RAOUL
El concierto de Bilbao se me hace eterno por tres razones.
Una: es la tercera vez que veo el concierto y empieza a ser repetitivo.
Dos: estoy muy cansado porque esta última semana ha sido muy intensa, no he parado de trabajar y además estoy durmiendo poco.
Y tres: tengo muchas muchas ganas de lo que viene después.
Esta noche tengo pensado volver al escenario para cantar, porque aunque el otro día lo conseguí, no tenía la sensación de estar sobre un escenario real. Para mí podríamos haber estado en cualquier otro lugar que yo solo estaba centrado en Agoney, así que quiero volver a intentarlo y ver qué tal.
Y para qué mentir, estoy nervioso y emocionado porque, aunque no he quedado con él, espero encontrarme con el canario como las dos veces anteriores. Cada vez me siento más a gusto con él, ayer en el autobús me contó algunas anécdotas de su infancia, me escuchó cuando yo le hablé de mí, y fue todo tan fácil...
Tras dos horas intensas, el concierto llega a su fin. La gente corea el nombre de Agoney y él sonríe, aunque juraría que no está feliz. Hay algo que no me termina de encajar nunca en el Agoney que veo sobre el escenario, y cuanto más lo conozco, menos me encaja.
Cenamos todos juntos, aunque a diferencia de lo que suele hacer últimamente Agoney, no aparece.
—Raoul —miro a Mimi que me ha llamado desde el otro lado de la mesa—, ¿por qué no ha venido Agoney a cenar?
Todos se giran para mirarme esperando a que conteste, pero... ¿por qué me preguntan a mí?
—No sé —miro al resto de mis compañeros y me paro en la primera que se me ocurre–. Nerea, ¿tú sabes por qué no ha venido?
—¿Yo?, ¿a mí qué me preguntas si yo no sé nada? —ríe.
—Pues igual que yo, ¿no?
Ricky va a decir algo, pero Alfred le da un codazo y parece pensárselo mejor. No estoy entendiendo nada, así que me apunto mentalmente tener una charla con Alfred. Además, hace días que no tenemos una conversación a solas tranquilos y me acabo de dar cuenta de que lo echo de menos.
Cuando terminamos de cenar y todos se han metido ya en sus habitaciones, emprendo el camino hacia el escenario algo más nervioso de lo que esperaba.
Por primera vez desde que he empezado a venir por las noches, cuando llego no me lo encuentro vacío, Agoney ha llegado antes que yo. Aprovecho que aún no me ha visto y le observo, está en medio del escenario mirando hacia las gradas vacías, parece pensativo.
Es extraño, siempre le noto apagado después de los conciertos pero no sé por qué. Debería ser al revés, ¿no? Se gira con la cabeza gacha, pero me ve y se le empieza a formar una pequeña sonrisa que acaba contagiándome.
—Hola —dice levantando una mano tímidamente a modo de saludo.
Antes de que me dé tiempo a pensar en lo que estoy haciendo, me dirijo hacia él y le estrecho entre mis brazos. No sé si lo hago porque siento que él lo necesita o porque yo necesitaba dárselo, pero él no tarda nada en responder.
Me pongo un poco de puntillas para poder abrazarle por encima de los hombros, y él pasa sus brazos alrededor de mi cintura y aprieta acercándome más a él. Sí, definitivamente necesitaba este abrazo. Él, o yo, no sé, tal vez los dos.
Apoya su cabeza en el hueco de mi cuello y suspira cansado, yo llevo una mano a su nuca y empiezo a jugar con su pelo mientras le masajeo un poco la zona baja de la cabeza.
Permanecemos así unos minutos hasta que decidimos separarnos. Bueno, separarnos no es la palabra porque seguimos igual de cerca solo que sin nuestros brazos rodeándonos.
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Sing with me | Ragoney
Fiksi PenggemarRaoul empieza a trabajar en la gira del cantante famoso que más odia: Agoney. Pero... ¿y si lo que más odias resulta ser lo que más necesitas? ¿Y si lo que encuentras no es lo que esperabas?