Entre Mundos (Capítulo 12)

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                                                                     12 

Habían transcurrido cinco años desde que su amigo había muerto. Se encontraba a punto de realizar los exámenes finales de cuarto de carrera. A pesar de las adversidades iniciales había conseguido superar el curso de orientación universitaria y la posterior selectividad que le permitió el acceso a la carrera de económicas, que estudiaba en la Universidad de Barcelona. 

Ahora que las clases habían terminado, Miguel aprovechaba el día para preparar los exámenes. Estaba en su habitación absorto en sus apuntes cuando sonó su teléfono. Odiaba que le interrumpieran cuando estudiaba pero estaba solo en casa y ya suponía quien era la que llamaba a esa hora. Era Cristina. Tras la muerte de Luis, ambos se habían hecho amigos íntimos. Habían pasado mucho tiempo juntos en aquella época tan penosa, consolándose mutuamente por la pérdida de Luis. Cuando tuvieron que elegir una carrera, ambos coincidieron en la misma, logrando, de esta forma, no perder el contacto entre ellos. Su relación se fue estrechando, fortaleciendo sus vínculos y comenzaron a sentir algo, el uno por el otro, lo que les llevó a empezar a salir juntos sin siquiera proponérselo, y así llevaban desde hacía más de dos años. 

- ¿Diga? – contestó tras pulsar una tecla del inalámbrico. 

- Hola, Miguel, soy yo Cristina – le respondió ella - ¿Cómo llevas el examen? 

- Bastante bien, ¿y tú? – le preguntó a su vez. 

- Creo que podría tomarme un descanso. ¿Te apetece salir a tomar el aire? 

-Está bien – dijo después de una pequeña pausa para evaluar cómo llevaba la asignatura - ¿Te paso a buscar en una hora? 

- Perfecto. Estaré lista. – dijo mientras colgaba el teléfono. 

Estaba en la cocina picoteando cuando había decidido llamar a Miguel. Se quedó unos instantes pensando que no tenía intención alguna de salir y debería de quedarse a estudiar pero hacia tres días que no se veían y tenía muchas ganas estar con él. Ya tendría tiempo suficiente para repasar la materia de nuevo antes del examen.

Llegó a su habitación, se quitó la ropa y se puso un batín para ir al baño. Cuando salió de la ducha, se maquilló y dejó preparados sus apuntes para cuando regresara de tomar algo con Miguel. Después de vestirse se sentó en el sofá del comedor y encendió el televisor para hacer un poco de tiempo antes de que Miguel la pasara a buscar.

Recordó como la relación que tenían iba estrechando lazos entre ellos, a través de pequeños detalles y por el aprecio que se profesaban mutuamente y aunque inicialmente no quiso aceptarlo, tuvo que rendirse a sus sentimientos. Nunca pensó que acabaría saliendo con él, ya que a ella le gustaba Luis y a sabía que a Miguel le gustaba Rosa. Sin embargo tras la muerte de Luis las cosas habían tomado un rumbo completamente diferente. Miguel comenzó a distanciarse de todo el mundo, hablaba muy poco y pocas veces salía de su casa. Ello provocó que su posible relación con Rosa nunca llegase a fructificar. Rosa tiró la toalla muy rápido y fue ella la que consoló a Miguel y le ayudó a superar aquella situación, aunque a ella tampoco le vino mal que Miguel estuviera a su lado. A medida que fue pasando el tiempo, su amor hacia él era mayor y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de no perderlo.

Habían pasado momentos tensos y tristes cuando recordaban los tiempos en que Luis seguía con ellos, habían discutido por ello más de una vez pero habían sabido superarlo y seguir juntos. Se habían prometido en más de una ocasión que mantendrían vivo el espíritu de Luis pasara lo que pasara entre ellos.

El hecho de pensar en Miguel, le hizo que el tiempo pasara volando y no se dio cuenta que su amado ya se encontraba en su casa. 

Fueron a cenar a la pizzería que estaba cerca de casa de Cristina. Estuvieron charlando sobre los exámenes y las dudas que tenían. Cristina, en un momento de silencio se quedó mirando a Miguel, que parecía estar pensativo. 

- ¿En qué piensas? – le preguntó Cristina poniendo su mano sobre la de Miguel. 

- ¿Sabes que día es mañana? – le contestó mirándola a los ojos. 

- Sí –contestó tristemente Cristina-. Mañana es el aniversario de la muerte de Luis. 

Era una fecha que no olvidaban jamás. En cuanto podían, iban a ver a Luis juntos o por separado, pero siempre que llegaba el aniversario de su muerte se las arreglaban para ir ambos al cementerio, llevar unas flores a su tumba y recitar unas oraciones por su alma. 

- ¿Qué te parece si nos acercamos después del examen? – la interrogó Miguel con ojos tristes. 

- Mejor a la mañana siguiente. No quiero estar pensando en Luis mientras hago el examen. – Cristina se quedó mirando a Miguel pensando que quizá hubiera sido egoísta pero sabía que su novio lo comprendería. 

- Está bien – le contestó cerrando los ojos e inclinando la cabeza. 

-No te importa, ¿verdad? – quiso saber Cristina acariciando la mano de Miguel. 

- No, de verdad. Quizá terminemos el examen tarde y ya será de noche. Será mejor que lo dejemos para la mañana siguiente. 

Cristina vio que los ojos de Miguel se volvían vidriosos. Por estas fechas, Miguel se volvía más sensible y aunque con el paso de los años no lo exteriorizaba tanto, sabía la importancia que tenía para Miguel visitar la tumba de Luis. Ella le confortaba siempre que podía, ya fuera con palabras o simplemente estando a su lado pero tampoco ignoraba que lo único que consolaba a Miguel era visitar a su amigo. Parecía que hablarle a su tumba y contarle sus problemas como si Luis todavía viviera le reanimara y expulsara toda la pena que llevaba en su interior. Era conocedora de que debería compartir los sentimientos de su novio con los de su amigo difunto pero tenía la esperanza de que con el tiempo se fueran diluyendo y tuviera a Miguel solo para ella.

La acompañó a casa y al despedirse vio que Miguel seguía teniendo los ojos llorosos. Lo abrazó y lo dejó marchar. Aquella noche ya no podría estudiar nada.

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