CAPITULO 2

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Los días y las noches pasaban de una manera rápida, muy rutinaria, Jessica notó que las pesadillas eran cada vez menos recurrentes, el ente que siempre la atormentaba dejó de hacerlo, para ese tiempo el embarazo iba de maravilla, incluso pensó que las pesadillas eran producto del mismo embarazo, por verse sola y tener una nueva vida en su vientre.

– ¿Sabes Tamara? Siento que el bebé se mueve mucho este trimestre, pero el médico me dijo que todo va bien, que incluso mi bebé es muy energético – dijo mientras acariciaba su vientre, estaba ya en su sexto mes, Tamara, por su lado, solo observa la reacción de su amiga, no era la primera vez que tenían esa conversación, después de todo, era su primer embarazo.

–Si ya lo sé Tamara, solo soy una madre primeriza que no quiere saber aún el sexo de su bebé, solo quiere saber si es un bebé completamente sano –Tamara solo puede reír al escuchar a su amiga, parecía que leía su mente.

–Tú lo has dicho mejor que yo -dijo y le paso un poco de té mientras cambiaba un poco el tema– pero sabes, se me hace un poco tonto que por un sueño no quieras saber cuál es el sexo de tú bebé – dijo sentándose a su lado.

Jessica solo suspiró y le dio un sorbo a su té, era verdad lo que decía Tamara sobre el sueño que había tenido, en ese momento, su mente volvió a ese momento de su pesadilla haciendo que su piel se erizara. Al menos Tamara era una buena amiga y solo le sonreía para terminar hablando de otras cosas.

Esa noche antes de dormir, recordó el último sueño que tuvo. En él, solo corría, pero en esa ocasión llevaba a un niño en sus brazos. Mientras corría de algo que aparentemente le seguía pudo ver a un pequeño niño con ojos grises que lloraba, el cabello del menor era de un blanco tan hermoso que hacía juego no solo con sus ojos sino con su piel. Por un momento sintió que debía cuidar de él, pues, muy dentro de su ser sabía que ese ser que la perseguía quería al menor que tenía delante. ¿Qué significaría ese sueño? Acaso el niño era...

Un mes y medio más pasó tan rápido como los sueños que la volvían a atormentar, tal vez se estaba sugestionando, pues después de pensar en el sueño, estos volvieron a aparecer. Esa noche no quería dormir, pero el sueño era inevitable, ya llevaba varias noches sin dormir y sus ojeras junto con las peleas con su amiga la tenían cansada, sin olvidar su embarazo.

No pudo soportar más y se durmió casi enseguida, cuando reaccionó estaba de nuevo en sus sueños, no hizo más que llorar y tomar su vientre, estaba harta de todo eso, escucho unos pasos, pero no corrió no hizo absolutamente nada, el bebé que en el pasado había llevado en brazos, ese que vio llorar ahora sé paraba delante de ella en una versión adulta.

– ¿Por qué lloras humana, acaso sabes lo que te espera? – la pequeña paz que había sentido se esfumó al escuchar esa voz, sabía bien que era la voz de la "sombra".

– ¿Qué es lo que quieres de mí? – dijo aun llorando.

– ¿Qué te hace pensar que te quiero a ti mujer? – Sonríe de forma macabra y le toca su vientre- lo que quiero esta justo aquí -Jessica solo se puso pálido sintiendo como todo su cuerpo se ponía débil casi al punto del desmayo.

–N...no con mi hijo te metas – dijo casi en un susurro lo que ocasiono que el joven comenzara a reír

–Eso no me va a detener. Tu sola vendrás a mí -después de decir eso desapareció ocasionando que ella despertara por un fuerte dolor en su vientre.

Los gritos despertaron a Tamara quien corrió a su ayuda, su sorpresa fue grande al ver no solo que se había roto su fuente, sino que había sangre en toda la sabana.

Jessica no supo de sí, hasta que ya estaba en el hospital, el dolor que sentía iba bajando por los medicamentos. Él medico comenzó a explicarle con la intención de que pudiera entenderle.

–El parto es de alto riesgo y el producto es prematuro, haremos todo lo posible por salvarlo. Mientras las enfermeras y más médicos de ahí, la preparaban para una cirugía de emergencia.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y solo comenzó a llorar asintiendo, su corazón latía muy deprisa debido a la adrenalina y a la emoción, pedía a todo lo que sabía y conocía que estuviera bien su bebé.

Para ella los minutos eran horas, quería saber que tanto hacían los médicos, sentía que no podría seguir despierta más tiempo hasta que un llanto la despertó, sus sentidos se pusieron alertas de nuevo y dio gracias a todo lo bueno esperando que el bebé estuviera bien.

–Es un niño – escucho que el médico le decía, pero su cansancio era más fuerte y cayo dormida pensando que lo peor había pasado.

Despertó en una habitación y vio a su mejor amiga a su lado, parecía que estaba llorando y su corazón latió con fuerza por un mal presentimiento.

–Tamara... ¿qué ocurre? -la joven tomó su mano y con lágrimas en sus ojos le dijo – tu bebé esta grave, al ser prematuro tiene muchas complicaciones y están tratando de salvarlo, perdiste mucha sangre y te desmayaste, los médicos no saben bien que fue lo que pasó pero solo un milagro podría salvar al bebe.

Escuchar eso fue peor que un balde de agua fría le cayera encima, su alma se iba de su cuerpo sin comprenderlo, había visto a su hijo, estaba sano ¿por qué le estaba pasando eso, por qué sus dioses le estaban fallando ahora? Quería ir hasta donde su bebé estaba, pero le era imposible, su cuerpo no estaba en condiciones de levantarse. Tamara salió en busca de un médico que pudiera infórmale algo sobre el bebé y en ese momento recordó todos los sueños, ¿y si esos sueños solo le estaban advirtiendo sobre la vida de su hijo?

Desesperada, pensó en todos los seres que la habían atormentado.

–Les daré todo lo que me pidan, podrán seguir atormentándome, pero salven a mi bebé por favor, les daré todo lo que quieran -no paraba de llorar y de repetirlo hasta que un hombre con traje negro entro –


–Trato hecho -le dijo sonriendo, esa sonrisa era maligna, pero no le importaba si al final ella moría o recibía los peores tormentos, siempre y cuando su bebé viviera.

Un camino sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora