Cambios

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Alguien ha tocado la puerta de tu casa, asomas la mirada por el pequeño orificio de la puerta para ver quién era y determinar si cederle el paso. Descubriste a una señora con unos añitos de más, que te dio la indicación que quería hablar con tus padres.

Entre padre, madre y tú, escuchaban con atención todo lo que aquella señora tenía por decirles. Se presentó como la Profesora McGonagall, la cuál laburaba en un colegio de magia y hechicería, y venía a invitarte con una cordial carta a tal institución.

¡Qué emocionante! Pero a la misma vez era un ¡Qué terror! Las únicas brujas que conocías por películas eran malas y con verrugas.

Tus padres te acompañaron a comprar la lista de materiales que requerías para ingresar, se dirigieron a una dirección que les había indicado la profesora.

Ya era 1 de septiembre y tenías que partir de tu hogar para dirigirte hacia la estación de trenes. Tus padres te acompañaron y se despidieron muy eufóricos y cariñosos. Una vez sin ellos, tenías que ingresar tú sola por el andén indicado.

¿9 y ¾? -pensaste- nunca habías escuchado tal barbaridad y no lo encontrabas por ningún lado. Preguntaste al oficial a cerca de tal andén, se rió en tono burlesco y te pidió que no hagas preguntas de esa clase a los mayores. Decidiste disculparte y esperar a que pasara un milagro con tu billete dorado en mano. Tu milagro tenía una cabellera rubia platinada con bastante fijador de cabello. El chico y dos personas adultas -las cuáles supusiste que eran sus padres- pasaron por una pared, desapareciendo. De igual manera pensaste que era la manera en la cuál entrar a ese peculiar andén, así que, una vez tomando todas tus pertenencias, te dirigiste cuidadosamente atravesando tal muro.

Del otro lado había un hermoso y largo tren color escarlata con una gran multitud esparcida por todos lados. Suspiraste y decidiste adentrarte a tan majestuoso tren. En el primer compartimiento vacío que encontraste, tomaste asiento. Todo el tren estaba prácticamente vacío, pues todos los chicos aún estaban despidiéndose de sus familias, tú los observabas a todos ellos desde tu ventana, pero alguien hizo un gesto con la garganta, dirigiste tu mirada y encontraste a aquel chico platinado.

¿Podemos tomar asiento aquí? -inquiere con tono cortés, y apuntando a otros dos chicos detrás de él- Queremos estar cerca de la salida.

Asentiste y el trío tomó lugar en el compartimiento. El rubio tomó lugar a tu lado.

Por cierto -volvió a abrir la boca el platinado- ¿Quiénes son tus padres?

Te pusiste muy nerviosa, él seguramente era de una familia de magos con un apellido muy antiguo. No querías quedar como la chusma, pero no te quedaba de otra. No sabías ningún otro apellido de magos, a penas y sabías que existía la magia. Optaste por decir tu verdadero apellido.

           — Felton -dijiste con un hilo de voz- A penas se escuchó un leve sonido y esperabas que el chico no volviera a preguntar.

¿Disculpa? -sí, volvió a preguntar ese platinado- es que no te he escuchado.

Mi apellido es Felton -dijiste esta vez más segura, ¿Por qué te avergonzaba tu apellido? Siempre te había gustado-.

Ohh -dijo con aparente asombro el rubio- ¿Vienes de familia Muggle?

¿Disculpa? -ahora eres tú la que no entendía lo que decía aquel chico- ¿Qué es Muggle?

Pues verás -dijo, ahora con un aparente tono de desagrado hacía tu persona- así llamamos aquí en el mundo mágico a las personas que no poseen magia. -cada que su boca se abría sentías que te encogías más- Tus padres no poseen magia, ¿Verdad? No son magos. Eso quiere decir que posees sangre sucia.

¿Por qué te lo había dicho tan brusco? ¿Qué no sabe que las palabras causan daños a las personas? Decidiste tragarte tus lágrimas y pasarte a otro compartimiento. Necesitabas salir de ahí para poder estallar en lágrimas. No había porqué llorar, era un simple comentario. Entonces, volviendo a plantear todo, decidiste seguir en el mismo lugar que aquel chico y sólo asentir a todos sus comentarios que encontrabas negativos.

Después de un largo tiempo de silencio, el chico te volvió a dirigir la palabra.

¿Sabes -empezó a hablar mirándote a la cara- qué son las casas en Hogwarts?

No -respondiste amargamente. Ya no te quedaban ganas de hablar con él. Él lo supo y por eso te siguió hablando.-

La mejor casa es Slytherin -volvió a hablar sólo para molestarte- más te vale quedar en esa -terminó de decir dedicándote una sonrisa. Tu única reacción fue sonrojarte-.

Vaya sorpresa que te llevaste al saber que el mencionado "Sombrero Seleccionador" te seleccionó en la casa Slytherin. No sabías muy bien en qué consistía muy bien ésto de las Casas pero todos estaban por mesas. Fuiste a donde viste todo verde esmeralda y te sentaste al lado de las demás serpientes. A los pocos minutos también llaman al platinado y a los pocos segundos de tener el sombrero en su cabeza, lo seleccionó rápidamente en Slytherin. Tomó asiento a tu lado mientras pronunciaba que él sabía que te quedarías con él con una sonrisa maliciosa en el rostro.

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Umbridge el que no me siga en mi cuenta muggle:

anubisgallery

Seremos inseparables (Draco y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora