Tobías
Estaba feliz de que Anya estuviera bien. Me pidió que fuera a ponerme decente si quería estar con ella, y así lo hice. Me duché y me vestí en tiempo récord, me dirigí nuevamente al hospital con una sonrisa bobalicona.
Cuando llegué al hospital, caminé hacia su habitación. Estaba abierta y su cama vacía; se me detuvo el corazón. Todo estaba impecable y ordenado, aquello no podía estar pasando, era una maldita pesadilla. Anya se había ido sin más no, entendía lo que estaba pasando. Debía haber una razón. Salí apurado de allí y la llamé.
—Williams—contestó al tercer sonido.
—¿Dónde estás?
—Tobías, entiéndeme. Conmigo corres demasiado peligro, no podemos estar juntos —dijo fría.
—No no no, Anya, no digas eso. Recuerda, no dejes que un estrato te defina —dije suplicando.
—Tienes que alejarte de mí, Tobías. Olvídame.
—POR FAVOR, dime ¿qué te pasó? ¿qué te hizo cambiar de idea?
—La realidad, Tobías... —dijo con voz lúgubre— ni se te ocurra venir a buscarme, es lo mejor para ambos. Lo siento —colgó.
Algo la estaba induciendo a decir esas cosas, pero caí en cuenta que ella tenía razón. No podíamos estar juntos, nuestras vidas eran muy diferentes. La ira y la frustración me dominaron, así que fui a casa, directamente a mi habitación. Minutos después entró mi mamá—. Tobías —dijo acariciando mi espalda, no podía sacar de mi mente a Anya: su voz, su piel, su olor.
—¿Qué quieres, mamá? —dije secamente.
—Hay algo que debo decirte, mi vida.
—¿Y qué es? ¿Más sermones de cómo hacer mi vida? —respondí.
—No digas eso, cariño. Sabes que eso me duele y me lastima —dijo triste—. ¿Pasó algo, cariño?
—Anya terminó conmigo y no sé la razón —confesé y me acomode en la cama con la cabeza gacha—. ¿Tenías algo qué decirme?
—Tu padre es la razón, cariño —dijo soltando aire—. Le puso a Anya una orden de restricción para que no se acercara a ti. Tiene cláusula de permanencia de un año.
La ira me quemó la piel y me puse de pie, me fui a su despacho y entré sin tocar. Mi padre estaba sentado en su escritorio, revisando unos papeles.
—¿CÓMO PUDISTE? —grité; él levantó la mirada y me miró con calma.
—Era lo mejor, hijo.
—¡NO! ¡ERA LO MEJOR PARA TI, ERES UN HIJO DE PUTA! —grité más fuerte.
—CUIDADO CON ESE LENGUAJE, AÚN ESTAS EN MI CASA. LO HICE POR TU HERMANA, PARA PROTEGERLA —gritó, golpeando fuerte la mesa—. SI QUIERES IR POR ELLA NO PODRÁS PORQUE SI TE ACERCAS AUNQUE SÓLO SEA UN POCO, LA ARRESTARÁN. POR AHORA SE VA HACER LO QUE YO DIGA, ¿ENTENDIDO? —Diablos, tenía razón. Si hacía eso la arrestarían por mi culpa, me quedé sin saber qué decir. Tenía que realizar un plan para poder escapar de aquel infierno. Asentí sin más y me fui a mi habitación. Si no podía hacer nada por tenerla, tendría que luchar por ella, si eso implicaba tener que esperar.
Anya
Mañana será mi cumpleaños. Tobías no ha dejado de llamarme pero no le contesté, tenía que hacer lo posible para que él no saliera lastimado. Lloré hasta quedarme seca y sin nada que dar. Odio a su padre, era un patán y un hipócrita. Tendría que esperar un año para poder buscarlo, pero no se la iba a dejar muy fácil. El sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos, miré la pantalla; era un número desconocido, así que contesté.
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Mi Vida Muy Normal A las Otras
Novela JuvenilAnya William tiene una vida llena de secretos, tristeza, dolor y muerte a su paso; es una chica que trata de luchar por mantener a su familia después del fallecimiento de su madre. Tobías Larson es un típico niño mimado, caprichoso, mujeriego, alcoh...