10:06h
AGONEY
Me despierto en la cama de la habitación de invitados y fogonazos de la noche anterior abordan mi mente.
Sonrío.
Recuerdo la playa, el baño, la noche, el frío, el beso. Los besos.
Sonrío aún más.
Recuerdo el beso de buenas noches que nos dimos antes de irnos a dormir, tímidamente, como si aún nos costase creernos que de verdad estuviésemos haciendo eso, que pudiésemos hacerlo. Pero aquí, en casa de Raoul, estamos en sitio seguro, lo sabemos.
Me levanto de la cama y voy directo al espejo que hay en la pared. Mi pelo parece un nido de pájaros pero poco me importa, porque toda mi atención está centrada en mis labios. Llevo mi mano a ellos y los recorro suavemente con los dedos, como lo hicieron ayer los labios de Raoul. Los trató con tanto cuidado...
Ayer besé a Raoul.
Ese pensamiento tan claro y conciso impacta en mi mente tan fuerte que por un momento se me corta la respiración.
Ayer besé a Raoul.
Me... me gusta. Raoul. Mucho. Y ayer... le besé. Y me sentí... ¿bien? Sí, exacto.
Es la primera vez que me siento bien después de besar a alguien. Darme cuenta de eso hace que me entren ganas de llorar, no sé si de felicidad o de tristeza, tal vez un poco de ambas. Acordarme de lo bien que me sentí ayer me produce un nudo en la garganta, porque era eso, era eso a lo que se refería todo el mundo, esto era lo que yo nunca había sentido. Y resulta que yo no era el problema. Joder, yo no era el problema.
Con este último pensamiento dejo caer mi cuerpo hacia atrás encima del colchón. Lleno mis pulmones de aire, lo retengo ahí un momento y lo expulso con fuerza arrastrando a su paso el nudo que siento en la garganta. Y sonrío, mirando al techo blanco pero sin verlo, porque mi mente está anclada en unas horas atrás, en una playa a media hora de aquí, con un chico que ayer me besó.
Porque oye, ayer besé a Raoul.
Suelto una carcajada que nace desde mi pecho y me llevo la mano a la boca para no despertar a nadie. Apoyo la mano en mi frente, cierro los ojos y me muerdo la sonrisa.
Toc toc
Me parece escuchar un ruido proveniente de la puerta, abro los ojos y me quedo callado a la espera. Vuelvo a escucharlo, pero esta vez acompañado de una voz que habla en susurros.
—Agoneey, ¿estás despierto? —la voz de Raoul hace que vuelva de golpe a la realidad y me levante de la cama— Bueno, claro que estás despierto, si te acabo de oír reír pero...
Abro la puerta en mitad de su discurso así que se calla y me mira.
Sonrío con el corazón a mil, sonríe.
—Buenos días —digo bajito para no despertar a nadie, intento que no se note lo nervioso que estoy.
—Buenos días —dice sin quitar la sonrisa.
Nos miramos. La última vez que estuvimos en estas posiciones fue ayer cuando nos dimos un beso de buenas noches.
Me muerdo el labio inconscientemente al darme cuenta de las ganas que tengo de hacerlo ahora mismo. Y por su mirada, que se para a menudo en mis labios, él también tiene ganas.
Se acerca un poco más a mí sin poder ocultar la sonrisa, y la mía se ensancha cuando noto el roce de su mano. Entrelazamos nuestros dedos sin dejar de mirarnos y yo empiezo a notar mis piernas temblar. Que lo haga ya, por favor. Frena su movimiento quedando más cerca que antes, pero no lo suficiente. Quiere que dé el paso yo.
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Sing with me | Ragoney
FanfictionRaoul empieza a trabajar en la gira del cantante famoso que más odia: Agoney. Pero... ¿y si lo que más odias resulta ser lo que más necesitas? ¿Y si lo que encuentras no es lo que esperabas?