Capítulo 8. París, ciudad del amor.

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Desperté a Val y a Connor.
—Val, despierta.
—Ok. —dijo Val bostezando.
—Connor, levántate.
—Ah, voy. Quedé adolorido.
Bajamos del tren, y tomamos un taxi hacia la sede de la O.A.S.D. Cuando llegamos, entramos por la parte de atrás. Pensando que estábamos siendo silenciosos.
—¡Bienvenidos! —gritó una vocecita.
—¡Sabíamos que lo lograrían! —gritó otra persona.
Nos aplaudían, como si hubiéramos salvado al mundo del veneno. Aún que solo había rescatado un cristal de León.
—Bienvenidos, agentes. Mi nombre es Constance Copper, soy la representante de Francia ante la O.A.S.D.
—Un placer, Señorita Constance. —dijo Connor.
—Encantado. —dije.
—Hola tía Cons. —dijo Val.
—¡¿Tía Cons?! —dije sorprendido.
—Si agente Lewis, soy la tía de Valerie.
—¿Eso significa que eres francesa Val?
—No, soy americana y mi tía también, solo que ella vino a vivir aquí para representar a Francia, solo eso.
—Ok.
—¿Y cómo rayos sabían que vendríamos? —dije.
—Connor me lo informó en caso de que algo hubiera salido mal. —dijo Constance.
—Vaya, Connor, pensaste en todo. —dijo Val.
—Jajaja, siempre pienso en todo.
—Cállate señor engreído. —dijo Val riéndose.
—Por favor, ustedes son agentes, y están todos sucios, acompáñenme a los vestidores. —dijo Constance.
Así que la seguimos hasta los vestidores, cuando entramos, vi mi talla de traje, así que la fui a tomar.
—¡No! —dijo Constance.
—¿No? —pregunté.
—Ustedes son agentes de élite, desde que Connor me informó que vendrían, me tomé la tarea de diseñarles unos trajes a prueba de lo que sea, este es el tuyo Valerie.
Era un traje gris oscuro, con un cinturón que tenía armas, gas lacrimógeno, adormecedor, y etcétera. Tenía por la cintura unos bolsillos, tenía mangas que llegaban hasta un poco debajo del hombro, por detrás tenía un bolsillo que tenía dagas.
—Tu traje aguanta las balas, el fuego, se seca rápido, te da agilidad, no tendrás problemas. Ve, báñate, y te lo pones. ¡Ah! No olvides los guantes cariño, en el cinturón hay armas para cualquier ocasión, y los bolsillos del muslo son por si necesitas colocar algo ahí. Y estas botas son para rapidez. No te pasará nada malo si usas el traje adecuadamente cariño. —dijo Constance orgullosa de su creación.
Así que Val fue a los baños.
—Ahora tú Lewis, tú traje es igual que el de Valerie, solo que tiene esto:
Era una bomba eléctrica, noquearía a muchas personas en segundos.
—Ve, báñate, y póntelo. —dijo Constance.
Fui a bañarme.
—Connor.
—¿Si?
—Este es el tuyo, es igual a los demás, solo que tiene este botón de clave morse para comunicarte con la sede, si necesitas algo. Solo úsalo.
—Ok, seguro dirás que me vaya a bañar, así que te ahorraré saliva.
Constance salió de la habitación. Mientras nos bañábamos, pensé. ¿Si hubiéramos muerto? ¿Si Capuletto nos hubiera encontrado? Cerré la ducha y salí, entré a la de Val.
—¡Qué rayos! Sal de aquí antes de te vean. —dijo.
—Nah. —respondí.
Me acerqué y la besé, en lo particular fue un beso tierno y lleno de amor, sentí que ella tenía los mismos sentimientos que yo, nos amábamos mutuamente y esperaba que siguiéramos así hasta el final de todo.
—En serio, S. Si mi tía nos ve me asesina. —susurró.
—Esta bien, solo un beso más. —supliqué.
—Me parece razonable, S.
Nos besamos y solo sentía amor y más amor y si todo se acabara eso me destrozaría tanto que habría alguna posibilidad de que no haya retorno.

Salí de la ducha en la que estaba Val bañándose y me vestí. Luego salieron ellos.

—Que lindos trajes nos hizo mi tía. ¿Verdad?
—Sí, están magníficos. —dije.
Salimos de los vestidores.
—Oh, ya salieron, esta es la llave de su casita en las colinas para que nadie los encuentre. Afuera hay una camioneta, esta es la llave, en el GPS esta puesta la dirección.
Salimos. Nos montamos en la camioneta, y Val iba manejando.
—¿Por qué estás manejando tú? —preguntó Connor.
—Yo conozco un poco más París. Seguro tú con todo y GPS te hubieras perdido. —exclamó Val.
—Mejor cierro la boca. —murmuró Connor.
—Mejor. —dije.
Pasaron 45 minutos cuando por fin llegamos a la casa. Era una típica casa moderna en la colina. Algo escondido, pero muy acomodada y moderna. Entramos.
—¡Wow! Tiene jacuzzi. —dijo Connor.
—Miren la cocina —dije.
—¡Chicos, miren las habitaciones! —gritó Val desde la habitación principal.
Connor y yo fuimos hasta allá.
—Wow, lo siento Connor, esta habitación es de Val y mía.
—Sí, quisiera tener pareja. Al menos la chica que me apuñaló, ¡ja, ja, ja!
—Bueno, Connor, tú entraste de último, así que tú preparas la cena.
—Vaya, de saber que sería su esclavo, no hubiera tomado la pastilla.
—Ya, fuera de aquí. —murmuró Val.
—¡Te amo! —le grité.
Mientras Connor preparaba la cena y nosotros nos quitábamos los trajes, le dije a Val:
—Ahora si no me podrás decir no.
—Me da ansiedad de saber qué sucederá. —respondió levantando la ceja.
—Pronto lo sabrás.
—¡Chicos ya la cena está lista! —gritó Paul desde la cocina.
Bajamos las escaleras.
—Wow, hiciste panqueques. Pensaba que hasta el agua se te quemaba. —dije.
Nos sentamos y comimos.
—¿Vamos al jacuzzi? —preguntó Val.
—Me apunto. —dije.
—Yo no. —dijo Connor.
—¿Por? —preguntó Val.
—Porque no y ya.
—Como quieras. —dije.
Fuimos a la habitación, nos cambiamos. Y bajamos al jacuzzi.
—El agua está perfecta S.
—Exacto, sin duda alguna este momento es perfecto.
—Te amo.
—Yo te amo a ti. —dije.
Nos besamos, durante ese beso solo pensaba en lo mucho que la amaba. En lo feliz que me hacía, en lo afortunado que era de tenerla a mi lado.
Pasaron horas, y estábamos bebiendo cócteles y hablando de lo mucho que sentimos durante nuestras aventuras en Italia.
Por fin nos habíamos ido a dormir.
Y así pasaron semanas. Hasta que mi celular sonó. Era Mariah. Seguramente para avisarnos de una nueva aventura que casi acabaría con nuestras vidas.

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