Capítulo 9: Altruismo y Aburrimiento.

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NOTA: En fin, ¿qué deciros? Tuve que salir a vigilar a mis enemigos... Tuve que esperar a que fuera luna nueva, para publicar... Estudios, trabajo, bla, bla -excusa- bla.. ¡Bah! Tengo más excusas que el mismísimo Naraku, pero creo que, ya que lleváis tanto esperando que actualice, lo mejor es pasar a compartiros el capítulo. Enjoy! 

Los últimos rayos del día cubrían el poblado perezosamente, cuando Inuyasha regresó a su cabaña tras más de catorce horas de andar sin pararse apenas a recuperar las fuerzas

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Los últimos rayos del día cubrían el poblado perezosamente, cuando Inuyasha regresó a su cabaña tras más de catorce horas de andar sin pararse apenas a recuperar las fuerzas. Se sentía a punto de colapsar -a pesar de su resistente cuerpo de hanyō-, abrumado por el agotamiento, pero sobre todo por la desesperación. Un cargado silencio fue su único compañero mientras atravesaba el desierto poblado, y permanecía como una sombra, aferrado a su espalda, al abrir con cuidado la puerta y adentrarse en el ambiente sofocante y lleno de humo del interior.

Avanzó, decidido, hacia el bulto cubierto de mantas del suelo y puso la mano en la sudorosa frente de la mujer que era, y que cargaba consigo, lo más valioso de su existencia.

La cara de Kagome quemaba bajo su palma pero su cuerpo temblaba ligeramente por el contacto de su piel, mucho más fría que la de ella.

Las hierbas medicinales, que Jimenji les había proporcionado y que Shippo se encontraba quemando sobre el brasero, inundaban la habitación de una peste a mentolado y lavanda demasiado intensa para su nariz de inu. Inuyasha se tapó la cara con la tela de la manga, preguntándose como el kitsune era capaz de aguantarla.

—¿Ese humo maloliente se supone que le ayuda?¿En qué? ¿La puede curar?

—¿Curar? No realmente... Jimenji San dice que no hay cura. Pero le ayuda a respirar y mantiene la "asepsia".

—¿Y qué coño es eso de la "asepsia"?

—Pues...

El pequeño zorro se quedó dudando en cómo explicar una palabra que simplemente había escuchado a Kagome y que ni él mismo entendía, cuando el bulto sudoroso debajo de ellos se revolvió lentamente.

—La asepsia implica el mantener el ambiente libre de microorganismos que puedan causar o empeorar una infección... —murmuró la enferma, girándose lentamente en su lecho.

—¡Estás despierta! ¿Cómo te encuentras? —susurró Inu, mientras pasaba una mano temblorosa por su frente.

—Bien... No te preocupes. Tú, en cambio, parece que estés apunto de desmayarte. ¿Cuántos días llevas sin dormir, Inuyasha?

—Estoy perfectamente. No te preocupes por mí.

—¿Acompañaste a Sango, Miroku y las niñas?

—Sí, los dejé en el templo hace una semana. Pero ahí la situación es igual que aquí. Miroku hablaba de alquilar un barco y marchar a China. Quizá allí haya curanderos mejor preparados para tratarlos y deseaba partir cuanto antes. Antes de que ya no puedan...

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