capitulo 25

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¡ESPECIAL 100 SEGUIDORES! (Quiero decir gracias por seguirme y también advertir que lean hasta el final les conviene esto será revelador ay qué emoción)

" Ojalá que estén bien. Dios mío, por favor, que estén bien".

La casa de Candelaria era de ladrillos y estaba rodeada de casas de madera más modernas pero de todos modos antiguas, construidas todas en lo que originalmente había sido una sola propiedad. Había luz en la planta baja y en una de las ventanas de arriba, y el Ferrari estaba aparcado en la entrada.

Luna abrió la puerta de su lado en cuanto el auto se detuvo, pero vaciló cuando Matteo no apagó el motor ni hizo ademán de salir. Puso los codos en el volante, inclinado hacia adelante estudiando la casa.

-¿Qué pasa?-preguntó ella.

-Algo anda mal.

Quiso decirle que era un paranoico, pero la acusación se desvaneció en algún punto entre la intención y la vocalización. Se puso a escuchar, porque parecía que era eso lo que estaba haciendo. Luego bajo la voz y en un murmullo dijo:

-¿Qué es lo que oyes?

-No oigo nada-lo dijo como si fuera significativo. Pero era diciembre las ventanas de la casa estaban cerradas, las del auto levantadas, y por silencioso que fuera en comparación con el de su papá, estaba el ruido del motor.

Un momento después Matteo apagó el motor y se bajó. Se quedó a un lado, en el camino que conducía a la entrada.

-Está en casa-dijo, justo en el momento en que la luz de arriba se apagó y se encendió la que debía ser la luz de la siguiente habitación.

-Luces automáticas-explico Matteo.

Después de unos diez o quince segundos, aunque en realidad le pareció por lo menos una media hora, Luna le pregunto:

-¿Qué estás escuchando?

Matteo le dirigió una prolongada mirada pero no contesto.

Ella se preguntó si le pediría que esperara fuera, pero cuando finalmente se dirigió a la puerta principal no dijo nada, tal vez esperando que ella eligiera por sí misma. Luna lo siguió.

Matteo tenía su propia llave; a Luna eso no le sorprendió. Ciertamente eso facilitaba las cosas.

-Merda-dijo Matteo en el instante en que la puerta se abrió. Había estudiado italiano en la secundaria, y aunque no recordaba casi nada más, si recordaba las palabras que madam Welch, prudente pero ingenuamente, les había prevenido que no usarán: "Bueno si querida, casi perfecto, pero no agregues una D al final, si no se convierte en una expresión vulgar"
Luna entendió perfectamente lo que Matteo acababa de decir, pero mientras intentaba preguntarse porque lo había dicho, y no tanto porque lo había dicho en italiano, el atravesó la sala y subía ya las escaleras de dos en dos.

En la planta baja, bien iluminada, Luna vio paredes de madera pulida y costosas antigüedades. Todo estaba en orden, a simple vista no faltaba nada, ciertamente no había pasado nada parecido a lo que había ocurrido en su propia casa. Pero por acogedora y segura que pareciera, no estaba dispuesta a separarse de Matteo, especialmente cuando algo había llamado su atención.

COMPAÑEROS DE LA NOCHE LUTTEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora