Capítulo 10: Adicción y Frustración (1ª Parte)

417 31 37
                                    

Nota de la Autora: ¿Preparados para otro capítulo de puro PWP? En realidad me ha quedado tan enorme que he decidido partirlo en dos partes. No me gustan los capítulos demasiado largos y por eso he decidido meter el hachazo, pero es un único capítulo, en realidad. Enjoy! 

¿Os ha pasado alguna vez que, por una serie de circunstancias que escapan de vuestro control, os sorprendéis haciendo -o incluso disfrutando en hacer- algo que ni os plantearíais en condiciones normales? Pudiera ser una comida que odiáis, pero que...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Os ha pasado alguna vez que, por una serie de circunstancias que escapan de vuestro control, os sorprendéis haciendo -o incluso disfrutando en hacer- algo que ni os plantearíais en condiciones normales? Pudiera ser una comida que odiáis, pero que tras un largo periodo de hambre, os acaba pareciendo deliciosa; o quizás una actividad que consideráis indigna de vuestra persona, pero que, tras probarla por primera vez, sentís el irresistible anhelo de repetir.

Pues en esa disyuntiva se encontraba Sesshōmaru, ya desde hacía varias semanas. Jamás en su vida otorgó gran importancia al placer físico; la excitación para él siempre fue un impulso instintivo momentáneo, que saciaba velozmente y olvidaba con aún mayor presteza. Pero sin otras actividades que pudieran rellenar sus aburridas jornadas, Sesshōmaru se descubrió una mañana tocándose enérgicamente para paliar los efectos de sus inflamadas pesadillas. No le costó mucho llegar al orgasmo y fue placentero, pero también fue rápido y no particularmente intenso. Nada que ver con ese delirante tifón de sensaciones que había barrido totalmente su raciocinio y descompuesto su cuerpo en mil trémulos pedazos. Conocía y odiaba al causante del mismo, y aún así deseaba que retornara cuanto antes para terminar con el lapidario silencio que lo rodeaba. Se autoengañaba, repitiendo cual mantra que sólo deseaba que volviera para ajustar cuentas, pero muy en el fondo de su vientre, sabía que anidaba el deseo de probar de nuevo, de experimentar si su cuerpo sería capaz de sufrir semejante catarsis una vez más.

Lo intentó y fracasó, decidiendo que era el tóxico, el único elemento culpable de llevarlo a semejante éxtasis. Sin su influencia, repetir los efectos se le antojaba imposible. Por eso fue incapaz de destrozar el laboratorio; en vez de tirar ese mejunje maldito por el retrete, se sorprendió a si mismo tentado a consumirlo. Finalmente, la tentación subió de grado, superando a la lógica, y Sesshōmaru se rindió a la misma.

Con la droga a su disposición su aburrimiento fue inmediatamente sofocado, ya que el afrodisíaco le hacía perder completamente el enfoque, pasándole desapercibido el transcurso del tiempo. Se olvidó de comer o de dormir, se olvidó incluso de su enfado...

Las preocupaciones dejaron de existir y, poco a poco, empezó a aprender a disfrutar de su cuerpo. Aunque siguiera sin alcanzar el grado de éxtasis que envenenaba sus sueños, a estas alturas, había logrado dejar de sentirse avergonzado por intentarlo.

La mitad del tiempo la pasaba durmiendo o masturbándose en la cama, y la otra mitad en su lugar favorito del subterráneo: el baño. Sumergido en el agua caliente, relajaba todos sus músculos, a la vez que su vergüenza y escrúpulos se diluían hasta evaporarse.

Ese día, hasta tal punto se había relajado, que ni siquiera se sintió molesto al ser invadido su espacio por una presencia ajena. En completo silencio, observó a la Araña atravesar la puerta, acercarse y hablarle. Debería sentirse furioso pero no logró encontrar la energía en su interior para encararlo con el odio que se merecía.

TelarañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora