CAP. 17- No la olvides

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— ¿Por qué será que me lo imaginaba? –dijo Lucy rodando los ojos al tiempo que tapaba la boca de Natsu con su mano. Con la otra le empujaba el pecho para mantener las distancias.

Recién cerró la puerta de Gray, a Natsu no le faltó tiempo para ponerle la zancadilla a Lucy y tumbarla en la cama. Él se colocó encima e intentó besarla aunque ella fue más rápida.

La miró directamente a los ojos mientras ella lo fulminaba con la mirada desde abajo.

— Eres un pervertido sin remedio.

— Al menos ya no estás llorando –señaló él con la voz ahogada por la palma de Lucy.

— No estaba llorando en primer lugar.

— Sí que lo hacías.

— No es verdad.

— Sabes que sí.

— Que no.

— Que sí.

— ¡Te digo que no estaba...!

Natsu aprovechó su distracción para posar los labios sobre los suyos. Su ritmo cardíaco se disparó en cuanto sus bocas tomaron contacto durante unos segundos. Empujó a Natsu hacia atrás con las mejillas enrojecidas.

— ¡H-hey!

Él le tocó la nariz.

— Te había echado de menos.

Lucy abrió mucho los ojos mientras las palabras del chico le llenaban en corazón de un sentimiento cálido. Recordó de golpe todas sus dudas, sus planes tontos y lo que sus amigas le habían dicho sobre él. ¿Era posible que le gustara a Natsu? Bueno, ya le había dejado claro que le atraía, aunque...

¿Realmente... le gustaba a Natsu tanto como a ella le gustaba él?

— Además, llevo toda la mañana pensando en todo lo que podría hacerte en cuanto estuviéramos a solas. ¿Me harías el favor de quitarte la ropa?

Lucy sintió una vena palpitando en su sien.

— Definitivamente no.

Apartó sus sentimientos de la mente y admiró por primera vez el cuarto en el que estaba. Se sentó en la cama y miró a su alrededor. El lugar olía a Gray. El techo y las paredes estaban pintadas de un gris muy oscuro y aquí y allá se descubrían ilustraciones dibujadas directamente en la pared con hielo: árboles, animales, paisajes... Copos de nieve mágicos que no se derretían flotaban sin ton ni son por el aire. Lucy empujó uno de ellos hacia el techo con el dedo y lo observó chocarse con un pequeño grupo de cristales helados, provocando una silenciosa estampida en miniatura.

— Si algún día Gray se cansa de la magia puede dedicarse a decorar interiores –comentó moviendo las manos para espantar un copo de nieve que se acercaba peligrosamente a su nariz.

Natsu siguió la dirección de su mirada y estudió la tranquila nevada con expresión neutral.

— H-hmm...

Ella le lanzó una mirada fugaz.

— ¿Sabes que das miedo cuando estás tan calmado?

— Me lo dicen mucho.

Se sentó a horcajadas la silla del escritorio de Gray y apoyó la barbilla sobre sus brazos cruzados sin apartar los ojos de los copos de nieve. Los pequeños cristales helados, que se desplazaban perezosamente, fueron por unos minutos el único movimiento que hubo en la sala. Cada uno estaba inmerso en sus pensamientos.

Un cuaderno con la tapa rojiza atrajo la mirada de Lucy. Se le cayó el alma a los pies al caer en cuenta de que había discutido con Erza unos minutos antes de que el mundo entero la olvidara. Se incorporó rápidamente.

— ¿Y si aún le dura el enfado? –pensó en voz alta–. ¿Y si no se ha olvidado de mí? Es decir, salió echando humo del comedor. Cabe la posibilidad de que todavía siga enfadada conmigo y por tanto me recuerde... ¡Deberíamos ir a comprobarlo! ¿Tú qué opinas?

Natsu soltó un bostezo y siguió con los ojos un copo de nieve que flotaba por ahí. Con un escalofrío, Lucy se percató de que Natsu no daba muestras de haberla oído.

Chascó los dedos.

— ¿Natsu?

El mencionado tardó unos segundos en volverse hacia ella y enfocarla. Abrió mucho los ojos y se dio un tremendo puñetazo a sí mismo.

— ¡O-oye! –Lucy se levantó de la cama con preocupación.

— Necesitaba despertarme –se excusó Natsu con naturalidad. Sacó la lengua en dirección a Lucy para mostrarle que estaba bien y la abrazó por la cintura. Le dio un pequeño mordisco  en el cuello–. ¿Quieres hacerme de enfermera? Puedo mostrarte lugares que necesitan de toda tu atención.

Lucy achicó los ojos y lo apartó.

— Ya veo que estás bien. Vamos.

Él la vio estirarse y recoger su abrigo de la cama.

— ¿A dónde?

— Vamos a buscar a Erza –Lucy se paró y le estudió el rostro atentamente–. Recuerdas lo que dije antes, ¿cierto?

Durante el instante en que Natsu no respondió Lucy olvidó cómo respirar. Cruzó los dedos a su espalda mientras sus miradas se cruzaban.

— ¡Claro que me acuerdo, boba! –exclamó él y ella dejó escapar el aire que había estado reteniendo–. Vamos a buscar a Erza.

De un salto se plantó delante de la puerta y la abrió haciendo un gesto con el brazo.

— Después de usted, señorita Luffy –dijo juguetón.

Ella le señaló con un dedo acusador.

— Algún día haré que te aprendas mi nombre, lo juro.

Natsu soltó una carcajada mientras ella pasaba a su lado. De espaldas a Lucy se le ensombreció el semblante, mostrando una intensa preocupación que estaba intentando ocultar de la rubia.

No había oído nada de Erza. De hecho, no había oído nada en absoluto de lo que le había dicho antes. Por unos imperdonables segundos, Natsu se "olvidado" de Lucy Heartfilia.

Se apretó los ojos con las palmas. Céntrate, pensó. Céntrate en ella, en su olor, en su voz, en su risa, en sus ojos, en su forma de agitar el cabello, en el hoyuelo de su mejilla al sonreír.

Céntrate en ella. Sólo céntrate.

Y por lo que más quieras, suplicó para sus adentros, no la olvides.

Ese es mi Imbécil ||Nalu|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora