ENTRE MUNDOS

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ENTRE MUNDOS 

Jordi Prats Bonet

 Obra inscrita en el Registro de la Propiedad

Todos los derechos reservados.

                                                                                             A la Cè i al Nau.

                                                                                            Els meus àngels guardians.

                                                                                            (Mis ángeles guardianes)

                                                              PRÓLOGO

Estaba de pie, enfrente de la mesa del despacho de su superiora, a la espera de que le dijera algo. Cuando le llamaban para que acudiera ante ella sólo podía significar que se trataba de algo muy especial y ella prefería que él, personalmente, se hiciera cargo de la situación.

Aquel momento de silencio era muy incómodo para él, porque nunca sabía si ella esperaba que dijera algo, pero siempre guardaba un respetuoso mutismo y se dedicaba a observar la figura que tenía delante.

Su sola presencia imponía, no solo por la altura sino por quien se trataba  y del poder que tenía. Nunca había visto su cara que la ocultaba en la penumbra que le daba la capucha de la túnica negra y aterciopelada, que siempre llevaban ellos. Decía la leyenda que tenía el rostro más bello que jamás se hubiera visto y que cuando alguien lo veía no deseaba otra cosa que estar con ella para toda la eternidad. Lo único que se podía ver de ella eran sus manos, que sobresalían por las mangas de la túnica, de finos y largos dedos, de piel pálida y que en aquellos momentos estaban sosteniendo un papel que terminaba de salir de la impresora.  Desvió la vista y observó, como otras tantas veces, los detalles grabados en la mesa de ébano que le separaba de ella, mirando las escenas que había, a la espera que le diera alguna orden.

Le extendió el papel que se apresuró a recoger y lo leyó. Levantó la vista y miró a su superiora que sin levantar la cabeza del escritorio le dijo que esa orden tenía carácter preferente sobre cualquier otra que estuviera en curso y que cuando hubiera cumplido esa parte, recibiría nuevas órdenes. Volvió a leer los nombres del papel y con una ligera inclinación de cabeza, se retiró.

Salió del despacho con la hoja en sus manos, pensando en quién podía llevar a cabo aquella orden. Si tenía carácter preferente, significaba que tendría que emplear a sus mejores agentes para cumplirla con éxito y actuar con la máxima discreción. Sabía que ella no permitía fallos y si, hasta ahora, era su mano derecha era por su diligencia, responsabilidad y disciplina.

Había llegado frente al ascensor y mientras esperaba, su cabeza ya estaba maquinando el proceso a seguir para cumplir con su nueva obligación.

                                                               1

Los destellos de los neones se reflejaban en el asfalto por la lluvia que había caído hacía poco. El sonido de la música envolvía el ambiente de los alrededores de "El Gran Barbazul", una macrodiscoteca de la noche badalonesa, que aquella hora estaba repleta de jóvenes ocupando todas sus pistas y barras. El alcohol corría de boca en boca a grandes zancadas, llenando los cuerpos jóvenes de momentánea alegría y excitación.

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