II

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Eran las 3:07, se me pasó rápido. He de admitir que estuve gran parte del tiempo contemplando a esa chica, varios chicos le pidieron bailar, pero ella se negaba. No lo hacía enfadada, de hecho, sonreía, pero aún así se negaba. Era bastante adorable, en efecto, creo que la definiría con esa palabra.

De pronto vino María.
–¿Qué haces?– Preguntó medio borracha.
–Nada–Respondí concentrada y la ayudé a sentarse en un taburete que había. –¿Tú?– Añadí.
–Intentar divertirme– Me sorprendí ante esa respuesta, no me la esperaba.
–¿Quieres irte?– Pregunté.
–Sí– Sonrió y me abrazo con los ojos cerrados, definitivamente iba borracha.

Fui a buscar a África que estaba ahora hablando con Mar, me acerqué y le dije.
–María quiere irse, ¿nos vamos ya?
África miró a María, ella estaba agarrada a mi brazo sonriéndole. África le devolvió  la sonrisa y asintió, añadió. –Sí, vámonos.

África y yo nos fuimos a despedir de nuestros amigos, yo pasé al lado de la chica rubia, me miró, pero yo evitaba hacerlo. María no se despidió, no estaba en condiciones, se limitaba a sonreír a todas las personas de la casa.
Maria borracha era el triple de graciosa de lo que lo era normalmente, y ya es decir...

ALBA
Eran las 3:23, miré mi móvil para comprobarlo, veía que había gente que se despedía ya. Yo veía como Joan se lo pasaba bien con su novia, así que no le interrumpí, aún que ya me empezaba a aburrir un poco. No soy mucho de fiestas. Miraba a Joan y de pronto desvié la mirada hacia una chica con el pelo negro que le llegaba apenas al hombro, tenía flequillo, era altísima y iba genial vestida. Pasó a mi lado, pero ni me miró. Ví que iba con María y una chica más. María estuvo saliendo con Julia una muy amiga mía, por eso la conocía, intuí que la chica alta y ella podrían estar saliendo, no sé. En fin, se fueron y al cabo de unos minutos vinieron Joan y su novia a sentarse a mi lado.

–¿Os queréis ir?– Dije.
–Vale– Respondieron al unísono.

Ellos no iban borrachos, eran bastante responsables, hacían la pareja perfecta. Joan era serio, pero tenía algo que te hacía engancharte a él. Esther, su novia, en cambio era más extrovertida, era guapísima. Ambos tenían suerte. Joan siempre ha sido mi mejor amigo, nos conocimos de pequeños, cuando vine a Madrid a vivir. Íbamos al mismo colegio. Al contrario de todos los niñatos con los que iba a clase con 12 años, Joan era muy responsable y educado. Era el típico chico sonriente que te ayudaba en lo que podía. No se reía de los niños que no jugaban a fútbol ni de las niñas que iban más con chicos que con chicas. Siempre ha sabido respetar a la gente, era una persona increíble.

–¡Hasta luego!– Grité al salir por la puerta de aquella casa. Joan y su novia hicieron lo mismo.

Joan y yo éramos vecinos y vivíamos cerca de donde se realizó la fiesta. Por lo tanto, fuimos andando, era tarde y corría el aire. Parecía que Esther tenía frío y Joan le dio la chaqueta, era extremadamente mono. No pude evitar sonreír al ver esa muestra de cariño. Estaba muy orgullosa de tener a Joan como amigo.

Llegamos a la casa de Joan que estaba antes que la mía.
–Adiós– Dije dándole un fuerte abrazo a Joan y después le di dos besos a Esther. Joan insistía en acompañarme a casa, pero no quería molestar y le dije que no hacía falta.
Cuando me alejé un poco les oí gritar –Buenas noches, Alba– Yo respondí –Buenas noches– y se hizo el silencio.

Al llegar a mi casa y tumbarme en la cama no pude evitar pensar en la chica del pelo negro, era preciosa. Me costó conciliar el sueño, por lo tanto, me puse a dibujar, solamente estaba inspirada para dibujar un rostro, el de ella. Solo la había visto unos cuantos segundos, pero me acordaba perfectamente de sus facciones, sus ojeras, tatuajes, el septum que tenía... No acabé el dibujo, no quería, me daba miedo pensar tanto en ella, ni sabía su nombre. Era patético. Intenté conciliar el sueño de nuevo y esta vez lo logré.

Pasé una noche tranquila, nada especial. Me levante a la 13:21, odiaba levantarme tan tarde, lo encontraba una perdida de tiempo. Levantándome tan tarde no tenía nada interesante que hacer, decidí ir a un bar a comer. Llamé a Miki, él no salió ayer por la noche, así que supuse que estaría despierto, me cogió la llamada al tercer tono.
–Buenos días– Dije yo.
–¡Hola!– Parece que se sorprendió de mi llamada, es normal que lo hiciera, no solía llamarle nunca. –¿Pasa algo?– Preguntó.
–No, no, ¿te vienes a comer conmigo a algún sitio? –Pregunté.
–Sí, claro, justo iba a salir a comprarme algo de comer, me has salvado la vida– Dijo exageradamente.
Me reí y añadí- ¿Me vienes a buscar y ya pensamos un sitio?
–Por supuesto– Respondió. -Ya salgo-
Nos despedimos y colgué.

Miki también era alguien esencial para mí, le conocí haciendo bachiller, creo que fue lo único bueno que me llevé de ahí. Miki y yo tenemos la típica relación de súper confianza. No hablamos cada día, pero siempre contamos el uno con el otro cuando lo necesitamos. Me encantan esas relaciones.

Antes de que llegara Miki, me arreglé, me peiné, maquillé... Tenía que parecer una persona normal y a pesar de haber dormido 8 horas tenía cara de momia.

Miki me envió un mensaje para decirme que ya estaba allí y bajé. Subí a su moto, me encantaban las motos, aun que me daban algo de miedo. Al estar en la moto no podíamos hablar de a que sitio ir a comer. Pero veía a Miki decidido, así que me fié de él, sabía que me llevaría a un buen sitio. Aparcó la moto cerca de un restaurante que parecía algo caro, me asusté ante la idea, pero vi que Miki iba hacia otra parte.

–¿Adónde vamos?–Pregunté ansiosa.
–¿Conoces el bar de Nico?–Preguntó como respuesta.
–No–Respondí con cierta intriga.
–Yo tampoco– Se rió. –Vamos a un bar que me enseñó un amigo– Sonrió.
–¡Qué gracioso!– Respondí sarcásticamente a su primer comentario. –¿Cómo se llama? –Pregunté por curiosidad.
–No tengo ni idea–Respondió Miki.
Me reí.

Si algo admiraba de Miki era su encanto y su humor, siempre me hacía reír, era un poco más alocado que Joan, pero tampoco es que fuera el alma de la fiesta, sin embargo, para mi, era de los más divertidos.

Llegamos a un bar que se llamaba "Seb's" Era bastante bonito, me sorprendió de hecho. Había músicos que tocaban algo de música mientras la gente comía, había buen ambiente. Miki y yo pedimos, él una hamburguesa y yo una ensalada. No es que fuera una chica fitness, pero la ensalada César era  la mejor que existía, digan lo que digan.

La comida se desenlazó con muchas risas y conversaciones sobre cosas totalmente absurdas. Ese tipo de conversaciones realmente eran graciosas.

A las 15:46 acabamos de comer, pero pedimos un café y estuvimos hasta las 16:24 en el local.

Finalmente Miki me acompañó a casa con su súper moto, ambos dijimos que había sido una comida entretenida. Invité a Miki a pasar, pero él se negó, cosa que en verdad, agradecí. Estaba muy cansada y solamente quería dormir.

Just by being honest | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora