Desayuno exigente

9.4K 588 353
                                    

Al decir esas últimas palabras, Draco te voltea a ver sonriente y te toma de la mano con orgullo. También sonríes.

Esa noche fue muy linda. Draco nunca se despegó de tu lado y siempre cuido que ninguno de los amigos de su padre te hiciera mala cara o se atreviera a hacerte un comentario repulsivo. Le agradeces mentalmente, pues sabes que terminando todo, estarían los dos acostados, en cucharita y contándose anécdotas graciosas sobre lo vivido en esa fiesta. Ahí es cuando le agradecerías.

La señora Malfoy no subió a su habitación o se fue de la sala principal hasta que el último invitado se marchó de la mansión. Admirabas a aquella mujer por todo su esfuerzo hacia su hijo y a su esposo.

Cuando el último invitado se marchó, la señora Malfoy, con un gesto de cansancio en su rostro, mueve su varita y hace un hechizo sin voz; limpiando el poco desastre generado por aquellos hombres, amigos de su esposo.

Después de haberle visto hacer eso con ojos de admiración, Draco le inclina la cabeza a su madre y ésta hace el mismo gesto, para que después tu pareja te tomase de la mano y salieran corriendo escaleras arriba. Supusiste que ese gesto de hijo a madre era para pedir la salida de la habitación. "Qué buenos modales, por Merlín", pensaste.

Después de llegar a la habitación de Draco, te sentaste en su casa mirándolo fijamente, pues él seguía plantado a un lado del marco de la puerta. No se movía, pero, sin embargo, ya había cerrado la puerta de la habitación y mantenía el contacto visual contigo. Le hacías unas señas con tus manos para que saliera de ese trance en el que estaba, o qué por lo menos se acercara a ti. Sentir su perfume enrollándose y danzando junto con tu fragancia. Pero él, aún así, no se dignaba a moverse de ahí. Tenía una cara de preocupación y no sabías porqué.

¿Tienes algo, Draco? -preguntaste en un hilo de voz-.

¿En la mente? Sí -dice Draco sin dejar de mirarte directamente a los ojos-.

¿Qué tienes en la mente? -le preguntaste. Te estaba preocupado lo frío que te estaba contestando-.

A ti, acostada. Justo ahí -dice ahora con picardía y apuntando hacia su cama, haciéndote ruborizar-.

Sabías que ambos eran muy jóvenes para hacer esa clase de actos, pero querías jugártela otra vez con él. Sólo con él y para él. Así que te acostaste sobre la cama y por fin viste al platinado separarse de la puerta y empezar a acercarse hacia ti. En cada paso que cada aquel ser que compartía la habitación contigo, iba acercándose cada vez más, ibas sintiendo que los vellos de la nuca poco a poco iban moviéndose de su posición original, haciendo todo en ese momento, más satisfactorio.

Al llegar a la cama, te da un ligero beso en la frente.

Te amo -te dice con esa linda carita, en la cual sabes que todo lo que salga de esos labios, será verdadero, y si no lo es, te harás creerlo-.

Yo también a ti -le confiesas, pues no sé lo habías vuelto a decir desde aquella noche de Navidad en su habitación esmeralda-.

Poco después de esa confesión, el platinado empieza a acercar sus labios con los tuyos. Mientras que tú no podías quitar la mirada de esos labios rosados, deseosos de estar pegados con los tuyos. Después de algunos instantes, por fin quedaron unidos aquellas extremidades del cuerpo de ambos, las cuales les hacían falta más cariño: sus labios.

Después de unos minutos de apasionados besos ininterrumpidos, Draco se encargó de subir las cosas a otro nivel de placer para ambos.

Empezó colocando una de sus manos por tu pierna e ir subiendo suavemente a tu entrepierna, sin cesar el beso. No quisiste que se quedara atrás con las caricias así que también empezaste a jugar un poco con su entrepierna. Creías que en cualquier momento tu corazón se iba a salir de su lugar, tenías la adrenalina al tope. Te colocaste sobre él, haciendo que ambos dejaran sus manos a sus respectivos costados pero sin ponerle pausa al lindo beso. Y así se quedaron metidos en el beso un par de minutos hasta que alguien llamó a la puerta y de pronto la temperatura de la habitación bajó mínimamente 10 grados. Ambos estaban un poco decepcionados de la inoportuna visita de cualquiera de los padres de Draco, pues no se había quedado alguna otra persona esa noche.

Quitaste tu cuerpo del suyo tan rápidamente y te acurrucaste con una cobija cómodamente calientita y sedosa, mirando hacia la pared del otro lado de la puerta. El rubio, era el que obviamente iba a atender a quien sea que estuviera tocando, por lo que él ya estaba girando la perilla cuando descubren que estaba la señora Malfoy del otro lado de la puerta.

Pasaba a desearles buenas noches y a dejarles estos bocadillos -dice con una voz sedosa, pero al mismo tiempo cansada- espero duerman bien -termina de hablar con una sonrisa en su rostro para posteriormente tomar rumbo hacia la derecha (donde supusiste que quedaba la habitación de los padres de Draco).

Draco entra con la canasta con algunas golosinas, y sabiendo que ya no se podía tener nada de acción esa noche, empieza a quitarse sus ropas finas para ponerse su pijama. También decides quitarte tu vestido y ponerte una pijama de seda esmeralda, justo como en la navidad.

Draco terminó de cambiarse y se dispuso a meterse a la cama contigo. Durmieron en cucharita.

¿Draco? -le hablas después de veinte minutos después que se hubieron acostado en la cama-.

Draco no contestó. Estaba dormido.

Gracias por hoy, Draco -le dices, aunque sabes que no te escucha y decides dormir por fin-.

A la mañana siguiente, en el comedor, el señor y la señora Malfoy ya estaban desayunando. Te sentaste y tomaste un par de panqueques, después de desear los buenos días.

¿Y bien? -dice el señor Malfoy-.

Te quedas callada sabes que te está mirando a ti pero no sabes a qué se refiere, así que sólo lo miras mientras masticas.

¿Cuál es tu estatus de sangre, mujercita? -dice el señor Malfoy-.

Draco abre mucho los ojos y casi escupe lo que está comiendo.

Los panqueques se te fueron a un lugar donde regularmente no se van. Casi te ahogas.

______________________________________

🚨 Capítulos finales, señores🚨

Seremos inseparables (Draco y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora