15. A mí no

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RAOUL

No cabe. Hago fuerza para ver si consigo cerrar la maleta con todo lo que he metido dentro pero no tiene pinta de que vaya a ceder. Creo que me he pasado, solo tengo una semana de vacaciones pero por mi maleta parece que me vaya un mes.

Tras cinco minutos luchando, consigo cerrarla, me siento encima cansado y hundo la cabeza entre mis brazos. Miro la hora en el móvil, las 17:15h. En quince minutos tengo que irme si quiero llegar a coger el autobús.

Pero no me puedo ir sin despedirme, o sin verle, al menos. Llevo desde ayer por la noche sin saber nada de Agoney. No ha salido de su cuarto en ningún momento, ni si quiera se ha presentado a la hora de comer. Y estoy preocupado. No quiero ni pensar en cómo se habrá sentido esta mañana al levantarse. Ayer... fue muy duro para él, lo sé.

Esta mañana he ido a su habitación y he estado llamando a la puerta un rato sin obtener respuesta. Igual estaba durmiendo y tampoco quería despertarle porque, si algo necesita, es descansar, así que al final he desistido y me he ido.

Suelto un suspiro. No tendría que haberle dejado solo ayer. Tendría que haberme quedado con él. Ahora no puedo evitar sentirme culpable por lo que estará pasando.

Miro el reloj de nuevo, las 17:16h. Se acabó. Me levanto, compruebo que llevo el papelito en el bolsillo del pantalón, cojo mi maleta con una mano y mi abrigo con la otra, y me dirijo de nuevo a la habitación del moreno.

Me paro delante de la puerta, dejo la maleta apoyada en la pared con el abrigo encima y, tras tomar una respiración profunda, llamo a la puerta.

Espero.

Nada. Qué sorpresa.

Llamo de nuevo, esta vez más fuerte.

Nada. Joder. Me paso la mano por la cara con frustración. Cojo de nuevo el abrigo y la maleta sintiendo una presión en el pecho y me dispongo a irme cuando lo oigo. Un ruido. Como si se le hubiera caído algo.

Suelto la maleta sin apoyarla en nada dejando que caiga al suelo con todo el peso que lleva. Me da igual, estoy demasiado ocupado intentando oír algo. Nada.

Joder Agoney. Vuelvo a llamar.

-Agoney, soy yo, Raoul. Sé que estás ahí. Por favor... abre -me callo y espero mientras intento oír algún otro ruido procedente de la habitación. Nada. Lo vuelvo a intentar- Ago... Por favor. Solo quiero despedirme.

Oigo pasos, mi corazón se empieza a acelerar, pero la puerta no se abre. De todas maneras, ahora sé que está pegado a la puerta así que vuelvo a hablar, esta vez más bajo.

-No puedes estar ahí eternamente, lo sabes, ¿no? -suelto una pequeña risa- Mira, me voy cinco días a casa, vuelvo el jueves. Pero... -tomo una respiración profunda- no me gustaría dejar de hablar contigo estos días. Y si estás enfadado conmigo o te pasa algo, sal y lo arreglamos antes de que me vaya, por favor -suelto a la desesperada.

La presión del pecho se hace más intensa cuando veo que sigue sin responder. Me está alejando de él por lo de ayer. Y no quiero.
Saco el papelito perfectamente doblado de mi bolsillo trasero y lo muevo entre mis dedos dudoso. Puedo ver a través del papel la silueta de los números que he escrito antes en mi habitación. Ahora no sé si es tan buena idea. Sí, definitivamente quiero dárselo.
Me agacho y lo paso por debajo de la puerta. Me quedo un momento más ahí para ver si oigo algo y, en efecto, el ruido del papel moviéndose me llega desde el otro lado de la puerta.

-Voy a estar esperando tu llamada -digo intentando hablar con el nudo que tengo en la garganta- solo para que lo sepas.

Y ya sí, me giro, cojo mi chaqueta y mi maleta que estaban tiradas en el suelo, y me empiezo a alejar de la puerta.

Sing with me | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora