CAP. 33 - La historia avanza al fin

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— Se lo merecían.

— Pero...

— Se lo buscaron ellos, Heartfilia.

— Ya, bueno... Aún así me sabe mal.

— Pues imagínate el olor... –resopló Juvia ahogando una risa.

L le dio una mirada de aprobación mientras Erza la fulminaba.

— Juvia, deja de comerte todo el chocolate.

— ¿O si no qué, pelirroja?

— Juvia... –Levy se cruzó de brazos y le lanzó la típica miradita de madre tipo: "comparte las cosas con tu hermano".

Ella puso los ojos en blanco y partió la tableta en dos con un golpe seco.

— Vale, mamá.

Lucy suspiró mirando al techo. Acababan de darle el alta a Levy en la enfermería después del encontronazo con Mistgun y Elena (o L, como ella prefería) se había pasado a ver cómo le iba. Aún necesitaba reposo y no hacer movimientos bruscos con la cabeza durante un tiempecito, pero por lo demás estaba bien.

Bueno, todo lo bien que se puede estar considerando que estaban en guerra con la mitad de los estudiantes.

La noticia corrió como la pólvora y al final de ese día (y gracias a la explosión de los baños, bastante llamativa) todos estaban al tanto de los planes de cerrar una de las dos residencias. A Levy no le hizo ni chispa de gracia considerando que Mistgun seguía suelto por ahí.

A Lucy tampoco, sinceramente. Era divertido pero algo en su cabeza le repetía que no estaba bien. Además, sentía como si se le estuviera olvidando algo importante relacionado con Mistgun, pero no recordaba qué era y eso la frustraba muchísimo.

Y por si fuera poco, aún tenía aquel asunto...

— Chicas me voy a descansar –anunció estirándose.

Se quitó las piernas de Juvia de su regazo y se levantó del sofá tomando su celular de la mesa. Había oscurecido afuera, y un breve vistazo a la pantalla le confirmó que eran pasadas las 22 horas.

Por su parte, L se robó unas onzas de chocolate con un hábil gesto y se incorporó también. Sus botas militares crujían en los tablones de madera.

— Yo también me voy –a su voz le faltaba el tono enérgico de siempre. En algún momento había cambiado sus mechas a otras púrpuras oscuro, a juego con sus ojeras–. Le diré a la enfermera que estás bien, McGarden.

Levy le sonrió agradecida. Las otras se despidieron con la mano desde el sofá.

— Ciao, bellas. Mantenerme al tanto de las nuevas de guerra –dijo al llegar a la puerta.

— Sin duda –respondió Erza distraída mirando su móvil.

Lucy se despidió de sus amigas y volvió a su cuarto arrastrando los pies. Era hora de seguir con el "asunto" del que sus amigas no sabían nada aún.

Cerró la puerta de su habitación y se apoyó contra la puerta suspirando. Se pasó una mano por la cara con cansancio; Juvia y Erza llevaban todo el día discutiendo distintos planes y fases de la guerra de estudiantes y le habían levantado dolor de cabeza. Se quitó el coletero y sacudió la cabeza para soltarse el pelo. Su cabello rubio le acarició la espalda en suaves ondas.

Soltando un bostezo enorme fue a la ventana y subió los pestillos. Abrió la ventana de par en par y cerró los ojos para disfrutar del aire fresquito de la noche después de un caluroso (e intenso) día. Apoyó los codos en el alféizar y contempló el suelo a 15 metros de altura, recordando cómo Natsu y ella habían subido trepando sin partirse la crisma. A pesar del cansancio una sonrisa se formó en sus labios.

Ese es mi Imbécil ||Nalu|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora