Capítulo 19. Disturbios y explosiones.

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Llegó el día, un día nublado, gris, lluvioso, en lo personal son mis días favoritos, pero en ese momento solo hacía que me pusiera más nervioso acerca de lo que ocurriría horas después.
Estaba subiendo las escaleras hacia la azotea de la O.A.S.D., luego comencé a acomodar los francotiradores. Cuando Val me sorprendió.
—Hola... —susurró.
—¡Ahhh! —grite desesperado.
—¡JAJAJAJA! Pobre bebé asustadizo.
—Cierra la b...
Val me besó. Habíamos tenido muchísimos besos perfectos, pero este fue el beso con más amor que nos dimos. En un ambiente perfecto, solos, con el viento pegándonos en la cara. Y con la vista a todo Los Ángeles.
—Te amo SL.
—Y yo te amo más. —respondí.
Val me abrazo y me dijo:
—No sé qué vaya a pasar con nosotros, hoy S, pero siempre te amaré, nuestro amor es la clave de todo. —dijo Val.
—Y tú eres la clave de mi corazón.
—Te amo.
Luego nos dimos otro beso más breve, y bajamos con Constance.
—Tía, dinos... ¿Estamos listos para los disturbios? —pregunto Val.
—Todos estamos en posición correcta, la ceremonia puede comenzar.
Val, Connor y yo subimos a la azotea. Los agentes y sus familiares comenzaron a llenar el gran salón. Mientras Constance subía al escenario, se abrió el telón azul.
—Bienvenidos todos los Agentes a La Asamblea Anual de La O.A.S.D.
—La gente comenzó a aplaudir— En esta asamblea nos reunimos todos los agentes para celebrar otro año más de misiones que han sido un éxito, como otras que no. Pero lo que sí es cierto es que todos somos una familia, y nos merecemos todo lo que deseamos. Aquí hoy también habrá una entrega de premios a los mejores agentes de este año. Y estoy muy orgullosa de lo que esta Organización ha logrado, y lo que logrará.
En eso entra Lilia.
—Damas y Caballeros pertenecientes a esta Organización, ahora comenzaremos con...
Mientras una pared estalló gracias a la detonación de una bomba, y los gritos comenzaron a acabar la paz del evento, Connor se preparó para disparar al maldito Capuletto, pero en vez de eso, era un ejército de personas rifles que disparaban al aire, y algunos disparaban a los agentes, y no eran balas, sino Veneno, estaban usando Veneno en Los Agentes, Connor comenzó a disparar a los discípulos de Capuletto, Constance y Lilia salieron corriendo a esconderse al sótano, algunos agentes comenzaron a emboscarlos, Val y yo bajamos corriendo hacia el disturbio. Cuando bajamos, habían montones de cuerpos en el piso, nos acercamos, estaban todos muertos, Val tomó el bastón y lo convirtió en sable, estaba preparada, a cambio yo estaba solo con una pistola, estaba asustado. De repente nos emboscaron varios discípulos de Capuletto, comenzamos a luchar. Val parecía que hubiera usado ese sable antes, era toda una experta, sin duda el sable estaba hecho para ella. Mientras yo les disparaba, cuando los neutralizamos a todos, nos acercamos a sus rifles, y tenían unas pequeñas balas rellenas de Veneno, era algo raro.
Mientras la batalla entre Agentes y Discípulos seguía, bajamos hacia el sótano esperando encontrar a Constance, y por suerte estaba ahí junto a Lilia.
—¡Valerie, Sebastian! ¿Están bien? —pregunto asustada Constance.
—Sí, tranquila, estamos bien. ¿Y ustedes? —pregunto Val.
—Estamos bien, pero Merlot no. —dijo Lilia.
—¿Como? —pregunté.
—A Joe lo atacó un discípulo, lo hirió en el abdomen. —dijo Lilia.
—¡Qué! —exclamó Val.
—Iré a buscar al laboratorio la pastilla que usó Connor cuando casi muere. —dijo Val.
—No iras a ninguna parte Valerie. —ordenó Constance.
—¿Por qué?
—Tienes que estar a salvo, moriría si te sucede algo.
—Aja... Lo lamento tía, ¿pero acaso ser chica significa que tengo más probabilidades de que me suceda algo malo? Olvídalo, ya vuelvo.
Val se fue por las escaleras hacia el laboratorio. Estaba a dos pasillos de llegar al laboratorio cuando varios discípulos se abalanzaron sobre ella. Ella los combatió, los neutralizó y siguió su camino, cuando entro al laboratorio estaban varios discípulos destruyendo los equipos del laboratorio.
—¡Oigan! —exclamó.
Los discípulos fueron directo a Val, pero ella comenzó a usar sus técnicas de Siren, cuando terminó con todos busco la pastilla, cuando la encontró, salió corriendo hacia el sótano donde estábamos. Cuando llegó la cara de felicidad-angustia de Constance no era normal.
—¿Estás bien? ¿Te hirieron? —exclamó Constance.
—No tía, todo bien, me emboscaron varias veces, pero todo bien, aquí está la pastilla para Merlot. —dijo Val.
Val le dio la pastilla a Constance.
—En serio eres increíble Val. —dije.
—Ya lo sé, gracias por recordármelo. Jajá. —dijo.
—Te amo.
—Y yo a ti.
Constance le dio la pastilla a un moribundo y desangrado Merlot.
—Gracias. —dijo Merlot jadeando.
—De nada Agente Merlot. —dijo Val.
—Ok, Val y yo debemos irnos, ustedes dos quédense aquí con Merlot. —dije.
Nos fuimos del sótano, la masacre seguía, era como una plaga, Val y yo decidimos subir a ver cómo estaba Connor en la azotea.
—¿Connor? ¿Cómo estás? —preguntó Val.
—Estoy bien, este francotirador que me dio tu tía es increíble.
—Sí, ella se luce con sus regalos, como con los trajes que tenemos puestos. —dijo Val.
—Quisiera estar en París. —dije.
—Pronto estaremos ahí, juntos. —exclamó Val.
Todos los agentes lograron acabar con los discípulos de Capuletto, y gritos y aplausos se escuchaban abajo en el gran salón.
—Lo logramos. —dijo Connor.
—Supongo que sí. —dijo Val.
—Pero... ¿Dónde están Capuletto y Mariah? —pregunté.
—Buena pregunta.
—Debemos acabar con ellos para por fin tener la victoria. —dijo Val.
—Buen punto. —dije.
De repente aterrizó un helicóptero afuera de la sede del que se bajó Mariah, y luego entro a la sede. Con una ametralladora y megáfono. Se colocó el megáfono en los labios y dijo:
—¡Esta vez ganaron Agentes, pero esto es solo el principio!
Apretó el gatillo y comenzó a dispararle a la sede, a los agentes, a los equipos y demás. Luego se bajó del helicóptero y entro Capuletto.
—No vale la pena, vámonos a terminar con lo nuestro. —dijo riéndose.
Mariah le entregó el megáfono.
—Pero antes quiero aclarar a todas las personas que continúan con vida, que Veneno solo funciona en algunas personas, capaces de recibir los dones que otorga, por eso la mayoría de agentes inyectados, murieron. Adiós. —dijo.
Se subieron al helicóptero, y despegaron.
—¡Dispara, Connor! ¡Dispara! —gritaba Val.
—No me quedan balas.
Y de repente explotó el helicóptero. Le habían lanzado un torpedo. Volteamos a ver quién era, y Lilia fue quien lo disparó.
—¡Wow! ¡Así se hace Lilia! —exclamé.
Bajamos los tres a donde estaban Lilia, Constance y un regenerado Merlot.
—Al fin acabo esta pesadilla. —dijo Val mientras abrazaba a Constance.
—Vengue a mis padres. —dije.
—Otro logro más en mi currículum. —dijo Connor.
—¡Connor! —grito Val.
—Ok, eso estuvo fuera de lugar. —dijo Connor.
—Lo lograron, ustedes tres salvaron a la O.A.S.D., y todos los agentes que sobrevivimos, les agradeceremos por siempre. —dijo Lilia.
—Gracias Agentes. ¿Cómo les podemos pagar su esfuerzo y dedicación? —pregunto Merlot.
—Con 300 millones de dólares para cada uno. —dije en sentido de broma.
—¿Tan poco? Vaya, estos chicos si son sencillos. Pero está bien, para mañana esos 300 millones estarán en sus cuentas. —dijo Merlot.
—Ah, jamás pensé que era en serio, lo dije en sentido de broma. Pero ok, me gusta la idea de 300 millones solo para mí. —dije.
—Yo con esos 300 millones comprare la bonita mansión de París para vivir ahí con la persona que más amo en mi vida. Pero antes, quiero recorrer el mundo junto a ti, y como último destino, nuestro próximo hogar.
—Me parece increíble. —dije.
—¿Y tú Connor, qué harás con esos 300 millones? —pregunto Val.
—Pues, arreglaré mi camioneta y compraré la mansión de al lado y seré su vecino de los gatos.
—Jajaja, en serio Connor, te amo. —dijo Val.
—Yo volveré a Inglaterra mañana. —dijo Merlot.
—No lo harás Joe. —dijo Constance.
—¿Por qué no?
—Por qué te quedarás conmigo para comandar esta sede.
Merlot besó a Constance, y Constance le devolvió el beso.
—Guácala. —dijo Val.
—Y yo, los ayudare por unas semanas, y luego me iré otra vez a La Academia Centuris. —dijo Lilia.
—Tú tampoco te irás. —dijo Constance.
—¿Cómo?
—No, los tres vamos a dirigir la O.A.S.D. desde ahora. —dijo Constance.
—Me parece bien. —dijo Lilia.
—Entonces todo terminó, estamos fuera. —dije.
—Exacto, es momento de descansar. —respondió Val.

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