CAPITULO 9

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La noche era fresca ese día, el mejor antro de la ciudad tenía una fiesta VIP, la música sonaba y los invitados especiales y selectos bailaban al ritmo, mientras en sus manos sostenían las bebidas del lugar.

En una esquina había un hombre tomando y fumando en la mesa, apartado de todo aparentemente, esperando la llegada de alguien especia.

Una chica bastante hermosa y llamativa iba de la mano de un joven bastante atractivo, sus movimientos de baile eran muy provocativos para las demás personas que estaban en ese lugar. Los invitados comenzaron a corear el nombre de “Miku”.

Lo que no sabían esas personas era que no  iban a sobrevivir. Esa era la especialidad de Miku. Obtener las mejores almas y corromperlas hasta el punto de que fueran un manjar y así devorarlas.

La sombre de un hombre algo asqueado por lo que veía, pasaba dirigiéndose directo al joven que estaba apartado de todo, sentándose a su lado.

–Gabriel, te estaba esperando – dijo el joven de mirada penetrante mientras Gabriel le miraba con cierta precaución.

–Leo… ¿Por qué me pediste que viniera aquí? – dijo sentándose intentando estar en forma tranquila.

Oh… descuida no debes temernos, no aún – Leo seguía tranquilo bebiendo y sonríe, esa sonrisa que al demonio le hacía ver más atractivo en su forma humana, pero al mismo tiempo, aterrador.

– Esta reunión es solo para hablar –Leo volvió a sonreír lo que ocasionó que Gabriel bajara la vista

– Tenemos entendido Gabriel, que tu plan es armar un ejército – Gabriel se puso pálido, ¿Cómo era que estaban al tanto de su plan? La expresión de Gabriel ocasionó que Leo se riera a carcajadas.

–Descuida, no hemos venido a reclamarte nada, como puedes ver Miku estaba… aburrida, así que por eso estamos aquí, nosotros no tenemos intención alguna de interrumpir tus planes, incluso estoy algo curioso –dijo al tiempo que sus ojos se mostraron en un tono rojizo, aunque solo fue un destello.

Gabriel no sabía si creer en las palabras de Leo, pero al menos ya no se sentía con temor, incluso pensó que podría tener una ventaja extra con Leo y Miku a su lado en ese momento.

–Será mejor que te vayas – dijo mirándole a él y después  a los que estaban en la pista de baile.

–Miku parece que va a empezar a… jugar –señala Leo la pista de baile y observa como Miku estaba en una especie de casi orgia con las personas que bailaban con él.

Gabriel un tanto asqueado se levantó de inmediato y caminó fuera del lugar, sabía que solo estaba corrompiendo almas y todos los participantes morirían. El auto ya esperaba a Gabriel, éste subió de inmediato y se marchó, como si estuviera huyendo de una bomba.

En la pista de baile Asmodeo sentía las manos lujuriosas de las personas sobre su cuerpo, tocándolo con desesperación, a los hombres del lugar no les importaba ver que esa hermosa chica era en realidad un chico.

Solo pensaban en querer tener sexo con él,

Leviatán no podía negarlo, esa escena era deliciosa, su cuerpo humano reaccionó a tan lujuriosa escena, no se unió a la orgía, pero si tomó del brazo a la primera persona que le paso comenzando a embestirla como si de un juguete se tratara.

Al inicio esa persona no quería, pero fue corrompida de igual forma, dejándose llevar por la pasión y el deseo del momento, sin saber que pronto moriría.

Las horas pasaron y solo estaban Leviatán y Asmodeo sentados en la mesa, los cuerpos de las personas con las que tuvieron sexo estaban en el piso, desnudos y muertos, ambos habían comido todas las almas.

–Leviatán estoy repleto, creo que solo necesito jugar más con las personas –dijo sonriéndole, Leviatán sabía que “jugar”  se refería a buscar personas con las cuales tener sexo. –parce que tú también te divertiste un poco.

–Solo fue instinto, el cuerpo humano es débil ante estas tentaciones –dijo sonriendo de igual forma – pero no puedo negar que esta noche fue un banquete muy especial –dijo mirando los cuerpos – podremos repetir todo esto después de tu próximo concierto…

***Esa mañana, muy lejos del lugar***

Damián cayó al piso mostrando signos de cansancio y su rostro lleno de sudor, era muy bueno luchando y controlando sus poderes, pero Tamara siempre lo terminaba derrotando.

Damián no se podía explicar por qué ella era tan fuerte, pareciera que Tamara le leía la mente, pero Tamara le contestó que “sus movimientos solo eran predecibles y tenían que cambiar”.

Jessica por su lado se sentía intranquila por todo lo que ocurría, había días en los que preferiría huir con su hijo y dejar todo, suspiró y solo camino por los jardines recordando el momento en que Damián había nacido.

–¿Habré hecho bien en hacer ese contrato? –se preguntaba Jessica mientras miraba el vasto jardín, era una pregunta que tenía una respuesta, pero no era ese el momento ni el lugar, no aún.

Un camino sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora