Celos y más celos #17

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Aurora:

Me siento como el primer día en que empecé a trabajar en esta casa.

La misma furia y enojo cuando descubrir que para ese hombre era mucho más importante traer chicas a casas a mitad de la noche que pasar el día con su hija.

Sin embargo, hay algo más...

Dolor..

¿Cómo no podría sentirlo después de lo que acaban de presenciar mis ojos?

Debí tocar.

Debí hacerlo.

—¿No sabes tocar la puta puerta?. —El fuerte tono de la voz del iceberg me rompe de mi trance momentáneo, pero aun así solo lo veo unos instante para regresar a lo que tenían mi atención principal.

La chica.

La chica pelirroja arrodilla en el piso y delante de él, con las manos y las uñas pintadas de rojo a punto de desabrocharle los pantalones de vestir y hacerle ..

¿Cómo se llama?

Oh si, una mamada.

No soy de piedra.

Después de todo lo que he vivido con este hombre.

¿Cómo puedo fingir estar de acuerdo con esto frente a el?

Trago saliva.

—Aurora.

Al decir mi nombre subo mis ojos a los suyos, luce igual de frío que la primera vez que conversamos.

—Te pregunte si no sabías tocar la puerta. —El tono de su voz vuelve a afectarme.

La señorita visitante me sonríe gustosa por la forma como me trata Desmont y yo me quedo estática, las piernas no me responden y de cierto modo han empezado a temblarme.

Levanto la mirada y hago un esfuerzo mientras sus ojos cafés buscar ver todo lo que estoy sintiendo.

—Lo lamento.—Logro articular.

Salgo de la oficina y cierro la puerta detrás de mí, me apoyo en ella y aún tengo el corazón latiéndome rápidamente.

Decepción.

Dolor.

Cuando siento una lagrima a punto de caer, me la quito con brusquedad, sé que si dejo que caiga solo una, estas seguirán cayendo sin que pueda hacer nada.

Me paso las manos por las mejillas al escuchar el timbre, Emma aparece en mi campo visual y se dirige a abrir la puerta.

Saluda al elegante caballero rubio, ojos azules, 1.80 de estatura o más, aun con la vista borrosa por las lágrimas puedo notar lo bien que se ve.

El avanza hacia mí, ignorando mi presencia intenta abrir la puerta.

—Yo no entraría si fuera tú. —Me atrevo a hablar y se detiene a observarme.

Luego me da una sonrisa y señala la puerta. —Desmont.. ¿Esta con alguien?

Dejo caer los hombros y escucho como chasquea los dientes con molestia.

—Creí que ya había dejado esos hábitos.

— ¿Creyó?

—Sí, todos estos días ha dejado de ver mujeres. — Comenta y observa la puerta. —Pensé que ya lo había superado o que había encontrado alguien con quien salir.

Mi corazón se acelera.

—Pero parece que solo fue una etapa y sigue enfadado con Abigail. —Vuelve a mirarme. —Por ella lo hacía.

Una Mamá para mi Bebe (#3 Saga Bebé)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora