6. Sólo olvídalo

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Anya

Me levanté y me di cuenta de que iba tarde para la escuela. Me di una ducha rápida y me vi al espejo; estaba de lo peor pero no me importó, así que me vestí con unos shorts de jean, un jersey blanco, un saco rojo y encima mi cazadora negra, mis botas negras a media pierna. Finalmente me dejé el cabello suelto y me puse mis Rayban para tapar mi ojo morado. Bajé corriendo, todos ya estaban listos así que tomé una manzana del frutero y una botella de agua de la nevera. Saludé a todos y me despedí de Lucy con un beso en la mejilla, de mi tío Marcus me despedí de la mano, y a mi hermano le di un abrazo y le agradecí por lo de la noche anterior, por haberme consolado y reparado. En seguida salí, me puse mi casco y arranqué a la escuela.

Cuando llegué a la escuela, antes de llegar a mi taquilla, vi que Victoria, una de mis amigas, estaba peleando con quien me imagino que era su novio. Él estaba muy alterado, cuando de repente vi cuando la mano del chico la golpeó en su cara. Mi reacción fue ir directamente hacia ellos y puse mi brazo en el cuello en el muchacho para mantenerlo inmovilizado, él trató de zafarse, pero no pudo; me quité mis gafas de sol para que me viera a los ojos.

—¡Hey! tranquilo Machote, a una mujer no se le golpea y mucho menos si es una de mis amigas. Así que me haces un favor: le pedirás disculpas a mi amiga si quieres salir vivo de esta —le advertí y le fui soltando la presión sobre su cuello.

—Nunca le daré disculpas a esa ¡Maldita perra! —dijo recuperando el aliento y señalando a Victoria — Cuando me fijé en ella, estaba llorando y su hermano la estaba abrazando para tranquilizarla. Esa fue la gota que colmó mi vaso. Me di la vuelta y lo miré a los ojos castaños, así que sin pensarlo dos veces mi puño se estrechó contra su cara y él me lanzó uno de vuelta, subí mi guardia y después le lancé otro golpe a la cara. El chico se tambaleó un poco lo que significaba mi señal: le di un uppercut, terminó en el suelo y me lancé sobre su cuerpo tendido para terminar con él. De repente me golpeó otra vez al abdomen, me sacó un poco el aire, pero le tomé del cuello de la camisa y estrellé su cabeza contra el suelo —¡Mírame a los ojos, pedazo de mierda! ¡Te disculpas con ella o te arrepentirás de haberme retado!¡Escucha una cosa: he soportado toda mi vida a hombres como tú y no voy a soportar que una persona como tu lastimé a mi amiga de esa manera! —grité

Tobías

Cuando llegué, Víctor, un compañero de clase se me acercó muy agitado:

—¡Tobías, tienes que ayudarme! Hay peligro allí dentro, la chica nueva le está dando pelea a Arthur. Necesito que lo separes de ella, está a punto de partirle la cara. ¡Ven, vamos! —quería protestar, pero me tomó de la muñeca y me llevó adentro. Había mucha gente alrededor de ellos y vi cómo Anya estaba efectivamente partiéndole la cara a Arthur. Le tomó del cuello de la camisa y lo golpeó contra el suelo.

Le grito algo que casi no pude entender, ya los estudiantes estaban en tremendo bullicio que apenas pude escuchar. Pero con esa escena que ya había creado, supe entonces que tenía que intervenir. La tomé de la cintura y la tiré hacia mí; ella comenzó a patalear y a resistirse.

—Tienes que calmarte, tranquilízate —le dije en su oreja y comenzó a calmarse.

—¡No hasta que ese hijo de puta se disculpe! —gritó.

—Bien, tú lo pediste —así que sin más la puse encima de mi hombro.

—¡Qué diablos, suéltame, ahora! ¡Tobias! —me gritó; la tenía que sacar de ahí antes de me rompiera mis tímpanos.

—Tranquilízate fiera, si no te calmas y dejas de gritarme no te bajaré, ¿entendiste? —le advertí y ella finalmente se calmó. La llevé a las afueras de la escuela, hacia el estadio de fútbol, y allí la bajé. Su respiración estaba agitada, miró hacia arriba y de la nada comenzó a llover. Su respiración finalmente se tranquilizó.

Mi Vida Muy Normal A las OtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora