Final

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Hoy el viento sopla más de lo normal

Las olas intentando salirse del mar

El cielo es gris y tú no lo podrás cambiar

Mira hacia lo lejos, busca otro lugar

Y cien gaviotas dónde irán...

Dónde irán.

15 horas después del concierto.
Sábado 13:07h

AGONEY

La claridad me ciega por un momento, así que entrecierro los ojos hasta que consigo adaptarme a la luz.

La habitación está completamente iluminada por los rayos de sol que se cuelan por las ventanas. Me incorporo un poco para ver el cielo y sí, diría que ya es medio día, o quizá un poco más tarde.

Dejo caer mi cabeza de nuevo sobre la almohada y es entonces cuando me doy cuenta de que, de hecho, no estoy apoyado sobre ella. Abro los ojos definitivamente cuando todos los recuerdos de la noche anterior vienen a mi mente.

El concierto, la canción, la verdad, las banderas, mi familia, Raoul...

Y así, poco a poco, me voy dando cuenta de la realidad que me rodea, como por ejemplo que mi cabeza está apoyada sobre un brazo, que pegado a mi espalda hay algo que se mueve a la velocidad de una respiración, que no puedo mover las piernas porque se encuentran atrapadas entre otras, o que lo único que separa mi cuerpo del contrario es la ropa interior, por lo que puedo sentir su piel directamente sobre la mía en cada punto en común.

Sonrío incapaz de gestionar la felicidad que inunda mi cuerpo cuando noto la respiración de Raoul en mi nunca, y no puedo aguantar más las ganas de girarme entre sus brazos y mirarlo.

Me muevo con cuidado para no despertarlo hasta que consigo colocarme cara a cara. Y en cuanto lo veo, los sentimientos recogidos en mi pecho se revolucionan por completo mutiplicándose por mil.

Ahora mismo, él es de lo poco seguro que tengo en mi vida, pero aquí, mirándolo dormir mientras me abraza, siento que no me falta nada.

Cierro los ojos de nuevo cuando vuelvo a notar el cansancio venciéndome, me acerco un poco más a él, lo justo para esconder mi cabeza en su pecho, y me rindo de nuevo al sueño.

17 horas después del concierto.
15:30h

La segunda vez que me despierto es gracias a una caricia que siento sobre mi espalda seguida por una en la mejilla.

—Buenos días —susurra Raoul acercando su boca a mi oreja, y no puedo evitar sonreír con los ojos cerrados—. O mejor dicho, buenas tardes —dice soltando una pequeña risa que mueve el pecho sobre el que estoy apoyado.

Empiezo a estirarme y él tiene que abrir sus brazos para dejarme espacio al recolocarme.

—Hola —digo cuando me apoyo en la almohada a escasos centímetros de él.

—¿Cómo estás? —lleva una mano a mi mejilla cauteloso y, al ver que no me muevo, la acaricia.

Cierro los ojos para concentrarme en el tacto de su mano recorriendo mi piel y sonrío incapaz de aguantar la felicidad dentro de mí.

Descubro que estaba siendo observando porque, cuando vuelvo a abrir los ojos, nuestras miradas chocan, pero rápidamente él aparta la suya con una novedosa timidez.

Sing with me | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora