Capítulo 9. El final de un sentimiento.

51 11 0
                                    

Contesté.
—Hola agente Lewis, han pasado varios meses sin tu reporte. —exclamó Mariah.
—Ehm, lo lamento, he estado ocupado intentando no morir.
—No sé, no nos pediste ayuda, es tu problema.
—Tranquila, estoy en París, a salvo.
—Necesito qué vayas a una misión junto a la señorita Copper.
—Déjame adivinar, tengo que buscar otro cristal.
—Vaya, adivinaste. Mis científicos afirman que el cristal está escondido debajo la cascada Litka, en la isla Tiki. En algún lado cerca de Hawái, un lugar desconocido para ti, pero te encantará.
—Ok, necesitaré unos días.
—¿Para qué, acaso no estás listo?
—No, solo... Ok, estaré allá cuanto antes. Solo espero no encontrarme a la chica misteriosa.
—Ok. Espero tu reporte.
Colgué. Y fui hacia el patio donde estaba Val sentada en una sillita de madera bebiendo café.
—Hey Val, tengo noticias.
—Dime S.
—Tenemos que ir a una supuesta isla Tiki. A buscar uno de los cristales.
—No iré.
—¿Por qué?
—Ya arriesgué mi vida lo suficiente para la O.A.S.D. Mientras Mariah no mueve un dedo en su oficina. Si ella quiere esos cristales, qué los busque ella.
—Oye, estamos en esto juntos.
—¡No! Tú estás en esto. Tú no soportaste a Capuletto tocándote. Tú no tuviste que fingir ser alguien que no eras, tú dormías como un gatito mientras yo ni dormía pensando que esa noche sería la última.
—Lo siento, no tenía idea por lo qué tuviste que pasar.
—Por fin tengo paz, y no la cambiaré por unas piedritas amarillas mágicas.
—Entonces será mejor qué esto quede aquí.
—Si eso te deja dormir, dejarás de ser un Lyon.
—No más, al menos no para ti.
—Como quieras. Solo no me busques. ¿Capisci?
—Capisci.
Me fui de la casa, solo con mi traje, cuando iba saliendo Connor me tomó del brazo.
—Hey, no te vayas sin esto, creo que te puede ayudar.
Me dio su botón de clave morse.
—Gracias. Deberías acompañarme.
—No, debo estar para cuando me necesites, además recuerda qué no es mi tipo de misión, soy un Tild.
—Solo... cuida a Val, aún que ella no necesite protección. —dije.
—Ajá. Si quieres te acompaño al aeropuerto.
—No, tranquilo, te veo pronto.
Salí de la mansión, llamé un taxi, esperé varios minutos al taxi, cuando llegó me fui hacia al aeropuerto. Cuando llegué, tomé un vuelo hacia Hawái, qué era el lugar más cerca de la isla Tiki. Durante el vuelo solo pensé que sacrifiqué mi amistad y mi amor, solo por mi trabajo, una parte de mi quería volver con Val, abrazarla, besarla y pedirle perdón por ser un total idiota, y otra parte de mi quería terminar esta misión suicida. Estaba listo para enfrentar lo qué se pusiera en frente de mí, no me importaba volver a ver a La Chica Misteriosa, igual que cualquier persona qué se pusiera en mi camino, solo quería acabar con esto. Aún que ni siquiera había comenzado.

VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora