Necesito Dormír.

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Esa misma noche después de un par de horas, intentaba dormir sin ningún éxito. la habitación era demasiado silenciosa, la luz de la luna entraba por la persiana de la ventana, y el colchón dónde ella dormía estaba exactamente igual como ella lo dejo esta mañana. El baño era un desastre y nunca levantó su ropa. Todo era un desorden. No lograba conciliar el sueño, me movía de un lado a otro pensando: ¿Qué hubiera hecho ella? ¿Qué estará haciendo justo ahora después de todo lo que había dicho? ¿Por qué me importaba saberlo o entenderlo? Sé que no debería sentirme así, pero soy muy sensible ante estás situaciones. Después de aquella noche, dónde agarré a golpes a Niko por un impulso de furia, me di cuenta que era lo peor que había hecho en mi vida. Suelo ser una persona pacifista y no acostumbro a tener que buscar prejuicios con nadie. Será que nunca había sido necesario tener que hacerlo hasta ahora. Sin embargó, sentía la necesidad de disculparme con esa chica de ojos agraviados. Pero mi orgullo y mis motivos me lo ponían muy difícil; era definitivo, necesitaba un vaso con leche para lograr conciliar el sueño. Bajé camino a la cocina con mis ojos pesados y secos. Me sentía como un zombie en medio de la noche. Bajé en silencio con el móvil en la mano, escuché ruidos que venían de la cocina, revisé la hora de mi celular y eran más de las dos de la mañana. Era raro que mi madre o mi padre estuviesen despiertos a tal hora; supuse que era mi tío Roger. Lograba ver la luz de la nevera abierta y escuchaba frascos moverse. Me acerqué caminado lentamente. Mi sorpresa fue que no era Roger o alguno de mis padres, era Judy que aparentemente preparaba un sándwich. Al verla, sentí cierto alivio, ella verme parecía no agradarle mucho. No hizo algún comentario al verme y siguió preparando el bocadillo.

— Ah... Hola _saludé, nervioso.

—Hola _respondió ella muy cortante.

—Eras tú. No esperaba verte aquí tan tarde —contesté.

—Solo vine por algo de comida a la cocina —dijo ella suspirando—. A no ser qué te moleste.

—Claro que no. Adelante, estás en tu casa —afirmé—. Yo vine solo por un vaso con leche.

—Ya no hay —dijo ella—. Tomé la poca que quedaba en la nevera para mí... Pero adelanté, toma el vaso si gustas.

_No, no me sentiría agusto, tú la ganaste. Así de simple _respondí cruzando los brazos.

—Creí que mi opinión no te importaba —contestó ella, volteando a verme.

Sabía que Judy se encontraba herida por mis palabras, no pudo defenderse a tiempo. Ella nunca contraatacó como lo había hecho en otras ocasiones. Había ganado está batalla pero, quizás, tan solo quizás hubiera preferido lo contrario. Decidí responder su comentario de la manera más antena posible:

—Oye, no se por donde empezar, pero seré muy directo contigo —comente con dificultad-. Hmm... Me siento mal por cómo te hablé arriba, me siento muy estúpido por mi comportamiento. Créeme que no suelo ser así; de alguna manera soy estúpido e irracional y me comportó como un animal hostil, soy un cabeza hueca, idiota y salvaje. No debo ni debí decirte esas cosas, no importa lo que hasta hecho. No soy quién para decirlo, tu lo dijiste, ni tampoco para correrte.

—Esta es tu casa, y tu defensa fue razonable, querías vengarte y lo conseguiste y se acabo ¿okey? olvida el tema, solo... No lo menciones más _respondio ella.

—¿Puedes perdóname, Rose? Así te llamas ¿Cierto? —pregunté.

Ella observa por la ventana de la cocina sin decir nada al respecto. Recargando sus manos en el lavamanos. Esperé su respuesta por segundos, Pero como era de esperarse, no tenía ni ganas de hablar, ella tomó el sándwich y el vaso con leche y se dirigió a la habitación de huéspedes. No obstante, la detuve diciéndole:

Media noche 🌃 Mi DilemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora