Capitulo 18

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Luna conocía la calle donde Matteo vivía: quedaba atrás del supermercado donde trabajaba los viernes después de acabar las clases y los sábados por la tarde. Incluso reconoció la casa de su tío. Una casa victoriana muy amplia, con un porche alrededor, techos angulares y buhardillas, y torrecillas coronadas con torres cónicas, de la que solía decir: ¨algún día, cuando sea rica y famosa, voy a comprar esa casa¨. Lo que la distinguía de las demás casas victorianas elegantes de Brockport era el enorme jardín, que nunca fue subdividido en el apogeo de la compra de terrenos. Cada primavera y cada verano se llenaba de hermosas flores y arbustos, de modo que este jardín siempre tenía más colorido y más vida que ningún otro sitio.

-¿Es tu tío el que se ocupa del jardín?-preguntó Luna cuando Matteo dobló en la entrada para autos.

Matteo  le dirigió una mirada de sorpresa, como preguntándose si pensaba que alguien podría estar ocupandose del jardín en diciembre, antes de explicarse, Matteo dijo:

-No, contrata a personas que lo hacen.

Y ella se dió cuenta que no fue su pregunta lo que le sorprendió si no que algo lo distrajó.

-¿Qué pasa?-cuando vió que Matteo observaba la casa con recelo.

El auto retrocedió bruscamente cuando pisó con fuerza el acelerador y un instante después freno.

-Lo siento-dijo-es que estoy seguro de que dejé las luces apagadas, pero no tiene importancia.

Que bueno que no tenían que depender de sus reflejos. Luna había visto la luz en una de las ventanas pero no prestó atención. Incluso vió cuando la puerta se abrió, pero su única reacción fue que le dio un vuelco el corazón cuando vio que se trataba de una mujer muy atractiva. Tonta, se dijo. No podía esperar nada de Matteo.

Matteo dejó el auto en el lado opuesto del porche y apagó el motor.

De cerca, la mujer podría ser la edad de la mamá de Matteo, pero Luna dudó mucho que fuera su tía. Por una parte, Matteo no había mencionado más que a su tío, por la otra, parada ahí en el porche no parecía ser la tía de nadie, con medias, sin zapatos y una copa de vino blanco. Luna había visto lo suficiente al amigo de su mamá, antes de que desaparecieran a Florida, para saber que algunas mujeres prefieren a los hombre jóvenes. Está mujer se apoyo en el barandal y le dirigió una sonrisa tan amable como la que ella le devolvió.

-vaya, vaya- dijo la mujer, sin dejar de mirar a Luna cuando Matteo bajó del auto- veo que no debí venir de visita sin previo aviso.

Luna dudó en abrir la puerta del auto, pues tendría que pasar junto a la mujer antes de alejarse. pero sus reservas la pusieron en una posición más incómoda, porque Matteo dio la vuelta al auto y le abrió la puerta, como si eso fuera lo que ella estuviese esperando. Entonces la mujer alzó las cejas con apreciación.

-se ve bastante joven, amore mio-dijo mientras Luna bajaba del auto-pero no me cabe duda de que sabes lo que haces. Sólo deja que vaya a buscar mis zapatos.

Luna sintió que se le encendían las mejillas. Que pensara que Matteo era increiblemente hermoso, y que era una señal del ¨cielo¨ que viviera en su casa, y luego que se desilusionara al descubrir que por lo visto ya tenía novia, una novia mucho mayor, no significaba que planease pasar la noche con él. Ni con nadie, a estas alturas de su vida.

Alcanzó a ver que Matteo estaba más mortificado que ella.

-Está es Luna Valente-dijo apresuradamente cuando la mujer iba a darse vuelta-acaba de salvarme la vida.

La mujer retrocedió, medio divertida.

-Y Luna está es Candelaria Molfese-y dudó antes de terminar, sin convicción-mi instructora de redacción técnica.

COMPAÑEROS DE LA NOCHE LUTTEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora