Capítulo 3: Crisis de Identidad

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Nota de la autora: las partes en negrita corresponden a frases del canon, más concretamente de los últimos capítulos del Kanketsu Hen.

Nota de la autora: las partes en negrita corresponden a frases del canon, más concretamente de los últimos capítulos del Kanketsu Hen

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La estancia al final de la escalera era grande y confortable, situada a casi un kilómetro de profundidad. A pesar de no tener ventanas estaba bien iluminada y disponía de todas las comodidades que su dueño pudiera necesitar. En la pared del fondo, encima de un enorme escritorio de madera, estaba colocado un espejo redondo y sencillo que se iluminó inmediatamente como saludando por la llegada de su dueño.

— Kanna...

— Aquí estoy Naraku.

— ¿Cómo ha estado Rin hoy?

— Mejor. Ya no llora a todas horas y se ha comido casi todo lo que le ofrecimos.

— ¿Algún síntoma?

— Nada. Ni nauseas, ni dolores... Todavía está algo pálida pero su temperatura es normal y no presenta síntomas.

— Bien. Aún así no hay que confiarse. El esas fiebres son traicioneras y pueden tardar hasta dos semanas en aparecer. No queremos perder nuestra pequeña rehén, después de todo lo que ha costado hacernos con ella. ¿Está Byakuya cuidándola ahora?

— Sí. Se lleva mejor con ella que yo. Como tiene tanta labia, se ha montado una película sobre que íbamos a avisar a Sesshōmaru para que venga a buscarla cuando pase el peligro y de momento la mantiene tranquila.

— Me alegro. ¿Hace mucho frío por ahí?

— Todavía no pero pronto lo hará. Tranquilo, estamos bien provistos para el invierno y por aquí la situación política no es tan inestable.

— Perfecto. Avísame si necesitáis que os mande más dinero.

— Descuida. ¿Qué tal por la capital?

— Revuelto. La ciudad es un nido de serpientes conspirando constantemente para arrancarse las cabezas. Pero como no hay noble o general que no presuma delante de una puta, me mantengo bien informado. Además ya tengo el puerto fluvial y el mercado negro bajo el dominio del Yamaguchi Gumi. Una vez que la figura del Lord del Oeste esté anulada, las víboras saldrán de debajo de las rocas y la guerra será inminente.

— ¿Alguna noticia de Sesshōmaru?

— Está visitando los diferentes clanes, haciendo como que tiene interés en posibles alianzas. Supongo que pretende pillarlos en un renuncio. También le han visto por merodeando por Ueno espiando a los shinobi.

— ¿Así que no crees que vaya a ir a por la capital pronto?

— Todo lo contrario. Ya ha agotado las demás opciones. Espero su llegada para los próximos días. Además, de aquí a nada, la ciudad va a ser un polvorín. Será divertido...

Kanna se quedó callada una vez más, evaluando el estado de ánimo de su señor. Parecía contento pero aún así arrastraba un extraño velo de melancolía, a pesar de estar jugando a su juego favorito.

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