Renato gira sus ojos y sube a la camioneta indicándole a los chicos que suban a ella.
Los quiere como si fueran sus hijos, pero a veces le dan ganas de cortarles el cuello.
Todos obedecen subiendo y Christopher intenta pasarse hacia atrás pero las manos en su cintura lo detienen y en un ágil movimiento Zabdiel lo pone en sus piernas.
-Más comodidad para ambos-. Dice el rubio acariciando la mejilla sonrojada del mayor y este sonríe con ternura asintiendo.
Cuando todos suben la camioneta arranca hacia el hotel y la tensión desaparece cuando la radio suena.
A pesar del comportamiento normalmente errático de Zabdiel, todos llevan una buena relación.
Llegan al destino y Renato baja primero para que bajen con seguridad de entre las fans que han estado esperándolos.
Cuando su manager les indica bajan corriendo entre el bullicio de la gente y corren hasta el vestíbulo del hotel. Hay menos gente de la que están acostumbrados al ser un país donde son un poco menos reconocidos.
Varias fans se amontonan a su alradedor y con un cartel rasguñan la mejilla de Zabdiel por accidente.
Entran por fin y suspiran agitados.
-Zab, ¿Que te pasó?-. El primero en preguntar es Joel, quien se acerca a él tocando su mejilla. -Te rasguñaron, hermano-.
El boricua toca su mejilla y suelta un quejido de dolor.
-Consigan algo con que curarle-. Habló Renato acercándose.- Iré a registrarlos-.
-Vamos Zabdi-. Esta vez es Chris quien habla.- Conseguiré algo para curarte-.
Caminan hasta dar con un botiquín en la pared y Veléz lo abre sacando un pedazo de algodón, alcohol y un curita.
-Avísame si duele-. Toma de algodón y le pone un poco de alcohol para después de aplicarlo.
De Jesús jadea por el dolor y Chris lo retira poniendo el curita.
-Listo príncipe-. Dice acariciando la mejilla del rubio y toma conciencia de lo cerca que se encuentra de su rostro.
-Gracias, bonito-. Zabdiel sonríe y lucha con todas sus fuerzas por no tomarlo de las mejillas y besarlo.
Están tan cerca que pueden sentir la respiración del otro y sus corazones latiendo tan fuerte sintiendo que saldrán de sus pechos.
Miran sus labios por un segundo y sienten que todo va desapareciendo.
-Maldición, al diablo-. Zabdiel dice y Christopher lo mira confundido.
-A que te...-. No puede terminar, porque es interrumpido con los labios de Zabdiel devorando los suyos.