Lluvia

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El clima parecía haberse puesto de acuerdo con su estado anímico. El cielo había amanecido lleno de nubes grises como a punto de llover. El frío la obligó a acurrucarse aún más entre las mantas de su cama, cubriéndose completa. Sentía los ojos hinchados y leves sollozos aún salían de sus labios después de haber llorado en varias ocasiones durante la noche. Su mamá la había dejado faltar a clases, después de permanecer varias horas a su lado, intentando consolarla.

¿En qué momento toda su vida se había vuelto de cabeza?

Seiya... Mamoru... quizás hubiese sido mejor no haber conocido a ninguno. Había deseado tanto volver a ver al enigmático chico de la fiesta y también había anhelado conocer a su estrella en persona. Sin embargo, nada parecía funcionar como ella había imaginado. Si era sincera, nunca pensó que sus dos deseos se harían realidad al mismo tiempo. Ahora, debía descubrir cuáles eran sus sentimientos y hacia quién se inclinaba su corazón, y eso parecía ser lo más difícil.

¿Y si Seiya sólo estaba apresurándose a creer que le gustaba? Después de todo, solamente había estado una semana en el colegio junto a ella. ¿Acaso creería en el amor a primera vista? Supo que debía investigar ese punto.

Y, en el caso de Mamoru, ¿sería su príncipe tras la máscara? Él siempre aparecía en el momento indicado. ¿En verdad estarían unidos por el hilo rojo? También debía averiguar eso de alguna forma.

Quizás sólo se estaba ahogando en un vaso de agua y tras tener más información podría tomar una decisión, que esperaba fuera la correcta.

Su mamá le subió el almuerzo a su habitación y notó que ya estaba un poco más repuesta, incluso le pareció verla animada, escribiendo en un cuaderno.

-¿Ya pasó la pena? -preguntó dejando la bandeja sobre el escritorio.
-Un poco. Ahora debo investigar unas cosas y me sentiré mucho mejor -respondió con una leve sonrisa, que alivió la preocupación de su madre.

Unas horas más tarde, llegaron Makoto y Ami a visitarla. Se habían preocupado por su falta a clases y necesitaban entender la tristeza tras la voz por teléfono de su amiga. La encontraron tomando notas en el jardín de su casa.

-¡Usagi! -la llamaron a coro.
-¡Amigas! Gracias por venir -respondió, acercándose para recibirlas.

Después de explicar algunas cosas, mientras tomaban un vaso de jugo se frambuesas, parecían haber entendido la angustia de su amiga.

-Pero, ¡¿Seiya te pidió que fueras su novia?! -preguntó Makoto exaltada. Sólo vio a Usagi asentir con su rostro enrojecido. No podía creer que el cantante se hubiese atrevido a hacer eso tan pronto.
-Y, ¿crees que Mamoru es tu chico enigmático de Kyoto? -repitió Ami, reflexionando en el asunto.
-Ahora, no sé qué hacer -terminó de decir, apoyando sus brazos sobre la mesa, demostrando el agotamiento emocional que todo ese suponía.
-Yo tampoco sabría qué hacer en tu lugar -reconoció la castaña-. Apenas puedo con mi amor por Motoki. No me imagino como sería que dos chicos guapos estuvieran interesados en mi.
-No ayudas en nada con esos comentarios -la retó la chica de cabello azul-. Ahora Usagi necesita nuestra ayuda.
-Si, eso necesito -habló resignada.
-Yo creo que primero debemos investigar a Mamoru -afirmó Ami, ajustándose los anteojos.

Ambas chicas la miraron sorprendidas de su iniciativa, pero parecía ser lo mejor. Seiya había asegurado que esperaría la respuesta de Usagi, pero primero debían resolver la duda de quien era aquel sujeto que había pasado de arrogante a atractivamente interesante en unos días.

-Entonces, vamos al Crow -sugirió Makoto emocionada de ver a su rubio galán.
-¿Ahora? -preguntó alarmada Usagi. No sabía si estaba preparada para enfrentar la verdad respecto a sus dudas tan pronto.
-Lo mejor es salir de esta incertidumbre lo más pronto posible, amiga -sugirió la chica estudiosa.

No pudo evitar mirar sus ropas antes de pensar en salir al Crow vestida casi en pijama. Por lo que corrió a su habitación y en diez minutos estuvo arreglada, rompiendo el récord de sus levantadas tarde en las mañanas.

Su corazón latía acelerado una vez que estuvieron cerca del local de videojuegos. De sólo imaginar encontrarse con los ojos azules de Mamoru, su estómago se llenaba de mariposas revoloteadoras y sus manos temblaban de emoción. Tenía miedo de averiguar la verdad, pero necesitaba saber cuales eran sus sentimientos. No quería dañar a nadie y no quería salir dañada. Y por eso iba a seguir el consejo de Ami, no por nada era la más inteligente de las tres.

-Sería bueno que mañana asistas igual al colegio, Usagi -dijo de pronto la castaña.
-¿Por qué?
-Porque hoy, como no estabas, muchas chicas se le acercaron a Seiya. Pero no te preocupes, él estuvo triste todo el día pensando en ti.
-¿Cómo lo sabes? -consultó interesada, con cierto grado de culpa.
-Me preguntó por ti varias veces y como no sabía que había pasado, solo le dije que habías amanecido un poco enferma.
-Ah...

Justo cuando terminaban de conversar para entrar al local, Usagi pudo reconocer la anaranjada cabellera de la chica que había visto con Mamoru días atrás. Entraba al Crow antes que ellas, con una gran sonrisa.

-¿Será su novia? -dijo casi en un susurro, por lo que ambas amigas la miraron y vieron el cambio en su semblante. Habían logrado distraerla un poco, pero ahora estaba triste otra vez.

Dudó en entrar. Si en verdad era su chico del hilo rojo, se decepcionaría de que él no la hubiese esperado tal como ella lo había hecho. Y si no lo era, igual se sentiría ¿desilusionada?

Al abrir la puerta para ingresar, lo primero que vieron fue a la chica saludando a Mamoru con un beso en la mejilla. Estaba muy cerca de él y eso le bastó a Usagi para preferir salir huyendo antes de enfrentar la realidad. ¿Por qué huía? Ni siquiera ella lo sabía con certeza, pero no quería averiguar cómo se sentía que le rompieran el corazón.

Sus amigas quedaron heladas ante la imagen. Usagi parecía haber derramado una lágrima antes de girarse y salir del lugar sin detenerse, ni siquiera ante sus insistentes llamados. Cuando volvieron a ver hacia donde estaba Mamoru, él parecía haber notado la presencia de la chica y muy rápido había salido de detrás de la barra, sacándose el delantal de trabajo y tomando un paraguas. Llegó rápido hasta donde ellas y ante las miradas sorprendidas de todos, salió corriendo tras la rubia, sin saber nada.

-Parece que él también está enamorado de ella -dijo Makoto, asombrada por la suerte o infortunio de su amiga, dependiendo desde donde se mirara.
-Esto debo registrarlo para las notas de Usagi -completó Ami-. Además, tenemos una investigación que hacer.

Ella se había propuesto ayudar a su amiga y haría hasta lo imposible por lograrlo. El primero a interrogar era Motoki, a pesar de la negativa de la castaña.

Usagi avanzaba rápido casi sin mirar hacia adelante más de lo necesario para no chocar con nadie. Esos ojos azules no podían salir de su cabeza e, imaginar que brillaban para otra, le apretaba el corazón. Dolía y eso no era para nada agradable. Unas lágrimas brotaban de sus ojos y recordó el día en que había visto a Minako besar a Seiya. En aquella ocasión también había huido sin esperar una explicación y por eso sufrió más de la cuenta. Pensándolo un poco, comenzó a aligerar su carrera, esperando calmar sus emociones para regresar con sus amigas, cuando escuchó aquella voz que no imaginó jamás oír en ese instante.

-Usagi, ¿estás bien? -preguntó a cierta distancia, temeroso de acercarse.
-¿Qué haces aquí? -reclamó con molestia. No quería verlo, no quería sucumbir a esos ojos azules.
-Te vi salir corriendo y me preocupé -reveló casi suplicando porque no arrancara más.
-¿Preocuparte? ¿Tú? Por favor, estabas muy bien acompañado cuando entré -dijo, reclamándole sin pensar.
-¿Acompañado? ¿Hablas de Unazuki? Ella es la hermana de Motoki -explicó, rogando porque ella le creyera. "¿Será posible? ¿Serán celos? Usako, yo jamás te traicionaría, jamás", pensó para sus adentros.
-¿Hermana? -repitió. "Ay, Dios. No puedo creerlo... acabo de hacer el ridículo"
-Sí. Pero, ¿estás bien? ¿Sucedió algo malo? -volvió a consultar para cerciorarse.
-¡No! No estoy bien. Estoy confundida y todo es por tu culpa... -gritó, largándose a llorar otra vez. No sabía por qué, pero ese día sus emociones estaban fuera de control.

Y como el clima se había puesto de acuerdo con ella, las nubes negras también se descargaron en una fina lluvia que comenzó a humedecer sus ropas.

-Usagi...

Sus labios no supieron qué decir, más su cuerpo se movió sólo, y abriendo el paraguas, se colocó a su lado esperando a que dejara de llorar...

Continuará...

¿Quién es mi amor verdadero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora