Capítulo 14. ¡Connor, sal del portaequipaje!

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Limpiamos todo esa noche en la sede, al día siguiente nos preparamos para viajar a Estados Unidos, estábamos listos para embarcar, cuando alguien tocó la puerta pública de la sede. Val se asomó.
—Oh no, tenemos problemas.
—¿Quién o qué? —pregunté.
—La policía.
—Valerie, SL, Connor, escóndanse. Yo arreglaré esto.
Y así lo hicimos, nos escondimos. Y Constance abrió la puerta. Eran unos oficiales, y no se veían nada amigables.
—Hola, ¿qué desean? —dijo Constance nerviosa.
—¿Usted es Constance Copper? —dijo el jefe.
—Sí, ¿hay algún problema? —exclamó Constance.
—Tenemos una orden de arresto por el atentado al tren vía Italia-Francia. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagarlo la alcaldía le otorgara uno, tiene derecho a mantener silencio, todo lo que diga puede y será usado en su contra. ¿Se declara culpable?
Constance se quedó pensando...
—Ah...
Connor se levantó del suelo, y salió del escondite.
—¡Déjenla! ¡Ella no hizo nada! ¡Fui yo! ¡Me declaro culpable de todo!
Connor comenzó a atacar a los oficiales, pero lo neutralizaron.
—Ustedes tienen que acabar con Capuletto. No pueden ir a prisión, No se preocupen por mí. —decía Connor mientras se lo llevaban a la patrulla.
—¡No! ¡Connor! —gritaba Val.
Los oficiales se fueron. Val lloraba, y lloraba...
—¿Por qué lloras Val? —pregunté.
—SL, cuando no estabas, él estuvo conmigo, cuando peleamos, él me consoló. El me preparaba chocolate caliente cuando llovía o hacía frío. Cuando faltaste, él hizo un poquito menos difícil la situación. Y ahora va a pagar por algo que yo hice. —murmuró Val.
—Val, tranquila, Connor podrá con eso. Pronto lo sacaremos de ahí. Ahora debemos centrarnos en ir a California y acabar con Capuletto. —dije.
—Valerie, mira, un oficial dejo caer este papel mientras se llevaban a Connor. —dijo Constance.
Val tomó el papel, y lo abrió. Decía:
"Esto les pasa por meterse con quien no deben, hagan lo que hagan, tenemos la delantera. Atte. Tony Capuletto."
—¡Maldición! Fue Tony quien mandó a encarcelar a Connor. —dijo Val.
—No, el envío a los policías por Constance, no por Connor, él le dañó la jugada. —dije.
—¿Pero si el destino de Connor no es la cárcel? —dijo Constance.
—Debemos perseguir esa patrulla ahora. —dije.
Salí corriendo, Val me siguió...
—¡Los espero acá! —gritó Constance angustiada.
Encendí el auto y arrancamos. Por suerte a la patrulla Val le lanzó un localizador, estaba a dos manzanas de distancia. En esa persecución solo pensaba en Connor, en que podría estar pasando. No lo sabía, ni lo iba a saber si no acababa con esos oficiales. Iba a 200 kilómetros por hora. Estaba a pocos metros de la patrulla. Val le disparaba a la patrulla. Le dio a un neumático. Luego le dio al copiloto.
Chocaba a la patrulla por las calles de París. Mientras Val se desangraba. Estábamos pasando por Los Campos Elíseos cuando Val le disparó al piloto. El auto se detuvo. Se bajaron los dos oficiales que quedaban, Val le dio a un policía. Pero el otro tomó un trozo de vidrio de la ventana de la patrulla y lo puso en el cuello de Connor.
—¡Si los veo moverse le desgarraré el cuello! ¡Lo haré! ¡Lo juro!
Val le apuntó.
—¡Baja el arma o tu novio morirá!
—¡Y para que sepas cerdo ignorante, él no es mi novio! —exclamó Val.
Me señaló.
—¡El sí, animal! Y no, no bajaré el arma.
—Entonces prepárate para despedirte de él.
Val le disparo al oficial justo antes de que degollara a Connor.
—¿¡Estás loca!? —exclamó Connor.
—Te salvé la vida, estúpido.
—¡Casi me destroza el cuello! O pudiste darme a mí en vez de a él.
—¡No hagas que me arrepienta de salvarte la vida! —dijo Val.
—Ok, ok, cálmense los dos. —dije.
—¡SL, cállate! No fuiste al que casi asesinan. —dijo Connor.
—Pues he estado al borde de la muerte varias veces. —dije.
—Entremos al auto. —dijo Val.
Entramos al auto, me senté de piloto, Connor en la maletera, y Val de copiloto. Encendí el auto y fuimos hacia la sede.
—Connor, vente a los asientos reales. Deja el drama. —dije.
—¡No lo haré!
—¡Connor, sal de la maletera! —gritó Val.
—Tú no te metas, bruja. —dijo Connor.
—Cierra la boca, eres más horrendo que LeatherFace.
—Quiero verte llorar, Llorona.
—Eres tan dramático igual que el mismísimo Drácula.
—¡Te odio! ¡Te odio tanto! Solo por ser Incógnita te crees mucho. Imagino si yo fuera Incógnito...
—Aww, eres como Freddy Krueger, persigues los sueños de otros en vez de los tuyos.
—Ok, Val. Te pasaste. —dije.
Llegamos a la sede.
—¡Connor! ¡Qué acto tan noble hiciste! ¡Gracias! —dijo Constance.
—Tranquila, lo haría mil veces más. Lástima que tu sobrina no valora nada, y casi me mata.
—¡¿Qué?! —dijo Constance.
—Connor, ya perdóname, ¿ok? —dijo Val.
—Está bien, solo quería un rato de drama.
—Oigan, debemos irnos a Estados Unidos cuanto antes. —dije.
—Ok, nos quedaremos en casa de mis papás como acordamos. —dijo Val.
—Está bien, descansemos esta noche y mañana viajamos. —dijo Constance.

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