Prólogo: "Preparativos Académicos"

324 18 10
                                    

Era un día normal de clases en la "Academia". En un aula común, de las muchas que había en ese enorme complejo educativo, un grupo de alumnos, sentados en gradas elevadas ubicadas de forma tal que ninguno pudiera incordiar la vista del otro, pasaban sus ojos a una velocidad sobrehumana por las pantallas holográficas que les aparecían enfrente mientras llevaban unos extraños cascos grises en la cabeza. Estos no solo eran los causantes de las proyecciones sino que, además, hacían que los alumnos pudieran procesar y memorizar toneladas de información sin demasiado esfuerzo lo cuál, como era evidente, ayudaba muchísimo a aquellos estudiantes que, ya de por si, eran algunas de las mentes más brillantes de la Creación. De lo contrario ni siquiera hubieran podido soñar con ingresar en una institución de un prestigio tal como la Academia.

Supervisando el normal funcionamiento de la clase estaba una mujer que aparentaba tener más años de los que seguramente tenía, dada la severa y estricta expresión de su rostro. La disposición de los asientos, además de ayudar a los alumnos, le permitía a ella poder mirarles a la cara a todos y cada uno de los alumnos y así poder descubrir si alguno no estaba haciendo lo que se suponía que debía hacer. La mujer vestía un largo vestido morado y gris que no pegaba ni con pegamento y era tan largo que no se le podían ver los pies. Su cabello, más blanco que la nieve, estaba recogido de tal forma que tuviera como dos "picos" de pelo cayendo por las orejas, cubriéndolas en su totalidad. Cualquiera que no la conociera pensaría que este personaje era, en el mejor de los casos, extravagante pero sus alumnos e incluso sus coleas profesores sabían muy bien que no convenía hacerla enojar, especialmente considerando que ella siempre llevaba un arma consigo, una pistola "Kilgos CX2", una de las mejores que un civil podía permitirse conseguir.

La mujer mantenía los brazos cruzados, solo apartando la vista de los alumnos para revisar la hora. La clase estaba a pocos segundos de terminar y ella no vio necesario extenderla hasta el límite. Simplemente no valía la pena.

-Finalizar programa de aprendizaje- dijo en voz alta.

Los hologramas se apagaron y, al parecer, esa era señal para los alumnos de que la clase había finalizado. Todos se sacaron los cascos al mismo tiempo y algunos se pusieron a conversar entre sí. La mujer llamó la atención de los estudiantes golpeando el suelo con su tacón.

-Aunque la clase haya terminado, eso no quiere decir que se pongan a hablar entre ustedes como si esto fuera una feria- afirmó- Recuerden que para la siguiente clase deben traer hecho su informe de quince mil seiscientas cuarenta y siete palabras sobre las propiedades del urcoplis como conductor de fuentes de luz y calor. Ni una palabra más, ni una menos. Aquel que se pase o se quede corto recibirá una reducción de puntos equivalente a la cantidad de palabras extras o faltantes. Eso es todo, pueden retirarse.

-Subdirectora- dijo una voz.

La mujer elevó su mirada hacia uno de los estudiantes de las gradas superiores, quien la había llamado y tenía la mano levantada, en señal evidente de que intentaba llamar su atención. La mujer le hizo un gesto con la cabeza, como indicándole que podía hablar.

-Señora, se que se supone que lo de... eso que usted sabe es secreto pero... ¿nos podría decir algo más?- preguntó el alumno.

Todos los demás, incluso aquellos que ya se habían levantado y estaban de camino hacia la salida del aula, regresaron de inmediato a sus asientos, ansiosos por escuchar lo que su subdirectora tenía que decir de un tema tan... delicado. La mujer soltó un suspiro antes de contestar.

-Estudiantes, reciten el lema de la Academia- ordenó.

-¡La pluma es el arma más poderosa para aquellos que buscan el conocimiento y la paz!- exclamaron los alumnos.

La Construcción de un ImperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora