2.Escuela

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La alarma de mi teléfono me despertó de golpe. Vi a Lucy dormida y abrazada a mi lado, salí de la cama sin hacer ningún ruido para no despertarla y fui directamente a la ducha. Me vestí con un gorro de lana negro que me dio mi madre antes de morir, una camiseta negra, una camisa a cuadros roja con blanco, unos jeans oscuros, unas botas negras y una bufanda de cuello negro.

Me acerqué a Lucy para despertarla.

—Lucy, Lucy despierta pequeña. Es hora de levantarse, es primer día de clases. Vamos tienes que prepararte, ¡arriba! —mecí sus cabellos para despertarla.

Abrió sus ojitos, bostezo, se estiró un poco y me dio una sonrisa somnolienta. La cargué hasta su habitación para que se preparara y fui a la habitación de Nicolás. Abrí la puerta de su habitación y empecé a despertarlo, haciéndole cosquillas por todo su cuerpo.

—¡Pero que... —contesto mi hermano entre risas— !Anya b-basta p-por favor! —me suplicó.

—Hora de despertar hermanito, es nuestro primer día. ¡Prepárate o te matare con cosquillas! —le advertí.

—No te tengo miedo —contesto retador.

—¿Ah, sí...? —Empecé otra vez a darle más cosquillas.

—Y YA YA E-ESTÁ B-BIEN LO HARÉ P-PERO P-POR FAVOR YA NO MÁS —Dijo Nicolás y me levanté, liberándolo del suplicio.

—¡Más vale que te des prisa! —le advertí. Mi hermano era la viva imagen de mi padre: su cabello castaño oscuro, sus ojos café, delgado y esbelto.

15 minutos más tarde.

Todo el mundo ya estaba en la cocina: mi hermano estaba haciendo nuestros almuerzos, yo estaba peinando en dos trenzas el cabello a Lucy, y mi tío Marcus estaba vestido de traje para ir a su trabajo, tomándose su taza de café.

—Bueno chicos, creo ya es hora de irme o llegaré tarde —miró su reloj y se puso su blazer —. Adiós chicos.

—Adiós Tío Marcus —dijimos los tres al unísono.

***

Mi primer día en mi nueva escuela: Llegue en mi motocicleta nueva, una Ducati que me compré con mi dinero en las peleas y el trabajo de medio tiempo como mesera en un bar de mala muerte los fines de semana. Además de ello, mi tío paga la educación de los tres: de mi hermano que está ya en la universidad, a mí la secundaria y a mi hermanita Lucy su primaria.

Me bajé para ir directamente a la dirección, me senté al lado de la recepción y escuché un par de gritos.

—¡Tobias, no es ni tu primer día y ya te estas metiendo  en problemas!

Tobías

Es mi segundo año esta maldita secundaria. Yo quería vivir la vida al máximo, haciendo fiestas, embriagarme y follarme con una mujer diferente cada noche, pero mi estúpida madre paga mis estudios y me obligó a venir a este infierno.

—¡Hey, imbécil!—llama  idiota de Arthur llamaba a mi hermano.

—¿Qué quierer, idiota? —escuché la voz de mi hermano saliendo de mis pensamientos.

—¡Quiero que me devuelvas el  dinero que me debes! —grito Arthur.

—¡Yo a ti no te debo nada! —contestó.

Arthur tomó el cuello de la camisa de mi hermano Rupert y dijo:

—¡O me devuelves el dinero que me debes, o te asesinare. lo juro! —le advirtió. Harto de la escena, salí de mi auto y me dirigí hacia él.

—Déjalo en paz Arthur, por favor —le dije manteniendo la cordura.

—Pero miren quién llegó a salvar a la princesita en apuros, ahorita te atiendo —dijo Arthur con gracia y de repente golpeó en el pómulo izquierdo a Rupert.

Hasta ahí llegó mi tranquilidad. De repente, me lancé sobre él empecé a golpearlo en la cara sin parar. Arthur se defendió rompiéndome el labio, hasta que llegó la maestra, la Sra. Jordan.

-Deténganse ya, Sr. Larson y Sr. Martins. ¡A la dirección ahora mismo! —gritó la maestra.

A regañadientes me fui a la dirección. Mi hermano no me miró; conocía muy bien esa actitud de tristeza y de culpa. Llegué y saludé a la directora Masters, me senté solo y escuché su regaño:

—¡Tobias, no es ni tu primer día y ya te estas metiendo en problemas! No puedo creerlo. Y  yo que tenia un día tranquilo, de esta no saldrás tan fácilmente, Sr. Larson... —la recepcionista abrió la puerta e interrumpió su regaño.

—Sra. Masters, la chica nueva está aquí esperándola. ¿Quiere que la haga pasar?

—¡Dios, me había olvidado completamente de ella! —dijo esto y se tomó un momento para pensar —Sr. Larson, creo que ya tengo su castigo.Uusted se encargara de la chica nueva.

—¿Qué? Yo no hago trabajo de niñera —contesté.

—Si no lo hace, le aseguró que tendrá un castigo peor que este —advirtió. Hubo un silencio sepulcral en la oficina—. Lo tomare como un sí.

—Sr. Rood, hágala pasar.



Mi Vida Muy Normal A las OtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora