La noche de Tokyo es siempre luminosa, brillante, cegadora... Los neones ocupan cada centímetro de fachadas, las gigantescas pantallas retransmiten videos musicales y publicidad durante las 24 horas del día y los flashes blancos de los faros led de miles de vehículos forman largos trenzados de blanco y rojo que se deslizan por las calles de Shinjuku como monstruosas serpientes marinas fosforescentes. Quizás por eso el esbelto joven de largos bucles oscuros, llevaba puestas las gafas de sol, a pesar de que hacía un buen rato que habían pasado las once de la noche. A pesar de la supuesta "discreción" que le ofrecían, al tapar parte de su rostro, no impedían que una importante parte de los peatones -y sobre todo, de las peatonas- se giraran para observar, suspirar o soltar nerviosas risillas. Pero el joven, completamente indiferente a la atención que despertaba, mantuvo el vigoroso ritmo de sus zancadas, marcándose su perfectamente tonificado y fibroso cuerpo a cada paso, a causa de la ajustada camiseta de licra y pantalones de cuero negro que lo cubrían. Así mismo siguió caminando, impasible, una vez atravesada la avenida Yasukuni-dori*, cuando sus admiradores cambiaron drásticamente de género y actitud. Llevaba cerca de un mes visitando asiduamente los locales del Ni-Chome* y, a pesar de no haber llevado hasta ahora este aspecto, estaba más que acostumbrado a los piropos e insinuaciones que cualquier hombre de menos de treinta cosechaba invariablemente por estas calles.
Se escurrió entre la muchedumbre sin inmutarse ante los provocativos silbidos y soeces calificativos a su trasero, paquete, o carnosos labios, y sólamente se detuvo cuando una larga cola de gente le impidió seguir avanzando en línea recta hacia la puerta del club de ambiente al que parecía dirigirse. Observó por un instante la cola y tras obtener un par de silbidos y piropos más de los presentes, echó de nuevo a andar tranquilamente, rodeando a la multitud que esperaba y que, al ver como se saltaba los turnos, sustituyeron los piropos por abucheos y protestas.
Sin hacer caso de los reproches tampoco, el jóven símplemente se colocó al lado de la puerta y sonrió amablemente al eslabón perdido entre humano y simio que se ocupaba de permitir o vetar el paso al establecimiento, según sus particulares y misteriosos criterios.
—Buenas noches.¿Podría apartarse, por favor?—pidió el joven amablemente—.Quisiera entrar y usted está obstruyendo el paso.
Por un momento, la simiesca expresión del portero se contrajo en una mueca de furia. Seguramente nunca había sido acusado de "obstruir el paso" con anterioridad, y pudiera ser que su barrigota le provocase algo de falta de autoestima también. Pero su enfado duró el tiempo justo que tardó en darse la vuelta y escanear de arriba abajo al lenguaraz muchacho. Sin duda pasó el examen visual con nota porque el gruñido de king kong se transformó en risotada burlona y la amenaza de muerte, en proposición indecente.
—Bueno, bueno, ja ja ja... ¿Pero que tenemos aquí...? ¿Que quieres entrar a mi club, dices? Pues eso solo es posible con mi permiso. Pero tal vez te deje pasar si me haces una buena limpieza de sable a cambio...
El joven siguió sonriendo mientras levantaba la vista hacia el neón que anunciaba el nombre del establecimiento y se sacaba el celular del bolsillo.
—¿Tu club?¿Acaso eres Arty? —preguntó mientras marcaba, interrumpiendo la posible respuesta al colocarse el aparato en el oído —. Sí... Estoy en la puerta.
La conversación duró tan solo una frase pero fue insuficiente para que la neurona del gorila pudiera idear una respuesta.
—¿O acaso eres el pedo de Arty? —lanzó el joven, una segunda pregunta al portero, provocando una oleada de risotadas en la cola por el juego de palabras—. Porque lo de artista snob tampoco te pega...*
Finalmente el portero captó la burla y agarró al joven de la solapa, rugiendo furioso.
—¡¿Te crees muy gracioso, eh?! ¡¡A ver si te sigues riendo cuando te parta los dientes de un pollazo y te meta el puño por el trasero hasta el codo!!
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Telaraña
FanfictionHay encuentros que engendran relaciones aberrantes. Relaciones inexplicables, retorcidas, tóxicas y disfuncionales, al mismo tiempo que ineludibles e irresistibles. Dicen que del amor al odio hay un paso, pero en éstas ese paso no es necesario. Des...