Capítulo 41 | Distancia

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Me encontraba en la habitación dónde estaba Alanís. John y Alessandro fueron junto a Philip que aguardaba en la sala de espera con Danila. Los abuelos de mi pequeña traviesa también se encontraban allí. Ellos habían pasado un momento a verla pero Danila les pidió que esperaran afuera así no molestaríamos todos aquí, en la habitación. Cosa que John agradeció pues aún no tiene relación alguna con sus padres.

Y papá no quería separarse de Alanís pero Philip le dijo que tenían que hablar de algo importante. También me lo dijo a mí, aunque lo hablaríamos después. Pues tampoco quería irme de aquí. Ella se ha inquietado toda la madrugada, no ha podido descansar aquí en el hospital. Ya solo espero que pasen las horas que restan para poder llevarla a la casa. Ella necesita descansar. Necesita recuperarse tranquilamente.

Estaba tan absorto a mis pensamientos que no me había dado cuenta de que Alanís comenzaba a despertarse, cómo había dicho Erwin el efecto del calmante estaba pasando. Sostuve su mano derecha con mucho cuidado de no mover la intravenosa, sin alejarme de ella. Su mano izquierda estaba con la férula y no quería causarle ningún daño. Alanís se inquietaba balbuceando cosas, pedía que la soltara. Estaba claro que aún creía que estaba con Sergi. Abrió sus ojos con lágrimas en ellos. Cuándo me acerqué aún más a ella para poder calmarla, simplemente fracasé. Ella intentó levantarse diciéndome que no la tocara.

— ¡No me toques! ¡Por favor! ¡No me toques!

— Soy yo, Alanís. Soy Cedric, no te haré daño. No te haré daño mi amor. Por favor mírame, soy yo.

— ¡No! ¡Déjame! ¡No se saldrán con la suya! ¡Mi Papá me va a encontrar! ¡Él lo hará! ¡No te acerques a mí! ¡No lo hagas!

— Alanís escúchame, escúchame por favor. No te haré daño, lo juro. Todo lo que dije delante esa mujer era mentira. Fue una total y completa mentira. Por favor créeme pequeña.

— ¡No me llames así! ¡Suéltame! ¡Por favor suéltame! ¡No me toques!— la abracé tratando de contenerla, Alanís aún estaba en shock. Creía que seguía secuestrada y estaba muy alterada. Quiso deshacerse del abrazo pero al parecer mis palabras le hacían efecto— Todo fue mentira mi amor, jamás te haría eso. Jamás haría tal cosa Alanís, por favor créeme. Tuve que hacerlo, tuve que decir esas mentiras para evitar que esa mujer te lastimara. No quería que ella ni ese miserable te lastimaran. Lo juro Alanís, lo juro.

— Su-Suéltame... vete, no te qui-quiero cerca. ¡Vete!— su voz rota me lastimaba aún más que sus palabras y del hecho que no me quiera cerca.

— Shh... todo estará bien Alanís. Te aclararé todo pero por favor cálmate. Nadie te hará daño. Ya estás a salvo. Estás a salvo mi amor— lloraba sobre mi hombro, sin poder alejarse de mí. No correspondió a mi abrazo pero no porqué no quería sino porque no podía. Su mano izquierda estaba imposibilitada con la férula y la derecha con la intravenosa.

— Él... él iba ... — estaba recordando lo ocurrido, me separé un poco de ella para mirarla a la cara pero su mirada estaba perdida. De pronto volvió a alterarse— ¡No quiero que me toquen! ¡No quiero que lo hagas! ¡Eres como ellos! ¡Me mentiste! ¡Me mentiste! ¡Vete!— ella en verdad creyó que podía ser así de miserable para lastimarla de ese modo— por favor quiero que mi papá esté aquí, conmigo. Por favor, lo necesito. ¡Lo necesito!

— De acuerdo lo llamaré. Pero tenemos que hablar Alanís. Te juro que jamás quise lastimarte de ese modo. Todo lo que dije frente a esa mujer fue mentira, era la única forma de poder atraparla y saber que tú estabas bien. Lo hice solo para protegerte. Porque no quería que ellos te lastimaran, no iba a dejar que te hagan daño. Te juro que solo intenté protegerte, mi amor. Jamás haría algo tan ruin cómo para solo preferir el dinero y no a ti. Te lo juro Alanís.

Mía ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora