VIII

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                                 NATALIA
Aún no habían acabado las clases quedaba una, Dibujo. Mi favorita supongo. Pero María no la hacía, África tampoco, así que iría sola ante el peligro. Entré a clase despidiéndome de María, ya había bastante gente en clase entre ellos, Alba.
Decidí ponerme cerca suya, quería preguntarle que por que le importa mi opinión, no lo entendía la verdad. Tal vez fuese una indirecta, pero soy muy mala en pillarlas la verdad.

–Qué casualidad– Le dije sentándome al lado suya.
–Puedes sentarte, tranquila– Me dijo poniéndome los ojos en blanco.
–Ya sabía que podía– Contesté con superioridad. Ella me miró, pero no contestó.

El profesor entró y lo primero que teníamos que hacer era un dibujo de lo que quisiéramos, para ver nuestro nivel. Me pareció un poco infantil esa prueba, pero acepté sin problema.
Yo me puse a dibujar una iglesia, no creía cien por cien en Dios, pero las iglesias tenían una arquitectura y arte impecable. Era de admirar.
Iba mirando a Alba de vez en cuando, ella también ojeaba mi dibujo. Empezó a dibujar a un hombre, más bien un niño, parecía triste, a partir de la cabeza parecía que se descomponía, sus pensamientos e ideas.

–Es increíble–Dije asombrada sinceramente.
–Gracias–Dijo poniéndose roja.–El tuyo también, de verdad.
Sonreí.
–¿Mañana haces algo por la tarde?–Me lancé, no tenía nada que perder, quería verla, para qué evitarlo.
–¿Qué?–Se sorprendió y sonrojo. Me miró con los ojos muy abiertos. Mostrando su asombro.
–¿Quieres que hagamos algo juntas?–Dije ahora más clara. Me sonrojé y le quité la mirada. Ya no estaba tan segura de mí misma.
–¿El qué?–Preguntó sin mirarme, aún mirando su dibujo.
–Déjame sorprenderte–La miré y me miró durante un segundo.
–Está bien–Dijo algo insegura.

Sonó el timbre que indicaba el final de la clase, Alba me miró, yo la miré y simplemente nos despedimos.

ALBA
Todo fue raro, me quedé anonadada cuando Natalia me preguntó aquello. Fue una mezcla de emociones con todas las letras. Me sentía nerviosa, ruborizada, feliz, sorprendida, avergonzada...
Decidí no darle más vueltas y esperar hasta mañana, ahora tenía clase con Mar y Sara. Ambas eran amigas de Natalia también, pero bueno, no le di importancia.
La clase transcurrió normal, aburrida, era de esperar. No hay demasiadas clases interesantes en la universidad. Al salir de clase vi a Natalia esperando apoyada en la pared. Ya había salido todo el mundo, yo era la última, así que intuí que era a mí. Me miró y se acercó.

–No hemos hablado de la hora ni de dónde–Dijo sin saludar, no parecía disgustada. Me atrevería a decir que incluso estaba contenta.
–Pues adelante, habla–Dije como pude.
–Yo escojo sitio y tu hora, ¿te parece?–Medio sonrió.
–Está bien–Dije sonriéndole de vuelta.–¿18:30?–Pregunté.
–De acuerdo–Contestó.– ¿Vives cerca de aquí?–Preguntó.
–Sí, ¿por qué?
–Te paso a buscar a esa hora aquí, ¿va bien?–Preguntó.
–Sí, claro–Respondí sincera. Aún aturdida por lo que estaba pasando.
–Bien entonces. Hasta mañana Alba–Dijo mirándome fijamente.
–Hasta mañana Natalia–Y esbozó una sonrisa mirando al suelo y mordiéndose el labio inferior.

Se marchó y yo me quedé asimilando lo que acababa de pasar.

A la salida quedé con Joan y nos fuimos a un restaurante a comer con Miki. Ambos eran amigos, se llevaban muy bien.

–¡Qué hambre tengo!–Dijo Joan mientras íbamos al restaurante.
–La verdad es que sí, espero que no tarden mucho en servir la comida.
–Me parece que son rápidos.
–Eso espero la verdad–Nos reímos.

Al entrar al restaurante vimos a Miki sentado en una mesa, nos dirigimos hacia él.

–Ey Miki–Dijo Joan dándole la mano en plan colega.
–¿Cómo va?–Respondió Miki que se levantó para saludarme.
–Bien–Respondimos Joan y yo al unísono, nos reímos los tres ante esa coincidencia.–¿Qué tal tú?–Pregunté.
–Bien, ayer Elena se fue de viaje a ver a sus padres–Informó.

Elena era la novia de Miki, casi no la conocía, pero Miki hablaba maravillas de ella. Tenía envidia de que tuviera alguien así, mi última relación fue hace mucho acabamos bien, pero cuando me mudé perdimos el contacto.

–¿Cómo te va en el bar?–Le pregunté a Miki ya que trabajaba en un bar como camarero.
–Mucho curro, pero pagan bien y dentro de lo que cabe me lo paso bien–Dijo sonriéndome.
–¿Cuánto llevas?–Preguntó Joan.
–7 meses más o menos.
–Nunca pensé que durarías tanto–Dijo pegándole flojo en el hombro riéndose. Miki hizo lo mismo.
–¿Cómo está Marina?–Me preguntó. Marina era mi hermana hacía tiempo que no hablaba con ella. Nos llevamos bien, pero cuando me mudé también perdí un poco el contacto. No del todo, las hermanas son hermanas pase lo que pase. Pero ya no nos veíamos y la confianza iba disminuyendo poco a poco.
–Hace tiempo que no hablo con ella, hoy debería llamarla–Respondí.
–Vale, ya me contarás.

La comida prosiguió normal, como siempre cosas triviales, nada que recalcar. Nos enredamos hablando y con el café. Eran las 18:26 así que decidí irme, Miki preguntó si quería que me acompañara en coche, pero dije que no. No era necesario.
Me puse los auriculares, Red Hot Chili Peppers - Californication. Es una canción preciosa.
Después empecé a caminar pensando en llamar a mi familia, definitivamente les llamaría por la noche. Mientras caminaba me fijaba en lo bonito que estaba el cielo, en la naturaleza, la gente, que por lo general estaba feliz, los pájaros y pensé en Natalia, no pude evitarlo, me recordó a lo independiente que era, libre, con sus preocupaciones seguramente, pero libre.

Llegué a casa y me puse a hacer los trabajos que tenía que hacer, me hice un café y me centré en la universidad. Cuando acabé ya prácticamente era de noche así que cogí el teléfono y marqué el número de casa, nadie me cogió el teléfono, llamé a mi madre y tampoco, me empecé a preocupar, pero llamé a Marina y me lo cogió.
–Marina, mamá no me contesta, ¿cómo estás?
–...Bien, oye Alba, hace tiempo que no hablamos–Dijo con tono preocupado.
–Sí, la verdad es que sí. ¿Estás con mamá?–Pregunté
–Alba, no te asustes.
–¿Qué pasa?–Dije ahora con la voz más agitada, notándose mi preocupación.–Marina, va dime–Insistí.
–Mamá está ingresada en el hospital.

Just by being honest | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora