CAP. 23 - ¡Vayamos a la piscina!

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El tiempo avanzó de forma vertiginosa. Los exámenes llegaron. La depresiva lluvia se mantuvo unos cuantos días y luego se deshizo, como el mal humor de Erza. Lucy había entablado una gran amistad con Jack Frost y aprovechaba cada oportunidad para burlarse de su crush con la siempre "mírame pero no me toques" Elsa Arendell.

Por su parte, Levy siguió tomando notas sobre sus no-tan-lejanos planes de acción para agilizar las cosas entre sus compañeros (ya me lo agradecerán), y antes de que se dieran cuenta era Mayo y habían terminado el primer periodo de exámenes.

Hacía calor. El sol era estupendo y las piscinas habían comenzado a ser concurridas con alumnos adolescentes acalorados y con ropa muy escasa.

— Suspendí dos –lamentó Juvia con la frente pegada al cristal de la ventana. Esta daba a la piscina y, por supuesto, sus ojos acechaban a un grupo de tercer año que acababa de llegar. Echaba la cuenta atrás a ver cuándo se quitaban las camisetas.

— Yo solo una –dijo Erza limándose las uñas. Llevaba el cabello pelirrojo recogido en un apresurado moño alto con lo que le caían mechones rebeldes por la espalda–. ¡Qué horrible calor hace! ¡Debe de haber como 45°!

— 28 –rectificó Levy desde el otro cuarto.

— Pues se sienten como 48° –objetó Lucy abanicándose con una revista. Aún llevando shorts y una camiseta de tirantes, le sobraba hasta el cinturón de sus llaves celestiales.

Heartfilia se acercó a la ventana con Juvia y la vio babear mirando a los chicos.

— ¿No que tú solo tenías ojos para Gray?

— Claro que sí.

— ¿Bromeas?

Juvia le quitó peso al asunto con un gesto.

— Chica, el amor es como el cielo. Mi Gray es mi sol, mi luna, mi universo. En comparación, el resto son como las estrellas, pequeñas lucecitas hechas de gas. Y yo, querida, disfruto mirando a las estrellas.

Lucy alzó las manos y se dio la vuelta. Nope, no iba a rebatir nada. De seguro que el calor a Juvia le estaba afectando al cerebro. Cuando la temperatura era muy alta, la piel de Juvia echaba vapor y decía cosas tan extrañas que podrías estar una hora discutiendo con ella y acabar con dolor de cabeza.

— Si solo pudiéramos bajar a la piscina... –suspiró Erza. Ella tenía su biquini/armadura, pero sus amigas no.

La puerta de la habitación de Levy se abrió de golpe y rebotó contra la pared.

— ¡Ya me anticipé, beibis! –dijo y lanzó a la cara un traje de baño a cada una. Lucy lo esquivó aunque Juvia, que iba un poco mal de reflejos, se llevó el golpe en la frente.

— Au –dijo.

— ¡Es precioso! –exclamó Lucy mirando el suyo–. ¡Realmente estás en todo! ¿Cuándo los compraste?

Ella le guiñó un ojo. Ya se había puesto un hermoso biquini amarillo con un pantalón corto y un sombrero de paja.

— Mi curso acabó los exámenes tres días antes.

— ¿Y pensaste en comprarnos biquinis a todas?

— Sí.

— A mí no porque no necesito –intervino Erza levantando la mano.

Levy la señaló con el sombrero.

— A usted le traje helado de fresa, señorita. ¿Te parece estrenar la caja de 6 polos yendo a la piscina?

— Eres mi diosa –susurró ella con estrellas en los ojos.

— Gracias. Ahora vayan a vestirse... o mejor dicho, ¡a desvestirse! Es hora de que nos tomemos un día de descanso después de los exámenes.

Ese es mi Imbécil ||Nalu|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora