XI

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ALBA

No debía de malgastar tiempo en Elche si todo iba bien, mi madre ya prácticamente volvía a casa. Por lo tanto al día siguiente de venir me fui. Mi padre vino ese mismo día, así que tuve tiempo de pasar con él unas horas, era el típico padre que no te reñía, que en una discusión te apoyaba a ti y no a tu madre. Además era súper moderno y siempre he estado súper orgullosa de él. Trabajaba mucho y casi no le veía de pequeña, pero ahora que está jubilado tuve tiempo de verle. Me dijo que mi madre estaba bien y que ya podía irme a Madrid, no necesitaban mi ayuda y yo debería de ir a estudiar.

Al despedirme de toda la familia me fui hacía el bus, mi avión salía a las 20:45. Nuevamente lo había comprado por internet, también era barato. Pasé el tiempo del bus y de espera en el aeropuerto con los auriculares y Queen prácticamente escuche todas sus canciones e incluso alguna repetida. Siempre he creído, a pesar de que me gustan muchos otros cantantes y bandas, que Freddie Mercury es el Dios del rock.

Subí al avión que salió con un poco de retraso y despegamos hacia Madrid.

                                    NATALIA

El día siguiente al plantón de Alba y la súper charla con María no fui a la universidad, no tenía ganas. Quedé con Miki que estaba trabajando en el bar y estuvimos un rato hablando mientras él servía platos y comida. Me hacía gracia ver como se las intentaba apañar para no romper ni tirar nada, yo sería igual. Mientras Miki seguía sirviendo oí que en el bar había subido un chico con guitarra al escenario, estuve un rato mirándole hasta que empezó a cantar. No sabía que en el bar hacían música en directo.

–Miki, ¿hacéis música en directo aquí?
–Sí, un compañero  se lo comentó al jefe y a mi me parecía bien–Dijo quitándose el delantal.
–Quiero volver a oírte cantar algún día–Dije sonriéndole.
–Eso es que me ves muy poco, canto a todas horas– Se rió simpático. –¿Y tú?, yo si que hace mucho que no te oigo cantar ni tocar.
–Lo he aparcado un poco. Bueno, miento, hace pocos días volví a empezar a componer.
–¿Y eso? Me alegro– Sonrió de nuevo.
–Me ha vuelto a venir la inspiración–Dije mientras pensaba en Alba.
–Eso es bueno–Dijo mientras dejaba el delantal en su sitio.– Ya he acabado, ¿nos vamos?
–Claro– Me levanté de la silla.

Habíamos hablado y íbamos a ir a mi casa, mi madre y él se llevaban muy bien. Me hacía feliz sentir la aprobación de mi madre, no solía gustarle con quien me juntaba, pero Miki sí.

Miki cogió su moto y fuimos hacia ahí. Me encantaba ir en moto, prefería conducirla, me sentía libre. Además me recordaba a mi padre, de pequeña siempre le veía con la moto. Si algo he heredado de él es el amor por las motos.

Llegamos y fuimos a el salón, los dos nos tumbamos y pusimos música. Ambos nos dormimos, los dos amábamos dormir. El resto del día transcurrió normal, cundo Miki se fue a su casa yo empecé a componer algo. Mis pensamientos evidentemente se centraban en ella, en mis sentimientos, en los suyos...
Cuando me cansé de componer fui a cenar, cogí lo primero que tenía en la nevera y me puse a leer Crepúsculo típico libro que leen todas las adolescentes. Pues esa era yo, con unos cuantos años más. No entendía como algunas chicas preferían a Jacob, Edward es mil veces mejor, por favor. Al acabarme en decimoquinto capítulo lo cerré y me fui a dormir. Mañana tenía pensado ir a la universidad.

Al día siguiente me desperté, hice lo que solía hacer siempre. Ducharme, vestirme, lavarme los dientes y peinarme. En verdad me parecía una putada tener que levantarme antes para ducharme, pero sino no era persona. Ya tengo ojeras de por sí, y si no me duchaba tenía aún más.

Cogí la moto, sino no llegaba a tiempo y María me echaría la bronca. Además, hoy a primera hora tenía clase con Alba, si esta vez se dignaba a venir. Llegué y ahí estaba María, con su típica cara.

–Buenos días–Dije mientras llegaba.
–Llegas tarde–Dijo a secas.
–Como tú cada día, María–Dije poniendo los ojos en blanco y sin parar de caminar.
–Bueno... sí, pero hoy no–Dijo fingiendo indignación–Por un día que puedo reñirte déjame– Se rió y yo le dediqué una sonrisa.

Seguimos hablando y nos separamos de caminos cuando ella se fue a su clase. Ya estaba todo el mundo, pero yo solo me fijé en Alba. Ahí estaba, al lado de mí pupitre esperándome tal vez. Entré y sin decirle nada ni siquiera dedicarle una mirada me senté. Ella no me quitaba el ojo de encima.

El profesor entró y justo Alba me dijo.

–Perdón. No pude ir–Me dijo con un tono nervioso.
–Qué más da–Contesté sin mirarla. Estaba dolida y mi manera de expresarlo era siendo borde.
–¿Te da igual?–Dijo ahora sin mirarme y un tanto dolida.
–Sí.
–En ese caso me alegro de no haber ido–Dijo ahora ella provocándome dolor a mi. La miré y ella me miró.
–¿A ti no te da igual?–Pregunté sin dejar de mirarla.
Apartó la vista y estuvo un rato pensando, pero al final contestó– La verdad es que no, Natalia.
–¿Y por qué no has venido?–Pregunté.
–Tuve que ir a Elche, mi madre tuvo un accidente–Dijo ahora más calmada.
Me sorprendí, intente calmar mi tono. Aunque esa excusa fuer válida no quería que me volviera a dejar plantada –¿Está bien?– Ella asintió.
–Me alegro, pero de todas maneras me podrías haber avisado. Sabes que Miki tiene mi número– Dije aún calmada.
–No sabía que quedar conmigo era tan importante para ti– Lo dijo con un tono entre prepotente y adorable.  Si quería jugar yo no iba a negárselo.
–¿Para ti no lo es?– Ella negó con la cabeza sin mirarme.– Si no lo fuese no estarías aquí disculpándote, Alba–Dije con el mismo tono que ella.

Just by being honest | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora