-¿Me lo puedes poner Zab? Por favor-. Christopher pidió con los ojos brillantes al rubio y este asintió gustoso.
Se giró y dejó que el collar rodeara su cuello mientras Zabdiel lo colocaba.
-Se te ve precioso, bebé-.
Miraba con orgullo el collar que le había sido regalado, como si fuera el tesoro más valioso del mundo.
-Gracias príncipe-. Contestó Veléz.
Zabdiel solamente podía pensar en la hermosa sonrisa del chico frente a él, era tan única, que él se encargaría de hacer lo que fuese por verla todos los días.
-De nada, Chris-. Pasó su brazo por los hombros del antes mencionado y caminaron hacia los otros chicos.
-Aquí están-. Renato dijo viéndolos llegar.- Ya podemos irnos al hotel, cada quien tiene su propia reservación, solo falta llegar a pagarlas y listo-.
-Yo dormiré con Chris-. Habló Zabdiel seguro apretando su agarre en el castaño.
-No Zabdiel, cada quien tiene su cuarto-.
-Puedes pagar por mi habitación pero sabes que me cambiaré a la de el, tu sabrás si quieres pagar una habitación en vano-. Respondió con arrogancia y noto como su manager apretaba los dientes.
Christopher, por su parte, sentía su cara arder, pero un pedazo de él amaba que el menor quisiera siempre estar con el.
Se sentía afortunado por ello. Por poder disfrutar de su compañía, ver sus facetas, conocerlo era su pasatiempo favorito. Y simplemente se sentía completo con su presencia.
Con Zabdiel, todo era perfecto.