre por todas partes y en mi imposibilidad para salvarla. Alguien estaba masajeando mi hombro, volteé y era Ray quien estaba a mi lado.
—Tienes algo que escuchar —dijo poniendo una grabadora de voz encima del soporte de la cama—. No preguntes hasta que termines de escuchar —dicho esto encendió el aparato.
—Hola Tobías —era la voz de Anya, me dio un vuelco en el corazón y se me encogió el estómago —si estás escuchado esto es porque algo terrible me pasó o estoy muerta —suspiró—. Primero quiero que sepas lo mucho que lamento no haber contestado tus preguntas, pero corría el riesgo de que tu familia estuviera en peligro, así como la mía —pausa dramática—. Hay cosas que no debes saber, pero ya es hora. Ray te presentará a alguien de mi pasado y te explicará lo que necesites. También quiero que sepas que... si no regreso, quiero que seas fuerte por los dos. Que donde quiera que esté, siempre recordaré nuestros momento juntos y no me arrepiento de haberte conocido, Tobías Larson —sollozó—. El que puso mi vida patas arriba y que me hizo verla de una forma diferente. Adiós, Tobías.
—Te amo —finalizó la grabación. Una lágrima cayó por mi mejilla y dirigí mi mirada hacia Anya sobre la cama. Estaba tan tranquila, sólo se oía el ruido de las máquinas. Ray suspiró y dijo:
—¿Listo? —preguntó—. Voy a ir por ella, ¿de acuerdo? —asentí. Se oyó el sonido de la puerta abrirse, un niño correteó y se subió encima de Anya. Tenía el cabello color miel y sus ojos azules se me hacían conocidos. Iba a regañarlo pero una chica de cabello naranja con las puntas amarilla se me adelantó.
—Dylan... —le reprendió y el niño se asustó. La chica lo tomó en sus brazos—. ¿Qué te dije sobre eso?
—Que Nana Bubu está delicada y que no brincara encima de ella. Lo siento mami —dijo disculpándose con su madre.
—A mí no tienes que pedirme disculpas —me señaló— sino a él.
—Sí, mami —el niño me miró sonriente—. Lo siento, señor, no era mi intención de saltar sobre Nana Bubu.
—No te preocupes, Dylan. Pero la próxima vez ten cuidado con Anya —el niño asintió y miró a su madre.
—Mami, ¿puedo ir a la guardería? Por favooor —preguntó suplicante, la mamá asintió—. Yeeeiii —gritó el niño y se revolvió entre sus brazos. La madre lo bajó y miró a Ray—. Cuídalo por mí, por favor —dicho esto, Ray se llevó al niño y cerró la puerta. La mujer se quedó contemplando a Anya.
—Perdone pero... ¿quién es usted? —pregunté.
—Yo soy la chica que tiene la respuestas a tus preguntas —me miró y estrechó su mano con la mía—. Mi nombre es Eloise Woodwin, viuda del difunto Lucas Woodwin —abrí los ojos como platos: era la chica de la foto, pero su cabello era diferente. ¿Cómo no me había dado cuenta?
—Discúlpame, no era mi intención ser grosero.
—No te preocupes, además no sabías quién era —tomó una silla y se puso al otro lado de la cama, tomando la mano de Anya—. Hola pequeña, ya estoy aquí como pediste y traje al pequeño Dylan. Espero que no te importe —después me mira y suspira—. Muy bien, ¿qué quieres saber? —preguntó.
—Todo, desde el principio—contesté.
—Todo comenzó cuando Anya estaba en el Ring. Yo ya estaba casada con Lucky y él ya participaba en los torneos; ella le estaba pateando el culo a todos ellos. Era imparable —una sonrisa salió de sus labios—. Una noche lluviosa cuando cerraron las instalaciones, vimos que ella estaba sentada en una banca no muy lejos de ahí. Estaba llorando y estaba empapada. Lucky la acogió como si fuera su propia hermana y le enseñó todo lo que él sabía, la entrenó y la educó; siempre tan humilde mi hombre —dijo con los ojos aguados—. Un año después me enteré que estaba embarazada del pequeño Dylan y que nacería en abril. Llevaba seis meses de embarazo cuando murió Lucky. Me partió el alma saber que no podría conocer al pequeño Dylan y tenerlo en sus brazos. Mis hermanos Raymond y Tyler fueron las personas que me ayudaron a superar el embarazo. Cuando Any conoció a Dylan y lo cargó por primera vez, lloró de felicidad al ver lo que Lucky y yo habíamos creado. Me dijo que estaba orgullosa de nosotros. Ella nos visita y nos llama por teléfono frecuentemente. Siempre ha estado pendiente de nosotros.
—No entiendo, Any dijo que él todavía no había empezado a vivir, que murió muy joven.
—Te mintió sobre esa parte. Él ya había empezado a vivir hacía mucho.
—¿Por qué aquí? ¿Por qué ahora? —preguntó frustrado.
—Porque ella sabía que vendrías a buscarme, para encontrar las respuestas a tus dudas.
—No lo entiendo, me siento confundido —Confesé. Eloísa sujetó mi mano y la miré.
—Te estaba protegiendo de la porquería en la que ella estaba metida.
—¿De quién me estaba protegiendo? ¿Y por qué?
—Te protegía de Mike, un mercenario y un embustero. La razón es porque te convertirse en su punto débil. Anya sabía que si no hacía lo que Mike pedía, te mataría en frente de ella —así que eso era de lo que me estaba protegiendo, ahora empezaba a entender—. Veo que llevas el anillo que le regaló Lucky cuando ganaron su primer torneo juntos como pareja —mi mano izquierda todavía lo llevaba puesto el anillo a pesar de todo lo que nos había pasado.
—La amo demasiado —aseguré.
—Lo sé. Puedo notarlo —dijo con una sonrisa—. Creo que mi trabajo aquí ya está hecho —se puso de pie, estrechamos nuestras manos—. Adiós, Tobías —se dirigió a la puerta.
—Gracias —le dije y se detuvo antes de salir pero no miro atrás.
—No, gracias a ti. Le regresaste la vida a nuestra pequeña —dicho esto se fue, yo me senté otra vez al lado de Anya y le acaricié sus nudillos.
—Gracias a ti por confiarme la verdad, preciosa. Por favor, recupérate pronto.
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Mi Vida Muy Normal A las Otras
Teen FictionAnya William tiene una vida llena de secretos, tristeza, dolor y muerte a su paso; es una chica que trata de luchar por mantener a su familia después del fallecimiento de su madre. Tobías Larson es un típico niño mimado, caprichoso, mujeriego, alcoh...