Esta vez, no

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—¡Maldita sea! —vuelvo a gritar al sacar su tambor, pero Hugo evita que lo abra.

Él le dice algo, cuando ella decide al fin cerrar bien el tambor, parece que están discutiendo, claro, si yo fuera del otro bando también estaría interesado en atrapar a la hermana del líder.

Desde aquí puedo ver las ojeras marcadas de Hugo, su piel está tan pálida, parece enfermo.

—¿Qué le pasa a Hugo? —preguntó Tamirá quién también lo mira con curiosidad.

—Tiene un segundo sello, y al parecer, no le está yendo muy bien con él, quizás eso esté comprometiendo su alma ahora mismo, lo más probable, es que no puede con semejante cantidad de sombras en su interior.

—Se ve que la está pasando fatal, así que aprovechemos esto y vayamos por Gizah, mientras podamos evitar una guerra ante esta cantidad de personas mejor.

Tamirá me hace un gesto de aprobación y cuando nos abrimos paso a la pareja feliz mi hermana nos pilla, sus ojos se abren tanto que no puede disimular el momento incómodo.

Ella salta del balcón, hacia Iam, acto seguido, él se giró para quedar igual de sorprendido como Gizah.

Pero apenas los teníamos cerca, una barrera se interpuso entre nosotros y esa barrera no era hecha por ningún Nemosorum.

—Por eso no los podía leer —Tamirá habla como si hubiese sacado la lotería.

—¡Gizah! —la llamo, y por qué no, también llamé la atención de todo el mundo.

—Hermano... —dice ella y apenas la oigo. Sólo puedo ver cómo Iam toma de la mano a Gizah.

En menos de un segundo ya teníamos a toda la comunidad reunida, y todos estábamos aislados.

—Vaya, vaya —Ámbar suena contenta— ¿todos vinimos de fiesta? ¿no es realmente pequeño este país, un día estás en medio del bosque y al otro en la disco?

—Realmente es tan pequeño este lugar, pero yo no me preocuparía por toparme con ustedes, esto es algo previsible, lo que me preocupa es que estemos rodeados de esta energía —digo sin soltar la mirada de Hugo.

—Tanto tiempo Helios —habla con tanto odio Hugo, que podría tomar sus palabras y volverlas armas— ¿Aún no has podido revivir a Zafiro?

—¿Aún no has superado que te haya cambiado por mí? —pregunté con ira, para él era fácil ser mi aliado por segundos para luego tirarme al suelo.

—Eres un verdadero desgraciado —aseguró mientras ponía sus manos sobre aquello que nos separaba—. Aguarda Helios, en cuanto pueda te voy a partir la cara.

Sonreí triunfante, en verdad acabo de alterar a Hugo y eso me encanta, más allá de que tenga a mi hermana en una situación de apremio, puedo decir que me siento triunfante.

—¿Por qué la gente de esta dimensión es tan exasperarte?

Todos buscamos a la voz masculina, la misma tenía un acento extraño, como si se tratara de un extranjero, pero no podía reconocer de qué procedencia era.

Hugo aprieta con fuerza la mandíbula, como también lo hace Alexandra.

Teníamos a un hombre , mirándonos con detenimiento, él simplemente no tenía ni un rastro de ser conocido por ninguno de nosotros.

—No lo puedo leer —Tamirá me susurra.

—Es porque soy un Inmortal —se adelanta, sorprendiendo a todos los presentes.

Sin desperdiciar un segundo más, pongo mi mano sobre la barrera que nos separa a Nemosorum y Dominis, absorbiendo.

En ese proceso Iam da un beso fugaz a mi hermana, quien finalmente viene hasta nosotros, y se posiciona a la defensiva.

—Mmm, ¿dónde tienes a tu designada? —me pregunta.

—¡Jamás te lo diré!

—¿Vienes así de la nada y crees que tienes derecho a preguntar por mi hermana? —Alexandra se sostiene del estómago con fuerza.

El hombre de ojos grises sonríe, como si acabara de ver alguna escena de comedia, se lleva un dedo a sus carnosos labios y comienza a gesticular de manera imperiosa cada palabra pronunciada a continuación.

—Yo hago lo que quiero, soy hijo de un Naim y un Demonio, por ende puedo hacer lo que se me cante. Dime Alexandra, ¿te sientes mejor? Supongo que las náuseas aún se sienten.

—¡Maldito desgraciado! —exclama ella mientras Ross, Dana y Hugo la sostienen para que no haga una locura, aquí hay mucha gente. O al menos, tengo la esperanza de que aún les interese no montar un espectáculo.

—Deberías cuidar tus palabras, más cuando te diriges a mí ¿no quieres saber de tu hermano acaso?

El silencio se hizo entre todos, sólo la música de fondo lo rompía, cuando a lado del joven apareció el chico que Tamirá identificó como el que intoxicó a Alex.

—Esto se está saliendo de control —me susurra mi amiga—. El tipo es un misterio, no puedo leer nada de él.

En eso, todo a mi alrededor se convirtió en nada, lo que yo creía, mis intenciones, mis esperanzas, mi sueño de algún día volver al mundo que yo conocía, se volvió polvo.

De la mano de Ámbar salió disparada una bola gigante de energía que impactó en el rostro del joven que acababa de llegar, los gritos de las personas desesperadas comenzaron a recorrer mi cuerpo y mi espíritu desapareció en el preciso instante en que el hombre contraatacó. Gente herida, tirada en el suelo, olor a sangre y alcohol se regaron bajo mis fosas nasales, todo ésto en menos de un segundo.

—No puedo ver ninguna posibilidad Helios, debemos irnos de aquí ya —grita Tamirá, cuando por instinto libero energía de mi cuerpo, creando un sello alrededor de los atacantes.

— No, esta vez no huiremos Tamirá, somo Dominis, dueños de la luz y la esperanza, nuestro deber es salvar a estas personas —Franco, Bruno y Saskia llegaron a la escena en el preciso instante en que Hugo deshace mi sello, ¡maldita sea! ¿qué carajos le pasa? ¿por qué él insiste en que el pánico se difunda?— Tamirá, yo me encargo de Hugo, tú sabrás qué hacer con los chicos para ayudarte a despejar este lugar, Gizah, ve con Tamirá.

—No, me quedo a ayudarte. —responde con ímpetu, pero mi alma estaba envenenada de cólera.

—¡No dejaré que la novia de un Nemosorum me ayude! Vete con Tamirá —grité con toda mi ira sobre los hombros, estaba enojado, triste, herido— No te necesito hermana, nunca lo hago.

Con lágrimas en los ojos ella se fue, dejándome con la escena de un Hugo impaciente, esperando a que lo ataque en cualquier momento, y vaya que ha llegado el momento.

Al sentir las sombras de su interior amenazando por salir al ataque, me planteé por primera vez ¿qué pensaría Zafiro, si por alguna razón en medio de esta batalla él cae herido por mi culpa? ¿Me odiaría? Quizás y toda la eternidad, pero si quiero ser sincero conmigo, debo admitir que hace tiempo deseo darle una golpiza.

—¡Helios! —grita Tamirá— Campo despejado.

—¡Váyanse! —Ordeno, mientras Ámbar y las demás luchaban contra los Perdidos, y Hugo me esperaba a mí— ¡Váyanse! —vuelvo a ordenar cuando al fin saltaron, dándome al fin la oportunidad de hacer lo que siempre quise. Pelear con Hugo.

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El Sol, el viento y la Oscuridad  [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora