Conoce a Rose.

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Es curioso como pensabas de niño. Tu mente era tan inocente que no podías comprender las cosas que podían pasar siendo un adolescente. Es decir, ¡mírame! Soy uno de ellos, y estoy aquí en la universidad con mis mejores amigos. Tengo una hermosa familia y aunque no tenga hermanos, tengo unos increíbles padres que me aman sobre todas las cosas. Decir que soy afortunado es muy poco. Pero la mejor parte viene al mencionar que tengo una hermosa compañera de vida, una preciosa novia que para mí, fue como un hermoso regalo de la vida. Y sin embargo, aún me pregunto: ¿Qué pasará ahora? ¿Seguiremos juntos hasta envejecer? Quizás nuestras expectativas cambiaran al volvernos parejas aburridas o seguiremos siendo lo mismo pero con algunos años más en cima. Lo sé, son cosas estúpidas que pasan por mi mente. Pero no quisiera indagar más en ese asunto que invadía mi mente, lo que me importa ahora es que faltan solo dos días para verla de nuevo. Era la buena noticia de la jornada. Muero por ver su dulce cara y darle un beso sobre sus mejillas rosadas. Ha decir verdad, no puedo dejar de pensar en lo maravilloso que será estar con ella de nuevo. Lamento decir que estaba tan motivado con mi conversación a solas, que había olvidado que me encontraba en los sanitarios de la universidad, y aún lado mío había un chico que desconocía. Bueno, que puedo decir al respecto, soy alguien que disfruta ocasionalmente la soledad del corredor. Pero ese chico se lo tomó algo mal por la forma en la que ese día respondió golpeando la puerta del baño donde me encontraba.

-¿Amigo, puedes callarte? ¡Me has estado hablando de tu familia, de tus amigos, de tu supuesta chica y ni siquiera se quien eres! Yo solo vine hacer mis necesidades a gusto y no puedo concentrarme si no dejas de hablarme -dijo el chico que estaba en el baño de a lado.

-Esta bien, tranquilo, no es para tanto. Solo estoy emocionado por las vacaciones, ¿Acaso, tú no? -pregunté.

-Sí. Pero no es el lugar ni el momento para hablarlo. Estamos en el baño de la universidad. Escucho la gente murmurar aquí todo el tiempo. ¿Pero al menos puedes esperar hasta salir? -respondió aquel chico, molesto-. Ya que estamos en esta conversación fuera de lo común, ¿Puedes pasarme un poco de papel de tu lado?

-Sí, por qué no. ¿Sabes, creo podríamos volvernos Amigos? Si eso no te importa -sugerí.

-Si haces esto más seguido, podríamos ser mejores amigos.

Ese soy yo, otra vez conociendo a nuevas amistades de la manera más rara, es algo típico de mí. Después de salír de la preparatoria «Bulls De Survilla» logré que me aceptaran en la Universidad U.B.C (Universidad de Baja California) a unas siete horas de Survilla. Una de las mejores universidades donde podía estudiar, y fue mi primera opción en la extensa lista. Extrañaba la preparatoria, todo mi grupo de amigos con los que pasé buenos momentos nos habíamos separado temporalmente. Juramos volvernos a encontrar durante las vacaciones para revivir viejos momentos. Mientras estaba en el retrete desenrollando papel para mi nuevo amigo, vi siluetas que entraron a los sanitarios. Podía ver como se acercaban a mí por la puerta del baño. No podía saber de quién se trataba pero, en ese instante, sentí como dos brazos jalaron con fuerza mi pantalón, haciendo que cayera sobre el repugnante suelo frío y mojado. Eran nadamás ni nada menos que Carlos y Diego, haciéndome una de sus patéticas bromas Matutinas.

-¡Vamos, quítale el celular, ya! -gritó Diego, Mientras sostenía mis pantalones.

-¡Demonios, Carlos, Diego más vale que me suelten o se van a arrepentir! - dije, forcejeando con Diego por mi pantalón.

Luchaba por mis pantalones pero, ¿qué tanto puedes hacer contra dos adolecentes con problemas de autoestima y dedicación en sus vidas personales?

-¡Lo tengo, vámonos! -Dijo Carlos.

No podía creerlo. En el propio baño fueron capaces de hacerme quedar en ridículo.

-¡Van a pagar esto, vuelvan aquí! -grité. Subí mis pantalones y salí del baño. Me sentí mal por dejar sin papel a mi nuevo amigo que ni siquiera pregunté su nombre. Carlos y Diego corrieron divididos por toda la plaza, esquivando universitarios y profesores. Eran un par de estúpidos pero, los tres quedamos en soportar todo tipo de bromas siempre y cuando estemos dentro del juego. «Bromas estúpidas de adolescentes universitarios» Sin embargo, esta vez cruzaron la línea. Los vi corriendo dirigiéndose a nuestra habitación, mi objetivo era el robusto y grandulón de Carlos. Él tenía mi celular.

Media noche 🌃 Mi DilemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora