3. No es oro todo lo que reluce

2.6K 188 74
                                    

AGONEY

Boom.

Me giro justo para ver a Manu dando un portazo con la puerta de mi habitación y me preparo para la bronca que sé que me va a caer.

—¿Qué ha sido eso de ahí fuera? —grita mi agente. Voy a contestar pero me interrumpe— Solo tenías que saludarles, sonreír un poquillo, que no parezca que les odias —"realmente les odio", pienso—, guiñarle el ojo a alguna de las chicas e irte. ¿Tan difícil era, Agoney?

Quiero llorar. Quiero mandar a la mierda a todo el mundo ahora mismo, cancelar la gira, encerrarme en mi cuarto y llorar. ¿Que no he sonreído? Pues mira, no. Resulta que cuando he entrado en la sala, he oído cómo me ponían a parir, y he tenido que quedarme callado y hacer como que no me había enterado. He tenido que ver cómo me sonreían y se presentaban. He tenido que coger las manos que me estaban tendiendo. Manos envenenadas. Pero no, no he sonreído.

—Y para colmo te pones a bromear con el chico rubio ese, ¿qué te pasa Agoney?, ¿acaso se te ha olvidado todo lo que hemos luchado para llegar hasta aquí? No podemos permitirnos ni el más mínimo rumor, ¿no lo entiendes, verdad? —"el que no lo entiende eres tú", pienso—. Si la prensa hubiese presenciado ese momento, mañana todos los periódicos estarían llenos de especulaciones que podrían llevar toda tu carrera a la mierda. Todos estos años tirados a la basura por un malentendido. Así que responde, ¿qué pasa?, ¿no te ha gustado ninguna de esas chicas? Dímelo y te busco otra, aún estamos a tiempo. Pero dímelo ya.

Sabía que había sido él el que había tosido cuando estaba presentándome al rubito, por eso he decidido bromear y pasar a la siguiente persona. Además he querido poner empeño en que se notara que con la última chica he estado más tiempo que con los demás. Claro que eso ha sido antes de que el chico se pusiese a meter prisa preguntando por el baño sin venir a cuento.

Para una, ¡una!, persona que no me ha tratado como si fuese imbécil, tenía que ser idiota.

Mi agente me mira esperando una respuesta, aunque ambos sabemos perfectamente lo que tengo que responder. Lo que voy a responder. Ya son muchos años repitiendo la misma historia como para que algo nos sorprenda a estas alturas. Trago saliva con fuerza intentando acabar con el nudo que tengo en la garganta.

—Lo siento, Manu. Solo he querido ser un poco más cercano porque me he dado cuenta de que había estado muy serio todo el rato —ambos sabemos que miento, pero los dos fingimos creérnoslo porque es lo más fácil—. Y respecto a las chicas, hay una que me ha parecido maja —intento recordar el nombre de la última con la que he hablado— Mimi, parece agradable.

Le miro con una sonrisa tímida y él se empieza a reír.

—"Agradable", joder Agoney, eres único poniendo adjetivos a las mujeres —me da una colleja amistosa y aún con la mano en mi nuca continúa—. Descansa hoy, ¿vale? Mañana saldremos de aquí temprano para llegar a Barcelona a la hora de comer y empezar a montar el escenario para el primer concierto. Va a ser genial, ya verás.

Se levanta y avanza hacia la puerta. Yo no levanto la vista, estoy concentrado en un punto concreto de la pared. Lo que sea con tal de no mirar a Manu.

Siempre me pasa lo mismo cuando hablamos de estos temas. Siento... no sé, ¿vergüenza?

—Por cierto, mañana en el autobús igual tienes que sentarte con alguien un rato porque vamos justos de asientos. Pero tranquilo, me aseguraré de que sea Mimi para que no tengas que sentarte con algunos de los otros —sé que me acaba de guiñar un ojo aunque no lo esté mirando.

Suspiro. Oigo la puerta cerrarse con delicadeza y me tiro de espaldas en la cama. Llevo mis manos a la cara y me aprieto los ojos de pura frustración. No sé en qué momento llegué aquí, pero cualquier día este personaje que tengo montado va a explotar. Y entonces pueden pasar dos cosas, que el personaje desaparezca o que acabe conmigo. Tal vez ambas.

Sing with me | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora