Capítulo 15. Purificación, lluvia y el quinto punto.

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Amaneció, eran las 7:26 a.m. Levanté a todos para partir a California. Con unas semanas de anticipación a la asamblea de la O.A.S.D. para disfrutar de unos días de paz. Desayunamos pancakes con huevo, tocino y café en un restaurant que estaba a una cuadra. Luego volvimos a la sede, Connor y yo montamos los equipajes al auto. Eran las 9:38 a.m. Y nuestro vuelo salía a las 10:00 a.m. Nos montamos. Pero Constance seguía adentro de la sede. Me bajé a ver. Y Constance había llenado el lugar de gasolina.
—¡¿Qué hizo señora Copper?!
—Debo purificar este lugar.
Salió del lugar, la seguí hasta afuera, tomó un encendedor, lo encendió, y lo lanzó a la gasolina, todo prendió en llamas. Una gran flama tomo poder de lo que alguna vez fue la sede Incógnita de la O.A.S.D.
—¡Vámonos o nos perseguirán! —dije.
—Ok.
Constance y yo nos subimos a la camioneta.
—Tía Cons, ¿por qué lo hiciste?
—Valerie, encendí la sede para cerrar una etapa de mi vida. Una etapa de sufrimiento, pero una etapa de renacimiento, no soy la misma Constance de cuando les di la bienvenida a París.
Todos tenemos un ciclo en el cual tocamos fondo, que pareciera que jamás volveremos a ser la misma persona, pero no está mal, porque gracias a eso nos volvemos más fuertes, no somos la misma persona, porque renacimos como alguien quien no sufrirá por lo mismo dos veces, cometemos errores, pero no debemos arrepentirnos, sino aprender de ellos. No seremos jamás los mismos, ahora seremos más fuertes y astutos para enfrentar lo que sea. Considero que los errores son lo mejor que nos puede pasar, pues ellos nos empujan hacia atrás temporalmente, para luego impulsarnos como una flecha que va a recorrer los cielos en busca de una identidad. Debemos pasar una etapa de purificación. Pero vale la pena. Siempre valdrá la pena.
Val suspiró.
—Ay tía, te admiro.
Íbamos ya por medio camino. Estábamos cerca del aeropuerto.
—Oye Val. —dije.
—Dime amor.
—Espero caerle bien a mis suegros.
—No pasará.
—¿Por qué?
—Te van a odiar. Siempre odian cualquiera que no sea familia.
—Me los ganaré.
—Si eso te deja dormir. —dijo sarcásticamente.
Llegamos al aeropuerto. Nos bajamos de la camioneta.
—Te extrañaré. —le dijo Connor a su camioneta.
—Tranquilo, en California tendrás otra. —dijo Val.
—Tengo una idea. —dijo Connor.
Connor sacó algo de su bolso. Era un artefacto pequeño. Lo lanzó a la camioneta. De repente se comenzó a disolver. Hasta que todo un polvo se colocó adentro del artefacto.
—¡¿Qué hiciste?! —dijo Val.
—Solo la descompuse unos millones de años para que se hiciera polvo. Luego la introduje a ese artefacto, y luego cuando quiera liberarla solo debo apretar este botón verde, y la camioneta volverá a su estado normal.
—¿Pero si se acomoda de una manera distinta, y no queda como camioneta, sino como un cerdito mecánico?
Connor comenzó a sudar.
—No había pensado en eso. Ojalá que no suceda y ya. ¡Dios, Val! ¡Siempre me arruinas mis expectativas! —dijo Connor.
—Deberías tomar agua, te estás alterando, cariño. —dijo Val sarcásticamente mientras tocaba la mejilla de Connor.
—Se nota que se aman, ¿les organizó la boda? —dije.
—Sabes que solo te amo a ti SL.
Tomamos el vuelo. Pasaron varias horas. Por fin llegamos a Los Ángeles, California.
—¡Por fin después de tantos años estoy en mi natal California! Estaba harta del frío de París. —dijo Constance.
—En serio tía, ¿cómo vas preferir el frío al calor? Yo sería feliz viviendo en París donde vivíamos antes de que se SL se fuera a la isla Tiki.
—Cada quien tiene sus preferencias, gustos, y demás. Eso te hace tener una identidad. Eso te hace ser tú. Y no puedes cambiarlo, es tu esencia, y si a los demás no les gusta. Pues ellos están mal.
—Tía Cons, no era para tanto.
Pasaba un taxi por ahí...
—¡Taxi! —grite.
El taxi paró, y nos subimos.
—Disculpe, por favor llévenos a la residencia El Dorado. —dijo Val.
—Eso queda muy lejos señorita. —dijo el conductor.
—¿Quiere 150 dólares por el viaje?
—Claro.
El conductor arrancó y comenzó el viaje de 1 hora. Nos quedamos dormidos.
—¡Despierten Bellas Durmientes! —dijo el conductor.
Despertamos, ya habíamos llegado. Val le dio los 150 dólares al conductor. Bajamos. Y el conductor se fue.
—¡Bravo! Por fin estamos en la Residencia El Dorado, el lugar donde crecí. —dijo Val.
—¿Por qué se llama El Dorado? —preguntó Connor.
—Se llama así porque secretamente es el lugar donde agentes jubilados pueden vivir seguros. De la Organización de Agentes Secretos Dorados, está la Residencia El Dorado. Para que personas como mis padres, vivan bien, y vivan seguros porque sus enemigos jamás darán con ellos. —dijo Val sintiéndose aliviada.
—Vamos Valerie, entremos. —dijo Constance.
Caminamos hasta la casa 73, en la calle 2. Val se acercó y toco la puerta.
—¿Quién es? —dijo una voz dentro de la casa.
—Ehm, correo... —dijo Val modificando su voz a la de un repartidor.
Abrieron la puerta...
—¡Mamá! —gritó Val.
—¡Valerie! ¿Cómo has estado? Tenía mucho sin verte. Tus hermanos y yo estábamos preocupados por ti. Veo que traes amigos, ¡Cons! ¡Hola hermana!
—¡Hola Marjorie! Qué lindo verte.
—Pasen por favor y pónganse cómodos mientras dure su visita. —dijo Marjorie.
—Ehm... Mamá... —dijo Val nerviosa.
—Dime hija, ¿qué sucede?
—No venimos de visita.
—¿No? ¿Y entonces?
—Vinimos a quedarnos un tiempo mientras se calman las aguas.
—Por mí está bien.
—Tranquila. Él es SL, mi novio. —dijo Val tomándome del brazo.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! —dije muy, muy pero muy nervioso.
—Hola... S...L, un placer conocerte.
—El placer es mío señora Copper. —dije sudando frío.
—Llámame Marjorie.
—Como ordene.
La señora Copper (ya que jamás me atrevería a llamarla Marjorie) fue hacia la cocina y buscando en su pequeño viñedo me dijo:
—Entonces... Eres el afortunado que se ganó el corazón de mi hijita.
—Mamá...
—Mamá nada Valerie... Debo conocer a este apuesto chico.
—Gracias por el cumplido señora...
—¡Lo encontré! Mi divino y auténtico Lambrusco, es ligeramente seco. Frutoso y meloso un poco suave. Increíble, además está añejado por varios años, para ser exacta como unos 4. ¿Quieres un poco SL?
—Ehm, si, me fascina el vino tinto señora.
—Cada vez me agradas más.
Se comenzó a escuchar por las escaleras a alguien corriendo.
—¡Valerie! —gritó la voz de un adolescente.
Un adolescente de 14 años se abalanzó cobre Valerie, tenía cabello oscuro, ojos marrones y algunas pecas.
—¡Hola Zack! ¡Qué grande estás!
—¿Quién es ese? —dijo Zack susurrándole a Val.
—No es "ese" es mi novio SL. Y SL, él es mi hermano, Zack.
—Hola Zack, ¿qué tal? Un gusto conocerte.
—Hola, un gusto, ¿eres un gran agente como mi hermana?
La señora Copper sirvió 4 copas de vino. Le dio una a Constance, una a Val, una a mí, y otra la bebió ella.
—Si soy un agente, pero nunca tan increíble como tu hermana. —dije mientras tomaba un sorbo de vino.
Se escuchó que alguien bajaba las escaleras lenta y tranquilamente.
—¡Val! —dijo una voz misteriosa.
—¡Tanner, hola!
Tanner es un chico de 13 años, un año menor que Zack, de cabello castaño claro, ojos oscuros, y piel bronceada.
—¿Cómo estás? Jamás pensé que volverías, ya te daba por muerta.-dijo Tanner mientras ponía los ojos en blanco.
—Vaya, se nota que me aprecias.
—Te aprecio, pero la vida que llevas tarde o temprano te dejara marca.
—¡Tanner! ¡¿Qué dije sobre andar diciendo esas cosas?! —dijo Marjorie.
—Está bien mamá, Zack, ¿vamos a jugar al aire libre? Tenemos tiempo sin hacerlo... —dijo Tanner.
—¿Qué jugaremos Tanner? —exclamó Zack.
—Fácil, jugaremos "patea la lata" para enseñar a jugar al novio de Val, es una tradición familiar, y ya me cansé de jugar videojuegos.
—Vaya, qué predecible eres...
—Quiero jugar. —dije.
—¡Yo igual! —dijo Val.
—Ok, al menos no es aburrido. —dijo Tanner.
—¡Tanner! Respeta a SL. —dijo Marjorie mientras tomaba un poco de su Lambrusco.
Paul y Constance entraron a la cocina.
—¿Paul? ¿Dónde te metiste? —dijo Val mientras bebía vino.
—Estaba subiendo las maletas, tú y SL dormirán en una misma habitación, y Constance y yo en otra. Quiero dormir, me voy a descansar.
Paul se fue.
—¿Y tú Cons? ¿En dónde estabas? —dijo Marjorie mientras se servía otra copa de Lambrusco.
—Estaba sacando un regalo del auto. Compre tu vino favorito, el Bordeaux, sé que te fascina.
—¡Te amo hermanita! A no, perdón, hermana mayor, me llevas 8 años.
—Cierra la boca, cada vez me siento más joven. Voy a arreglar mis cosas, y a terminar de leer mi libro.
Constance se fue.
—Oye mamá, ¿y papá? No lo he visto en meses.
—Tu padre se fue con sus amigos a jugar golf, todos los sábados son días de golf.
—Ok.
—¡Val! ¡Maldita sea! ¡Apúrate! —gritó con fuerza Tanner.
—¡Tanner! ¡Te dije que nada de groserías! —gritó Marjorie.
—Ok mamá, me voy al patio a calmar a esas bestias, ¿me acompañas, amor?
Ehm... Si. —dije casi muriéndome de la vergüenza de que Val me llamara amor en frente de su madre.
—Vayan, yo iré a terminar esta deliciosa botella de Lambrusco. —dijo Marjorie sonando como una alcohólica.
Val y yo caminamos al patio, estaban Zack y Tanner esperando sentados con los codos en las rodillas.
—¡Al fin abuelita! —gritó Zack.
—Muérete. —dijo Val.
Zack lanzó la famosa lata al aire que supuestamente llevaba siendo usada para jugar desde que Tanner nació.
El juego comenzó, este juego era lo que tomaría mi rango como cuñado de los gemelos que se llevan un año. Esto decidiría si tendría respeto de parte de esos mocosos. Yo era equipo de Val, y Zack y Tanner juntos.
Zack anotó 1 punto, después de sufrir un buen rato, Val anotó. Luego volvió a anotar Val. Pasaron varios minutos de juego, y anotó Tanner. Parecía que yo ya estaba en mi urna para ellos. Pero no, logre anotar uno. Pero luego anotó Tanner otra vez. Anotó Val, y luego anotó Zack. El que anotara el quinto punto, ganaría esta batalla. Hice varios intentos, casi lo logro, y así lo hicieron todos, hasta que en un descuido de Val, Tanner anotó el último. Las bestias habían ganado. Estaba muerto para ellos. Sería la burla, cuando me casara con Val me lo recordarían, cuando tuviera mi primer hijo/a, me lo recordarían. Hasta en mi lápida anotaran:
"Eras buen hombre, pero Tanner te anotó el quinto punto, así que retuércete en las llamas del infierno." Te quieren, Zack y Tanner.
El cielo comenzó a nublarse, íbamos en otro round. Íbamos a ganar, pero comenzó a llover, pero no nos detuvo, nunca nos detuvo, seguíamos, el juego iba 3-2 a favor de Val y yo, seguíamos jugando, era una fuerte lluvia, el suelo estaba lodoso. ¡Hasta que por fin! Anote el cuarto punto. Estábamos 4-2, los mocosos no tenían escapatoria. Tenía un lugar en la familia Copper. Val logró anotar el último. Ganamos. Tanner se acercó a mí y dijo:
—Ten, no te vamos a dar un trofeo, pero creo que un chicle de menta lo vale.
—Oye, gracias.
Iba a tomar el chicle, y ¡pum! Me aplasto el dedo la maldita cosa, era como una ratonera, pero de caja de chicles.
—¡Ah!
—¡Oye tarado! —exclamó Val.
—Déjalo, yo era así. —dije intentando sonar maduro.
Entramos a la casa, sucios, lodosos, con frío.
—Vayan directo a bañarse. Fuera de aquí. ¡Al baño! —decía Marjorie.
Fui al baño. Entré, me desnudé. Y abrí la regadera, estaba fría, parecía que Tanner se había acabado el agua caliente.
—¡Toc-Toc!
—Pasa...
—Soy yo, Val, de seguro te sale el agua fría.
—Sí, ¿cómo lo sabes?
—La ducha tiene un truco. Dale dos leves golpes en el medio de las dos manijas de agua.
Y mágicamente el agua comenzó a calentarse.
—Gracias amor.
—No hay de qué.
Val salió del baño.
15 minutos después salí de la ducha al cuarto. Solo envuelto en mi toalla.
—Vaya... Te tardaste amor.
—Sí, sabes que me fascina bañarme.
—Entraré yo.
Val entró al baño y comencé a vestirme. Me puse una pijama color negra. 29 minutos después salió del baño Val ya vestida, con una pijama blanca.
—No puede ser. Tú y yo hacemos un contraste genial S.
—Exacto, somos dos caras de la misma moneda. —dije.
—No somos eso, tú y yo solo somos dos individuos que se aman, no necesitamos ser etiquetados, podemos crear nuestra propia etiqueta. Nada de contrastes, nada de nada. Solo tú y yo.
—Eres lo mejor.
—Te amo. Voy a preparar tu comida favorita. —dijo Val.
—No creo que sepas cuál es.
—Lo sé S, lo sé.
—Apuesto unos besitos a que no sabes.
—Si gano yo tienes que darme muchos besitos mientras estamos juntos.
—Trato hecho.
Val se fue.
Pasaron como 10 minutos y Val no se aparecía. Hasta que al fin llego.
—¿Listo para perder?
—A ver qué trajiste para cenar.
Val trajo unas galletas de chispas de chocolate y leche con chocolate.
¡No puede ser! Val si sabía, eso era extraño. Pero sabía, creo que Val en serio me conocía, mis miedos, lo que me gusta. ¡No puede ser! Amo a Valerie Copper.
—Si S, te conozco.
—Te amo. Ahora, vamos a cenar.
Después de comer bajé a lavar los platos. Luego me despedí de la señora Copper, Zack, Tanner, Connor y Constance, y luego volví a la habitación.
—Ahora págame lo que me debes por pensar que no te conozco. Además, me debes lo de las duchas.
—Como quieras, Val.
Me acerqué y comencé a besarla, ella siguió el juego, nos arropamos y todo llegó a donde tenía que llegar.

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