Al otro día, al amanecer, Val me despertó.
—¡Estoy asustada, L!
—Dime que tienes, lo resolveremos. Juntos.
Val me abrazo, y me susurró...
—Si no fuera por ti estaría muerta, gracias, eres un verdadero Lyon. Te amo infinitamente. Capuletto me buscaba y tú me estas ayudando a escapar, soy inestable, lo sé. Pero esto es una guerra, y la inestabilidad cambia la balanza.
—Seguro.
Nos besamos un poquito. Luego decidí que ya no seguiríamos escondidos esperando la caballería. No era correcto seguir esperando a alguien que ni siquiera le importamos.
—Vayámonos de aquí, no importa si no lo logramos, si vamos a morir, que sea juntos, Val.
—Tienes razón, a tu lado iría a dónde sea.
—Vayámonos de aquí, viajemos en tren a Francia. Ahí seguro estaremos a salvo, ya que hay una sede secreta en caso de emergencia de la O.A.S.D. —dije algo emocionado.
—Está bien, estoy contigo, S.
Entonces cansados, asustados, sin saber si sobreviviríamos a esto, sin saber si era nuestro último día de vida. Sin dinero, fuimos al terminal. Cuando llegamos, estaba una señora que al parecer era la que vendía boletos. Era la típica señora delgada (casi desnutrida), de cabello oscuro, súper maquillada, y fumadora.
—Hola... ¿Qué desean? —exclamó de manera muy dulce.
Mire su distintivo.
—Señora... Milo. Disculpe, mi compañera y yo...
Cuando dije compañera Val me miró algo molesta...
—Ehm, mi novia y yo queremos viajar a Francia, lo más rápido posible, es una larga historia, y no tenemos dinero...
—El viaje a Francia está en 75 euros, no menos. —dijo cortante.
—Disculpe...
—¡Cállate S!, disculpe pero un mafioso nos viene persiguiendo y queremos sobrevivir, somos agentes, ¡maldición! ¿Es muy difícil que alguien se digne a ayudarnos? —dijo Val muy molesta.
—¡Yo lo haré! ¡Yo pago todo! —dijo Connor
—¡Connor! ¡Qué bueno que estás aquí, pensaba que no vendrías! —dije.
—No iba a venir, pero luego recordé que te puse un rastreador en Zúrich. Así que te localicé, y aquí estoy.
—Nos salvaste la vida, Connor. —dijo Val.
Connor pagó los boletos, y nos montamos en el tren que iba a Francia. Cuando íbamos buscando asientos noté a varios hombres que estaban vestidos de negro. Luego encontramos asientos, y nos sentamos.
—Vaya... Val, ¿cómo lograste escapar de las garras de Capuletto?
—Casi no lo logro, si SL no hubiera llegado, seguro ahora estuviera muerta en un congelador. —dijo Val mientras reía.
Pasaron 6 horas.
—Debo ir al baño, regreso en un momento. —dije.
Me levanté, y camino al baño, me asomé a donde estaban sentados los hombres, pero ya no estaban. Entré al baño, hice mis necesidades, y salí. Iba hacia mi asiento, pero se fue la luz de repente.
—¡Val, Connor! ¿Están bien?
Nadie respondió. El baño estaba trancado. Intenté e intenté, pero no se abría de ninguna forma. Saqué mi pistola, le disparé al candado. Se abrió la puerta, corrí hacia donde estaban Val y Connor pero no estaban ahí.
—¡Val! ¡Connor!
—¡Aquí estoy! ¡Sigue mi voz! —gritó Connor.
Encendí la linterna de mi celular.
—¡Por aquí, S!
Chocamos, lo golpeé pensando que era uno de los malos, pero era él.
—Ups, pensaba que eras uno de los malos. —dije.
—Tranqui... ¡Agáchate!
Me agaché. Era un uno de los hombres, me golpeó, y me tiró al suelo. Connor intentó detenerlo, pero lo golpeó y se fue corriendo hacia donde estaban los pilotos. Connor lo perseguía, y yo perseguía a Connor.
—¡Connor, SL! —gritó Val.
Me volteé y fui hacia dónde provenía la voz de Val. Era a lo último del tren. Llegué y la vi, amarrada y golpeada.
—¡Voltea! —gritó Val.
Era otro de los tipos, intentó golpearme en la mejilla, pero lo detuve, le pateé la rodilla, y lo golpeé con la parte trasera de mi pistola. Tome mi navaja de bolsillo, desaté a Val.
—Gracias, otra vez me salvaste la vida.
—¡Ayuda! —gritó Connor.
Uno de los hombres estaba asesinando a todos los pasajeros con una ametralladora, mientras otro regaba gasolina en el piso y los asientos. Corríamos hacia allá, cuando prendieron fuego a la mitad del tren. Los gritos de las personas que viajaban eran el terror hecho realidad.
—¡Connor, sube al techo del tren por la escotilla de emergencia! —gritó Val.
—¡Lo haré, suban ustedes también! —gritó Connor.
—Val subió primero al techo, y me ayudó a subir, y del otro lado estaba Connor peleando con 3 hombres. Les disparé. Gasté toda mi munición. Solo le di a 2, y cayeron fuera del tren en movimiento.
—¡Se va a voltear! —gritó Connor.
Corrimos hacia donde estaba.
—¡Dios!, ¿estás bien Connor? —dijo Val, y saltó a abrazarlo.
—Ok, tenemos de saltar de esta cosa, o nos vamos a estrellar con esto.
Y así lo hicimos, saltamos, y caímos a la carretera, llenos de ceniza, cansados y golpeados.
—Al menos ya estamos muy lejos de Capuletto. —dijo Val.
—Sí, y mucho más cerca de Francia. —dije.
—Y al menos ya estamos a salv...
La chica con la que me encontré en Zúrich apuñalo a Connor por detrás.
—¡No! —gritó Val.
Val comenzó a luchar con la misteriosa chica. Pero ella golpeó fuerte a Val, y se fue corriendo, Val la persiguió, pero estaba una motocicleta cerca, la chica misteriosa se subió, y se fue. Val corrió hacia nosotros.
—Vayan, sálvense ustedes, yo estoy más del otro lado que de este. —exclamó Connor jadeando.
—No, te vamos a salvar, Connor, ya verás. —dije.
—Esa chica sin cara va a pagar con su vida por lo que te hizo. —dijo Val.
Estaba presionándole la herida, y Val le quitaba la camiseta para usarla como compresa.
Parecía no funcionar.
—Chicos, vayan a buscar mi maleta. Ahí están unas cosas que nos pueden salvar la vida a todos.
—Ve tú. —dijo Val.
—Vamos los dos. —le dije molesto.
Val se levantó.
—Connor, presiona con fuerza, ya vuelvo. —dijo Val.
Entramos al tren carbonizado, con todos esos cuerpos quemados, era la propia escena de película de terror.
—¿Te gusta Connor? —le pregunté a Val.
—No, me gustas tú. No comprendo por qué lo preguntas. Más bien, ayúdame a encontrar esa maleta.
—Pues pareciera que te gusta, como lo miras, como lo tratas.
—Mira, lo apuñalaron el hombro, es por eso.
—No lo creo.
—¡No discutiré contigo, piensa lo que quieras!
—Ya, solo quería hacerte molestar, tontita.
—No me digas tontita, triple tonto.
—Súper Tonta.
—Híper Tonto.
—Tonta Suprema.
—Mega Tonto.
—Reina Tonta.
—Súper Mega Ultra Rey InterDimensional de los Tontos, más todo lo que tú digas, más 1.
—Ok, mejor lo dejo hasta ahí.
—Te amo.
—Y yo a ti.
Cuando por fin encontramos la maleta (estaba algo quemada pero por suerte no se quemó su interior), corrimos hacia donde estaba Connor.
—¡Connor! ¡La encontramos! —dije.
—Excelente, ábranla.
La puse en el suelo, y la abrí. Había 10.000 euros, una pastilla, y una botella con agua.
—Dame la pastilla. —dijo Connor.
—¿Qué es? —preguntó Val.
—Es una pastilla regeneradora de tejidos moleculares.
—Excelente, tómatela. —dijo Val.
Val le pasó la pastilla y el agua. Connor se la tomó. Y al instante comenzó su piel a regenerarse. Era una pastilla hecha por los científicos de la O.A.S.D. No se podía esperar menos. Pasaron 10 minutos de angustia.
—Listo, ya se supone que me regeneré por completo. —dijo Connor.
Caminamos y caminamos. Faltaba poco para llegar a Brianzón. Gracias a Maps logramos llegar a Brianzón. Ahí, fuimos al terminal. Y tomamos un tren a París. Asustados, pensando que sucedería lo mismo que pasó con el tren en Italia. Sin prestar atención a la hora o a algo, nos montamos en el tren y fuimos hacia París. Connor y Val durmieron todo el viaje, excepto yo, sentado junto a la ventana, alerta si sucedería algo, para que no ocurriera lo que pasó antes, casi perdemos a Connor. No hubiera podido con mi conciencia si Connor hubiera muerto. Si hubiera muerto, seguro me hubiera lanzado al río que estaba al lado del camino. Me hubiera suicidado. Varias horas después llegamos a París.
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Veneno
Mystery / ThrillerEn un mundo repleto de agentes secretos, un criminal llamado Tony Capuletto planea crear una misteriosa sustancia, capaz de controlar mentes y alterar personas, pero para crearla, se necesitan los Cristales de León, los ingredientes principales para...