CAP. 4- Decisiones

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Antes de pararse a pensarlo siquiera Lucy se agachó. Apretó la espalda contra la pared al tiempo que se abrazaba las rodillas.

— ¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO!

«Q-quizás he visto mal», quiso pensar. Se armó de valor, rezó y subió la cabeza unos centímetros.

Natsu seguía saludando.

Volvió a ocultarse a la velocidad del rayo.

Carajo, era real. Esos abdominales los podía distinguir incluso a 100 metros de...

Se dio unas palmadas en las mejillas. La perversión de Erza y Juvia le estaba afectando fuertemente. Decidió respirar hondo y afrontar la situación como un adulto, aunque su corazón latía a toda velocidad y todos los nervios de su cuerpo le chillaban: «¡AAAAAAAAAAAAAAAAH, ESCÓNDETE PENDEJA!».

Se levantó todo lo digna que pudo y levantó una mano como diciendo: “Hey”.

Aun desde tan lejos le vio sonreír. Natsu movió los labios y dijo con mímica: “Bonito pelo, Rubita”.

Al dejarse resbalar en su ataque de pánico por la pared la mitad de su cabello había quedado en punta. La primera reacción de Lucy fue de colocarlo de vuelta, pero algo la detuvo.

Qué demonios. ¿Por qué era siempre ella la que se avergonzaba? ¿Por qué era a ella la única a la que el corazón le iba a mil? ¿Por qué solo ella se sonrojaba cuando le veía semi-desnudo? ¿Por qué siempre ella?

No más. Era hora de cambiar papeles.

Había comenzado una nueva etapa de su vida y, en ese instante y lugar, Lucy Heartfilia lo decidió; a partir de ahora sería Natsu el que se avergonzara, el que se sonrojara, el que esquivara su mirada, al que el corazón le latiera con fuerza. ¡Muajajajaja!

Todo eso pasó por su mente durante una fracción de segundo. Cogió la manzana y le dio un muerdo sin apartar los ojos de Natsu. Él no reaccionó, pero tampoco apartó la vista.

“Gracias” dijo Lucy con un gesto y una sonrisa radiante. Decidió correr las cortinas y cortar el contacto para que lo último que recordara Natsu fuera su sonrisa.

Se sintió orgullosa de su nuevo juego. Haría que Natsu se pusiera nervioso por ella. Hacia cinco meses que le besó, y Lucy dedujo que Natsu pensaba en ella en algo más que una amiga...

El único problema era que no lo demostraba de ninguna manera. ¡Los chicos eran tan difíciles...!

Con renovadas fuerzas y un muy buen humor, Lucy puso su música de nuevo y siguió colocando su cuarto.

Lo que ella no sabía era que acababa de prender la mecha. Y una vez que aparece la chispa, el fuego se hace difícil de controlar.

Ese es mi Imbécil ||Nalu|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora